María Magdalena “Apostola Apostolurum”

Martirologio Romano: Fiesta de santa María Magdalena, que liberada por el Señor de siete demonios y convertida en su discípula, le siguió hasta el monte Calvario y mereció ser la primera que vio al Señor resucitado en la mañana de Pascua y la que lo comunicó a los demás discípulos.

22 de julio: Santa María Magdalena.

Se llamaba Miriam (María, que significa «preferida por Dios») y era de Magdala, una ciudad situada en la orilla Oeste del lago de Galilea, entre Tiberíades y Cafarnaúm. Su ciudad era una localidad más importante que Cafarnaúm, pues contaba con una gran flota pesquera y una importante industria de salazón.

El relato de San Lucas (7, 36-50) introduce a esta mujer en la historia de los hombres y ya estará en ella hasta el fin; de no ser por los Evangelios y por lo que Jesús hizo con ella, nadie la recordaría hoy; su vida habría pasado como un anónimo de baja calidad olvidado por todos. Leyendo la escena de lo que pasó en casa de Simón no se descubre su nombre; fue una delicadeza de autor tan humano y fino que no quiso ponerla en evidencia. Hizo bien, porque como la malicia de los hombres y mujeres con sus evidentes debilidades no tienen nada de atractivo ni de originalidad, prefirió resaltar la misericordia sin límite de Jesús. Luego, cuando ya no tuviera dentro «los siete demonios» que tuvo, sí sería oportuno escribir el nombre de María Magdalena, como hace San Lucas en su Evangelio.

“Apostola  Apostolurum”.

María Magdalena fue una de las mujeres que formaban parte del grupo de discípulos de Jesús. Cinco veces se le cita en los evangelios canónicos, pero los Evangelios son parcos en  datos pues no son biografías. Al no haber muchas noticias históricas se entra en el terreno de la leyenda. Sólo el pagano Celso habla de ella para tildarla de histérica y para minusvalorar así su testimonio de la resurrección, haciéndola parecer carente de valor.

El resto de los escritos que la mencionan son textos que quedarán fuera del canon por su ideología agnóstica o encratita (opuestos al valor del cuerpo), o bien se trata de escritos disciplinarios eclesiásticos que nos hablan de su influencia en los primeros tiempos cristianos.

María Magdalena en los Evangelios Canónicos

 

En los Evangelios canónicos podemos contemplar una serie de rasgos con los que presenta a esta mujer: «discípula», testigo, receptora de la primera aparición del resucitado, mujer relevante entre las mujeres y la comunidad.

Se la menciona 5 veces:

  • Era del grupo de mujeres que acompañaba a Jesús, curada de siete demonios
  • Estuvo presente y a los pies de la cruz en el momento de la crucifixión
  • Testigo de su sepultura
  • La primera que vio a Cristo resucitado y fue a anunciarlo a Pedro
  • San Juan nos relata una aparición personal del Señor a la Magdalena.

«Discipula»

Discípula que sigue y sirve a Jesús   (Piero di Cosino 1.500)

Los Evangelios son unánimes en presentarla como «Discípula» y para ello utilizan dos verbos característicos del discipulado: seguir y servir.

María Magdalena se había encontrado con Jesús en Galilea, por allí le siguió y le escuchó, le observó y aprendió, convirtiéndose en testigo cualificada de sus enseñanzas y de su actuación. Aprendió cómo era ese Dios del que Jesús hablaba; aprendió y vivió, en el grupo de Jesús, los nuevos valores que éste proponía; también asistió a las curaciones, signos de la llegada del reinado de Dios.

Acompañó por pueblos y aldeas a Jesús en su proclamación de la llegada del reinado de Dios, Buena Noticia que ella experimentó existencialmente. El encuentro con Jesús había transformado su vida.

