VIERNES SANTO.

La mañana no presagiaba nada bueno. Salió el cielo encapotado y lloviendo, lo que me hacía pensar que quizás hubiera de suspenderse el traslado del Cristo de las Ánimas. Por suerte, no fue así, y a la una del mediodía, los hermanos de esta cofradía, se pusieron en marcha camino del hospital de la Rioja, donde el fiscornio desgranó en forma de oración la Saeta. A lo largo de todo el recorrido, y en las paradas establecidas, se íban interpretando los silencios compuestos por el maestro Alonso. He de decir, que este año el traslado transcurrió mas rapido de lo normal, y sin problema alguno, el Cristo fué introducido en la concatedral ante el asombro de los allí presentes, ya que deben meterlo a pulso.

Ya por la tarde, a las ocho, se iniciaba la procesión del Santo Entierro. Nuevamente hubo un pequeño susto en forma de agua, en el momento en que le tocaba salir del interior de la Redonda a la cofradía de María Magdalena. Durante un rato, el paso de la Magdalena, se quedó en el interior del templo, pero afortunadamente pudo salir y la procesión trancurrio con normalidad.

La Virgen de la Soledad, optó por esperar casi hasta el último momento para salir de la catedral. Para mi, como hermano de la misma, fue muy especial esta salida, ya que en el momento en que sacabamos el paso de la Redonda, iniciaba su recorrido la cofradía de la Flagelación de Jesús, y lo hacía a los sones de Caridad del Guadalquivir. Parecía como si previamente lo hubiesemos ensayado, nada mas lejos de la realidad.

Como digo, todo el cortejo procesional se desarroyó con total normalidad, salvo en el hospital de la Rioja, donde me comentaron que se produjo un apelotonamiento de las primeras cofradías. No sin dificultad, se sorteo el tramo de la calle Mayor comprendido entre la entrada de esta calle por Avenida de Viana y el cruce con Sagasta, devido al pésimo estado de las chapas puestas en el suelo devido a las obras que en la misma se estan acometiendo.

Un fraternal saludo.