Inicio Foros Formación cofrade Santoral 12/08/2018 San Euplo, mártir.

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    Santos: Alejandro el Carbonero, obispo y mártir, Patrono de los carboneros; Agilberta, Sergio, Esteban, confesores; Casiano, Herculano, Muredac, Eusebio, obispos; Aniceto, Fotino, Largión, Crescenciano, mártires; Euplo, diácono y mártir; Félix, Felicísimo, Gerardo, Hilaria, Juan, Gratiliano, Felicísima, Digna, Euprepia, Eunomia, Nimia, Juliana, Macario, Julián, mártires; Porcario, Segene, abades.

    San Euplo (Euplio, Eruplo), mártir.

    En Catania, de Sicilia, el 29 de abril DE 304, durante la persecución de Diocleciano, un hombre llamado Euplo o Eruplo gritó frente a la corte del gobernador de Catania, en Sicilia: «Soy cristiano y estoy pronto a morir por mi fe». El gobernador, Calvisiano, mandó que trajesen inmediatamente a su presencia al autor de ese reto. Euplo se presentó ante el gobernador con un libro de los Evangelios, por lo cual uno de los circunstantes le dijo: «Los emperadores han prohibido esos libros».

    Calvisiano: ¿De dónde sacaste esos libros? ¿De tu casa?

    Euplo: No tengo casa, como el Señor lo sabe bien.

    Calvisiano: ¿Son tuyos esos libros?

    Euplo: Ya lo veis.

    Calvisiano: Sí, ya veo que están en tu poder. ¿De qué clase de libros se trata? Léeme algo de ellos.

    Euplo: Los conozco casi de memoria. Son los Evangelios según San Mateo, San Marcos, San Lucas y San Juan.

    Calvisiano: ¿Y qué significa eso?

    Euplo: Es la ley del Señor, que yo he recibido de El.

    Calvisiano: Alguien tuvo que enseñártela.

    Euplo: Acabo de decirte que la recibí de Nuestro Señor Jesucristo, el Hijo de Dios.

    Calvisiano: ¡Basta! ¡Conducidle a la prisión!

    Más de tres meses después de diversos castigos y sobre todo flagelado, el 12 de agosto, Euplio compareció de nuevo ante el gobernador.

    Calvisiano: ¿Qué me cuentas de nuevo?

    Euplo: Te repito lo que te dije la primera vez que te vi.

    Calvisiano: ¿Conservas aún esos malvados libros?

    Euplo: Sí.

    Calvisiano: ¿Dónde están?

    Euplo: En mi interior.

    Calvisiano: Si todavía los tienes, muéstralos.

    Euplo repitió: «Los tengo en mi interior» y, con un gesto indicó al gobernador que los sabía de memoria. Entonces Calvisiano le condenó a ser torturado hasta que confesase a los dioses. Como todo resultase en vano, el gobernador le exhortó nuevamente: «Los enemigos de nuestras ilustres divinidades y cuantos se atreven a desafiar a los emperadores y persisten en sus crímenes, morirán cruelmente. Euplo ha dicho necedades ante esta corte, y yo le conjuro a retractarse si no quiere morir». Pero las palabras de Calvisiano no produjeron efecto alguno sobre Euplo, quien fue condenado y murió decapitado.

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