Jesús caminaba de ciudad en ciudad y de pueblo en pueblo anunciando la Buena Noticia. Iba acompañado por los Doce y “por algunas mujeres, que habían sido curadas de espíritus malos y de enfermedades: María la Magdalena, de la que habían salido siete demonios” (Lucas 8,2); se habla también de Juana y Susana “y otras muchas que le servían con sus bienes” (8,3).

 

Testigo

Testigo de la muerte y sepultura de Jesús. (Pietro Perugino)

 Junto con sus compañeras, María Magdalena subió a Jerusalén con Jesús y el resto del grupo para celebrar la Pascua sin saber que iba a ser la última. Una vez en la ciudad, los acontecimientos se precipitaron y ella asistió a la oposición creciente de las autoridades judías.

Ella, junto a las otras mujeres del grupo, siguió a Jesús camino del Calvario y permaneció en el lugar de la ejecución. Asistió a las últimas horas agónicas de Jesús, testigo silenciosa, junto a las demás y en ausencia de los discípulos varones, excepto Juan; ella permaneció hasta el final, continuando el seguimiento que había iniciado en Galilea.

Cuando Jesús expiró no abandonó el lugar hasta saber qué pasaría con el cuerpo del Maestro. Las mujeres dan mucha importancia a los cuerpos. Cuando supo y vio dónde habían puesto a Jesús, volvieron a la ciudad pensando en volver después a la sepultura..

Junto a las demás, se convirtió así en testigo de la muerte y sepultura de Jesús. Irónicamente, las mujeres que no podían ser testigos en la sociedad, se convertían en las únicas con que podía contar la comunidad para recordar las últimas horas de la vida de Jesús. Pero no sólo de la sepultura iba a ser testigo. Algo más importante y trascendental le esperaba.

Receptora de la primera aparición del Resucitado

Resucitado Jesús al amanecer del primer día de la semana se apareció primero a María Magdalena. (Alexander Ivanov)

  

San Mateo 28, 9-10:

“Pasado el sábado, fueron María la Magdalena y la otra María a ver el sepulcro….De pronto Jesús les salió al encuentro y les dijo: “Alegraos”. Ellas, se acercaron, le abrazaron los pies y se postraron ante él. Jesús les dijo: “No temáis, id a comunicar a mis hermanos que vayan a Galilea; allí me verán”.

 

San Juan 20,11-18

“Estaba María fuera, junto al sepulcro, llorando. Mientras lloraba se asomó al sepulcro y vio dos ángeles vestidos de blanco sentados uno a la cabecera y otro a los pies, donde había estado el cuerpo de Jesús. Ellos le preguntan: “Mujer, ¿por qué lloras”. Ella les contesta: “Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto”. Dicho esto se vuelve y ve a Jesús, de pie, pero no sabía que era Jesús.

Jesús le dice: “Mujer, ¿por qué lloras?, ¿a quién buscas?”. Ella, tomándolo por el hortelano, le contesta: “Señor, si tú te lo has llevado, dime dónde lo has puesto y yo lo recogeré” Jesús le dice: “¡María!”. Ella se vuelve y le dice: “!Rabbuni!” que significa “Maestro”. Jesús le dice: “No me retengas, que todavía no he subido al Padre. Pero, anda ve a mis hermanos y diles: “Subo al Padre mío y Padre vuestro, al Dios mío y al Dios vuestro”. María la Magdalena fue y anunció a los discípulos: “He visto al Señor y ha dicho esto”.

 

San Marcos 16, 9-11.

“Resucitado al amanecer del primer día de la semana se apareció primero a María Magdalena, de la que había echado siete demonios. Ella fue a anunciárselo a sus compañeros que estaban de duelo y llorando. Ellos, al oírle decir que estaba vivo y que lo había visto, no la creyeron”.

San Lucas no narra la aparición del Resucitado a esta mujer, debido a sus planes teológicos, pero los cuatro evangelistas son unánimes al ponerla, sola o acompañada, en relación con el conocimiento del acontecimiento pascual.

