Inicio › Foros › Formación cofrade › Evangelio Dominical y Festividades › Evangelio del domingo 23/09/2018 25º de T. Ordinario Ciclo B
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18 septiembre, 2018 a las 20:45 #10678
Anónimo
Inactivo«El Hijo del hombre va a ser entregado. Quien quiera ser el primero, que sea el servidor de todos»Lectura del santo Evangelio según San MarcosEn aquel tiempo, Jesús y sus discípulos atravesaron Galilea; no quería que nadie se enterase, porque iba instruyendo a sus discípulos.
Les decía:
«El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres, y lo matarán; y, después de muerto, a los tres días resucitará».
Pero no entendían lo que decía, y les daba miedo preguntarle.
Llegaron a Cafarnaún, y, una vez en casa, les preguntó
«¿De qué discutíais por el camino?».
Ellos callaban, pues por el camino habían discutido quién era el más importante.
Jesús se sentó, llamó a los Doce y les dijo:
«Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos».
Y tomando un niño, lo puso en medio de ellos, lo abrazó y les dijo:
«El que acoge a un niño como este en mi nombre, me acoge a mí; y el que me acoge a mí, no me acoge a mí, sino al que me ha enviado».
Palabra del Señor.23 septiembre, 2018 a las 8:18 #12945Anónimo
InactivoBuenos días: Os dejo los comentarios al Evangelio de hoy.
EL ARTE DE EDUCAREl que acoge a un niño… Mc 9, 30-37[align=justify]Hay quienes afirman que la tragedia más grave de la sociedad contemporánea es la crisis de la relación educativa. Los padres cuidan a sus hijos y los maestros enseñan a sus alumnos, pero en no pocos hogares y colegios se ha perdido «el espíritu de la educación».Y, sin embargo, si una sociedad no sabe educar a las nuevas generaciones no conseguirá ser más humana, por muchos que sean sus avances tecnológicos y sus logros económicos. Para el crecimiento humano, los educadores son más importantes y decisivos que los políticos, los técnicos o los economistas.
Educar no es instruir, adoctrinar, mandar, obligar, imponer o manipular. Educar es el arte de acercarse al niño, con respeto y amor, para ayudarle a que se despliegue en él una vida verdaderamente humana.
La educación está siempre al servicio de la vida. Verdadero educador es el que sabe despertar toda la riqueza y las posibilidades que hay en el niño. El que sabe estimular y hacer crecer en él, no sólo sus aptitudes físicas y mentales, también lo mejor de su mundo interior y el sentido gozoso y responsable de la vida. La célebre educadora M Danielou decía que «el niño más humilde tiene derecho a una cierta iniciación a la vida interior y a la reflexión personal».
Cuando en las instituciones educativas se ahoga «el gusto por la vida», y los enseñantes se limitan a transmitir de manera disciplinada el conjunto de materias que a cada uno se le han asignado (asignaturas), allí se pierde «el espíritu de la educación».
Por otra parte, la relación educativa exige verdad. Se equivocan los educadores que para ganarse el respeto y la admiración de sus alumnos se presentan como dioses. Lo que los niños necesitan es encontrarse con personas reales, sencillas, cercanas y profundamente buenas.
Asimismo, el verdadero educador respeta al niño, no lo humilla, no destruye su autoestima. Una de las maneras más sencillas y nefastas de bloquear su crecimiento es repetirle constantemente: «no hay quien te aguante», «eres un desastre», «serás un desgraciado el día de mañana».
En la relación educativa hay además un clima de alegría, pues la alegría es siempre «signo de creación» y, por ello, uno de los principales estímulos del acto educativo. Así escribía Simone Weil: «La inteligencia no puede ser estimulada sino por la alegría. Para que haya deseo tiene que haber placer y alegría. La alegría de aprender es tan necesaria para los estudios como la respiración para los corredores».
Hace unos días se han abierto los colegios y centros de enseñanza. Miles de niños han vuelto de nuevo a sus maestros y enseñantes. ¿Quién tendrá la suerte de encontrarse con un verdadero educador o educadora? ¿Quién los acogerá con el respeto y la solicitud de aquél que un día en Cafarnaum abrazó a uno de ellos diciendo: «Quien acoge a un niño como éste en mi nombre, me acoge a mí?»
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[align=right]José Antonio Pagola[/align] POR QUÉ LO OLVIDAMOS? [align=justify]Camino de Jerusalén, Jesús sigue instruyendo a sus discípulos sobre el final que le espera. Insiste una vez más en que será entregado a los hombres y estos lo matarán, pero Dios lo resucitará. Marcos dice que «no le entendieron y les daba miedo preguntarle». En estas palabras se adivina la pobreza de los cristianos de todos los tiempos. No entendemos a Jesús y nos da miedo ahondar en su mensaje.Al llegar a Cafarnaún, Jesús les pregunta: «¿De qué discutíais por el camino?». Los discípulos se callan. Están avergonzados. Marcos nos dice que, por el camino, habían discutido quién era el más importante. Ciertamente, es vergonzoso ver a Jesús Crucificado acompañado de cerca por un grupo de discípulos llenos de estúpidas ambiciones. ¿De qué discutimos hoy en la Iglesia mientras decimos seguir a Jesús?
