Inicio Foros Formación cofrade Santoral 15/03/2018 Santa Leocricia, virgen y mártir.

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    Santos: Raimundo de Fitero, Sisebuto, Adyuto, Probo abades; Longinos, Aristóbulo, Menigno, Nicandro, Matrona o Madrona, Leocricia, mártires; Zacarías, papa; Clemente María Hofbauer, confesor; Especioso, monje; Luisa de Marillac, fundadora.

    Santa Leocricia, virgen y mártir.

    Santa Leocricia o Lucrecia vivió en Córdoba, cuando esta ciudad estaba en poder de los moros y cuando la conversión de un seguidor del Islam al cristianismo era castigada con la muerte. Sus padres eran ricos e influyentes musulmanes, pero ella fue convertida al cristianismo y bautizada por una pariente suya, llamada Liciosa. Al principio, mantuvo en secreto su religión, pero al transcurrir el tiempo, la practicó más abiertamente y confesó su fe a sus padres. Airados y alarmados, trataron de hacerla apostatar por medio de súplicas, amenazas, y finalmente, a bofetadas y por medio de la reclusión. Leocricia se mantuvo firme y se las arregló para avisar a San Eulogio, solicitando un refugio para ella y para su hermana Anulona. El mensajero regresó con una favorable respuesta y la santa esperó una oportunidad para escapar. Su actitud, pasiva en apariencia, hizo creer a sus padres que estaba dispuesta a satisfacer sus deseos y, en consecuencia, le dieron permiso para asistir a una boda. Ella se dio maña para escapar de la fiesta y se reunió con sus amigos cristianos.

    La ausencia de Leocricia fue pronto descubierta y se produjo gran alarma, seguida del arresto y juicio de algunos cristianos, sospechosos de haber tenido comunicación con ella. Leocricia pasó de una casa cristiana a otra, recibiendo a veces la visita de San Eulogio, quien la instruía mejor y la fortalecía para el destino que le esperaba. A la larga, fue descubierta y, tanto ella como San Eulogio, fueron llevados ante el juez. Cuando se le preguntó a San Eulogio por qué la había ocultado, él contestó: «Se me ha confiado el oficio de predicador y tengo el santo deber de iluminar a todos los que buscan la luz de la fe. No me puedo negar a mostrar el camino de la vida a aquellos que lo buscan. Lo que he hecho por ella lo habría hecho por vosotros, si me lo hubieseis pedido». Ambos fueron flagelados y condenados a muerte.

    Santa Leocricia fue decapitada y su cuerpo arrojado al río Guadalquivir. Fue después rescatado y depositado en Oviedo, al lado del de San Eulogio.

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