No habla de la aparición del Resucitado a las mujeres, debido al ideal de comunidad pues la primera aparición reconocida debía ser recibida por Pedro, puesto que el ser receptor de una aparición otorgaba autoridad frente a la comunidad.

Su persistencia y valentía, nacidas del cariño le hicieron volver al sepulcro y María Magdalena recibió la aparición del Resucitado y el conocimiento de que Jesús estaba vivo, de que la muerte no había podido con él y había sido resucitado.

 

Receptora de “Un saber y de una misión”

Vio, comprendió y anunció a Cristo Resucitado. (Greco)

 

El “saber” era comprender, gracias a la experiencia tenida, lo que había pasado con Jesús, es decir, cómo Dios lo había resucitado y el sheol no había podido con él. Y la misión a la que ella se siente enviada por el Resucitado, es contarlo: Ve y di…

Esto es lo que le valió el título de Apóstol de los Apóstoles.

 

Su relevancia en la Comunidad y su preeminencia en el grupo de las mujeres.

 En el grupo de las mujeres, aparece citada en primer lugar (Icono)

Este rasgo se deduce del lugar en el que es citada cuando se mencionan a las mujeres discípulas. Estas son citadas en listas como también se hace con los discípulos varones y en la biblia, el orden de citación refleja la importancia y relevancia de esas personas para la comunidad. María Magdalena aparece siempre citada en primer lugar, excepto en Juan, quien, en la escena al pie de la cruz, la cita en último lugar; probablemente para establecer un nexo narrativo con la escena siguiente que se centra en ella (el sepulcro vacío).

La importancia y la relevancia de María Magdalena en la comunidad y en concreto en algunos grupos, aparece reflejada también en los escritos apócrifos y en los de otros escritores eclesiásticos. Algunos de los grupos que estaban detrás de esos escritos apócrifos apelaban a la autoridad de María Magdalena para justificar sus prácticas y doctrinas, afirmando haberlas recibido de ella, lo mismo que otros apelaban a Pablo, Pedro u otros discípulos.

¿Qué pasó después con María Magdalena?

No gustaría saber qué paso con ella, pero sólo caben especulaciones. Probablemente, como los demás, formaría parte de alguna comunidad, quizá en su Galilea natal, en su papel de testigo de primera hora.

Según la tradición ortodoxa, María Magdalena se retiró a Éfeso con la Virgen María y el apóstol Juan, y murió allí.

En 886 sus reliquias fueron trasladadas a Constantinopla, donde se conservan en la actualidad.

Gregorio de Tours corrobora la tradición de que se retiró a Éfeso, y no menciona ninguna relación con la llamada leyenda de Francia.

 

 La «leyenda francesa»

 Iglesia de St.Maximin donde según esta leyenda fue enterrada

 Más adelante, sin embargo, surgió en el mundo católico una tradición diferente, según la cual María Magdalena (identificada aquí con María de Betania), su hermano Lázaro y Maximino, uno de los setenta y dos discípulos, así como algunos compañeros, viajaron en barca por el Mar Mediterráneo huyendo de las persecuciones en Tierra Santa y desembarcaron finalmente en el lugar llamado Saintes Maries de la Mer, cerca de Arlés.

Posteriormente, María Magdalena viajó hasta Marsella, desde donde emprendió, supuestamente, la evangelización de Provenza, para después retirarse a una cueva -La Sainte-Baume- en las cercanías de Marsella, donde habría llevado una vida de penitencia durante 30 años.

Según esta leyenda, cuando llegó la hora de su muerte fue llevada por los ángeles a Aix-en-Provence, al oratorio de San Maximino.

Su cuerpo fue sepultado en un oratorio construido por Maximino en Villa Lata, conocido desde entonces como St. Maximin.

 

María Magdalena en los escritos apócrifos y doctrinales

Su nombre y autoridad fueron utilizados por estos escritos

Han llegado hasta nosotros algunos textos posteriores a los Evangelios canónicos procedentes de distintas corrientes que hablan de María Magdalena de formas diversas.