Una vez en casa, Jesús se dispone a darles una enseñanza. La necesitan. Estas son sus primeras palabras: «Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos». En el grupo que sigue a Jesús, el que quiera sobresalir y ser más que los demás, se ha de poner el último, detrás de todos; así podrá ver qué es lo que necesitan y podrá ser servidor de todos.
La verdadera grandeza consiste en servir. Para Jesús, el primero no es el que ocupa un cargo de importancia, sino quien vive sirviendo y ayudando a los demás. Los primeros en la Iglesia no son los jerarcas sino esas personas sencillas que viven ayudando a quienes encuentran en su camino. No lo hemos de olvidar.
Para Jesús, su Iglesia debería ser un espacio donde todos piensan en los demás. Una comunidad donde estamos atentos a quien nos puede necesitar. No es sueño de Jesús. Para él es tan importante que les va a poner un ejemplo gráfico.
Antes que nada, acerca un niño y lo pone en medio de todos para que fijen su atención en él. En el centro de la Iglesia apostólica ha de estar siempre ese niño, símbolo de las personas débiles y desvalidas, los necesitados de apoyo, defensa y acogida. No han de estar fuera, junto a la puerta. Han de ocupar el centro de nuestra atención.
Luego, Jesús abraza al niño. Quiere que los discípulos lo recuerden siempre así. Identificado con los débiles. Mientras tanto les dice: «El que acoge a un niño como éste en mi nombre, me acoge a mí; y el que me acoge a mí…acoge al que me ha enviado».
La enseñanza de Jesús es clara: el camino para acoger a Dios es acoger a su Hijo Jesús presente en los pequeños, los indefensos, los pobres y desvalidos. ¿Por qué lo olvidamos tanto?
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[align=right]José Antonio Pagola[/align] También el de Kamiano.
¡ DESCARGA GRATIS LA APP DEL CRISTIANO!¿
[align=justify]Cómo descargar esa novedosa app, esa aplicación revolucionaria?Lo de novedosa viene porque está en el corazón de la novedad del Evangelio, la mejor noticia. Hay que ir buscando con la lupa digital hacia nuestro interior. Allí descubriremos que el sentido de la vida está en ¡servir! ¡Descarga de tu corazón esa app! Entonces ya no discutirás por lugares de poder, ni por figurar… Descubrirás un mundo nuevo, más grande que cualquier aplicación, desbordante.
No pierdas tiempo. Los niños te enseñan gratis cómo lograrlo. ¡Hagámonos como niños que inscriben en sus corazones en selfie de Jesús!
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[align=right]Dibujo: Patxi Velasco FANOTexto: Fernando Cordero ss.cc.
[/align] Fraternalmente.
23 septiembre, 2018 a las 8:18 #18998Anónimo
InactivoBuenos días: Os dejo los comentarios al Evangelio de hoy.
EL ARTE DE EDUCAREl que acoge a un niño… Mc 9, 30-37[align=justify]Hay quienes afirman que la tragedia más grave de la sociedad contemporánea es la crisis de la relación educativa. Los padres cuidan a sus hijos y los maestros enseñan a sus alumnos, pero en no pocos hogares y colegios se ha perdido «el espíritu de la educación».Y, sin embargo, si una sociedad no sabe educar a las nuevas generaciones no conseguirá ser más humana, por muchos que sean sus avances tecnológicos y sus logros económicos. Para el crecimiento humano, los educadores son más importantes y decisivos que los políticos, los técnicos o los economistas.
Educar no es instruir, adoctrinar, mandar, obligar, imponer o manipular. Educar es el arte de acercarse al niño, con respeto y amor, para ayudarle a que se despliegue en él una vida verdaderamente humana.
La educación está siempre al servicio de la vida. Verdadero educador es el que sabe despertar toda la riqueza y las posibilidades que hay en el niño. El que sabe estimular y hacer crecer en él, no sólo sus aptitudes físicas y mentales, también lo mejor de su mundo interior y el sentido gozoso y responsable de la vida. La célebre educadora M Danielou decía que «el niño más humilde tiene derecho a una cierta iniciación a la vida interior y a la reflexión personal».
Cuando en las instituciones educativas se ahoga «el gusto por la vida», y los enseñantes se limitan a transmitir de manera disciplinada el conjunto de materias que a cada uno se le han asignado (asignaturas), allí se pierde «el espíritu de la educación».