El Evangelio de Pedro, el Evangelio de María, el Evangelio de Felipe, la Pistis Sofía, la Sabiduría de Jesucristo o los Hechos de Felipe, son algunas obras donde aparece María Magdalena, a veces como discípula preferida por Jesús; otras como su alter ego; aparece predicando o yendo en misión; recibiendo una revelación especial que luego transmite; aparece también como valiente e inteligente; ella acompaña y anima a algunos de los discípulos varones; es puesta como ejemplo del discípulo perfecto por el mismo Jesús, quien la llama “bendita”, “mujer de espíritu”, “mujer que ha comprendido todo.

 

¿De donde le viene esa imagen tan popularizada de pecadora arrepentida?

En ningún pasaje evangélico se menciona el rasgo de pecadora arrepentida

Son muchos, los malentendidos sobre esta mujer que la tradición ha identificado como una prostituta porque en el capítulo 7, en el Evangelio de Lucas, se cuenta la historia de la conversión de «una pecadora anónima», que había rociado con aceite perfumado los pies de Jesús, mojándolos con sus lágrimas y secándolos con su propio cabello. Por lo tanto, sin ninguna conexión textual real, María de Magdala se convierte en esa prostituta sin nombre. Y como enseña la exégesis bíblica, la expresión «siete demonios» podría indicar simplemente un mal físico muy grave.

En ninguno de los pasajes que hemos visto se ha mencionado el rasgo de pecadora arrepentida. Pecado que tratándose de unas mujeres, la sociedad patriarcal no podía dejar de imaginar en relación con  el sexo (prostituta) y que ha dado lugar a la imagen más popular y popularizada de María Magdalena.

Es imposible deducir tal imagen de los relatos evangélicos. Sin embargo, éste ha sido el rasgo más destacado a través de los siglos que ha dejado su huella en las imaginaciones, los sermones y  las artes, y que configuró la liturgia de su fiesta hasta el Concilio Vaticano II, cuando se modificó. A pesar de ello, esta imagen de una Magdalena, prostituta arrepentida, desmelenada penitente en una cueva del desierto, persiste en el imaginario popular y en ciertas predicaciones.

¿Cómo pasó María Magdalena de «discípula», testigo, receptora de la primera aparición del Resucitado a prostituta arrepentida?

Magdalena penitente  (Tiziano)

 

El proceso fue paulatino hasta completarse en los siglos VI-VII

por obra de Gregorio Magno:

 

  • 1º PASO: La identificación entre María de Betania y la mujer pecadora de San Lucas

No se debió confundir  a María de Betania (hermana de María y Lázaro) con aquella  anónima mujer pecadora que ungió a Jesús en casa del fariseo Simón

Lucas, narra en 7, 36-50 la unción de una mujer pecadora de la ciudad cuando Jesús es invitado a una comida en casa de Simón el fariseo. Lucas habla de una pecadora y aunque no utilice el término específico griego de prostituta, se ha dado por supuesto que sí lo era.

La razón de esta identificación fue que ambas mujeres realizan el gesto de ungir a Jesús. Se cuestionaba si había una, dos o tres unciones y una, dos o tres mujeres distintas, pero se llegó a la conclusión de que se trataba de la misma mujer que había realizado dos unciones: una cuando la mujer (María de Betania) era aún pecadora (Lc. 7,36) y la otra cuando se convierte ((Mt. 26, 6; Mc.14, 3 y Juan 12, 1-8).

Esta conclusión es fruto de una exégesis carente de la metodología a la que se ha llegado hoy. Hubo diferentes posturas en esta discusión; incluso un mismo autor daba una u otra solución dependiendo si actuaba como exegeta (inclinándose entonces por la diferenciación de mujeres) o como predicador, donde utilizada la identificación, porque el ejemplo de la pecadora convertida tenía grandes posibilidades de aplicación moral; el ejemplo de esta postura es  san Jerónimo. San Agustín mismo acabó reconociendo que tal identificación era problemática.