Por otra parte, la relación educativa exige verdad. Se equivocan los educadores que para ganarse el respeto y la admiración de sus alumnos se presentan como dioses. Lo que los niños necesitan es encontrarse con personas reales, sencillas, cercanas y profundamente buenas.
Asimismo, el verdadero educador respeta al niño, no lo humilla, no destruye su autoestima. Una de las maneras más sencillas y nefastas de bloquear su crecimiento es repetirle constantemente: «no hay quien te aguante», «eres un desastre», «serás un desgraciado el día de mañana».
En la relación educativa hay además un clima de alegría, pues la alegría es siempre «signo de creación» y, por ello, uno de los principales estímulos del acto educativo. Así escribía Simone Weil: «La inteligencia no puede ser estimulada sino por la alegría. Para que haya deseo tiene que haber placer y alegría. La alegría de aprender es tan necesaria para los estudios como la respiración para los corredores».
Hace unos días se han abierto los colegios y centros de enseñanza. Miles de niños han vuelto de nuevo a sus maestros y enseñantes. ¿Quién tendrá la suerte de encontrarse con un verdadero educador o educadora? ¿Quién los acogerá con el respeto y la solicitud de aquél que un día en Cafarnaum abrazó a uno de ellos diciendo: «Quien acoge a un niño como éste en mi nombre, me acoge a mí?»
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[align=right]José Antonio Pagola[/align] POR QUÉ LO OLVIDAMOS? [align=justify]Camino de Jerusalén, Jesús sigue instruyendo a sus discípulos sobre el final que le espera. Insiste una vez más en que será entregado a los hombres y estos lo matarán, pero Dios lo resucitará. Marcos dice que «no le entendieron y les daba miedo preguntarle». En estas palabras se adivina la pobreza de los cristianos de todos los tiempos. No entendemos a Jesús y nos da miedo ahondar en su mensaje.Al llegar a Cafarnaún, Jesús les pregunta: «¿De qué discutíais por el camino?». Los discípulos se callan. Están avergonzados. Marcos nos dice que, por el camino, habían discutido quién era el más importante. Ciertamente, es vergonzoso ver a Jesús Crucificado acompañado de cerca por un grupo de discípulos llenos de estúpidas ambiciones. ¿De qué discutimos hoy en la Iglesia mientras decimos seguir a Jesús?
Una vez en casa, Jesús se dispone a darles una enseñanza. La necesitan. Estas son sus primeras palabras: «Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos». En el grupo que sigue a Jesús, el que quiera sobresalir y ser más que los demás, se ha de poner el último, detrás de todos; así podrá ver qué es lo que necesitan y podrá ser servidor de todos.
La verdadera grandeza consiste en servir. Para Jesús, el primero no es el que ocupa un cargo de importancia, sino quien vive sirviendo y ayudando a los demás. Los primeros en la Iglesia no son los jerarcas sino esas personas sencillas que viven ayudando a quienes encuentran en su camino. No lo hemos de olvidar.
Para Jesús, su Iglesia debería ser un espacio donde todos piensan en los demás. Una comunidad donde estamos atentos a quien nos puede necesitar. No es sueño de Jesús. Para él es tan importante que les va a poner un ejemplo gráfico.
Antes que nada, acerca un niño y lo pone en medio de todos para que fijen su atención en él. En el centro de la Iglesia apostólica ha de estar siempre ese niño, símbolo de las personas débiles y desvalidas, los necesitados de apoyo, defensa y acogida. No han de estar fuera, junto a la puerta. Han de ocupar el centro de nuestra atención.
Luego, Jesús abraza al niño. Quiere que los discípulos lo recuerden siempre así. Identificado con los débiles. Mientras tanto les dice: «El que acoge a un niño como éste en mi nombre, me acoge a mí; y el que me acoge a mí…acoge al que me ha enviado».
La enseñanza de Jesús es clara: el camino para acoger a Dios es acoger a su Hijo Jesús presente en los pequeños, los indefensos, los pobres y desvalidos. ¿Por qué lo olvidamos tanto?
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[align=right]José Antonio Pagola[/align] También el de Kamiano.
¡ DESCARGA GRATIS LA APP DEL CRISTIANO!¿
[align=justify]Cómo descargar esa novedosa app, esa aplicación revolucionaria?Lo de novedosa viene porque está en el corazón de la novedad del Evangelio, la mejor noticia. Hay que ir buscando con la lupa digital hacia nuestro interior. Allí descubriremos que el sentido de la vida está en ¡servir! ¡Descarga de tu corazón esa app! Entonces ya no discutirás por lugares de poder, ni por figurar… Descubrirás un mundo nuevo, más grande que cualquier aplicación, desbordante.
No pierdas tiempo. Los niños te enseñan gratis cómo lograrlo. ¡Hagámonos como niños que inscriben en sus corazones en selfie de Jesús!
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[align=right]Dibujo: Patxi Velasco FANOTexto: Fernando Cordero ss.cc.
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