  • 2º PASO: La identificación de María Magdalena con María de Betania 

No se puede confundir a María Magdalena con María de Betania, la hermana de Marta y Lázaro

Se partía de la hipótesis de que, si María de Betania aparecía como una figura importante a las puertas de la pasión, no podía entenderse cómo no volvía a salir en las escenas de la pasión y resurrección, por lo cual se deducía que debía ser la misma mujer que María Magdalena, sólo que bajo otro apelativo.

 

  •  3º. PASO: Gregorio Magno identificó a María Magdalena con la mujer pecadora del Evangelio de Lucas.

Se terminó por confundir a María Magdalena con la anónima pecadora de Lucas que unge a Jesús

Este tercer paso lo dio Gregorio Magno, quien a través de una alusión al Cantar de los cantares y sin ninguna otra base o argumentación, identificó a María Magdalena con la mujer pecadora de Lucas. El dato de la posesión diabólica de la Magdalena favoreció esta identificación, puesto que pecado y demonio habían llegado a ser casi sinónimos, entendiéndose que la posesión hacía alusión a faltas morales.

Los arquetipos y la imaginación hicieron el resto a través de los siglos. La imagen de la prostituta arrepentida tuvo mucho éxito, en parte porque se ajustaba muy bien a lo sermones y a las intenciones pedagógicas y pastorales.

Sin embargo, este fenómeno identificativo sólo se dio en la tradición occidental. La tradición oriental siempre fue partidaria de distinguir mujeres y celebró sus fiestas en días diferentes. Los orientales le dan el título de “ISAPOSTOLOS” (igual que un Apóstol).

La tradición occidental que unió las mujeres ha reconocido en el siglo XX, su diferencia y ha eliminado de las antífonas e himnos de la liturgia de su fiesta todas aquellas referencias que la identificaban con María de Betania o la pecadora de Lucas, introduciendo los aspectos propios  de discípula y receptora de la aparición del Resucitado.

En 1988, el papa  Juan Pablo II en la carta “Mulieris Dignitatem”,  se refirió a ella como “APOSTOLA APOSTOLORUM”,  la «apóstol de los apóstoles», y el 10 de junio de 2016, la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos publicó un decreto por el cual se eleva la memoria de santa María Magdalena al grado de fiesta en el  Calendario Romano General, por expreso deseo del papa Francisco.

 

María Magdalena, una mujer valiente

 En los Evangelios, en aquellos capítulos en los que se relatan los momentos más dramáticos de la vida de Jesús, aparece María Magdalena, con otras mujeres. Son ellas de hecho, quienes le siguen a lo largo del Calvario y asisten a la Crucifixión. La Magdalena todavía está presente cuando José de Arimatea coloca el cuerpo de Jesús en el sepulcro y es también ella quien, al día siguiente, regresa al sepulcro y descubre que la piedra ha sido removida.

 

Las lágrimas de María Magdalena

La fe de esta mujer está hecha de un amor apasionado por el Maestro. Mientras vivía fuera de la tumba vacía el «momento de oscuridad» en el alma, el «fracaso», María Magdalena, «no dice:  » Fallé en este camino», sino que «simplemente llora». «A veces las gafas para ver a Jesús son las lágrimas».

«Todos nosotros, en nuestras vidas, hemos sentido la alegría, la tristeza, el dolor» pero «en los momentos más oscuros ,¿hemos llorado? ¿Hemos tenido la bondad de las lágrimas que preparan nuestros ojos para mirar, para ver al Señor? Frente a la Magdalena que está llorando, «también podemos pedirle al Señor la gracia de las lágrimas». (Papa Francisco)

Feliz día de Santa María Magdalena.

 

 

(De la compilación de datos y aportes por D. Víctor Jadraque)

 

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