Inicio Foros Formación cofrade Evangelio Dominical y Festividades Evangelio del domingo 21/10/2018 29º de T. Ordinario Ciclo B

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  • #10711
    Anónimo
    Inactivo

    «El Hijo del hombre ha venido para dar su vida en rescate por todos»

    Lectura del santo evangelio según San Marcos

    En aquel tiempo, se acercaron a Jesús los hijos de Zebedeo, Santiago y Juan, y le dijeron:

    «Maestro, queremos que hagas lo que te vamos a pedir».

    Les preguntó:

    «¿Qué queréis que haga por vosotros?».

    Contestaron:

    «Concédenos sentarnos en tu gloria uno a tu derecha y otro a tu izquierda».

    Jesús replicó:

    «No sabéis lo que pedís, ¿podéis beber el cáliz que yo he de beber, o bautizaros con el bautismo con que yo me voy a bautizar?».

    Contestaron:

    «Podemos».

    Jesús les dijo:

    «El cáliz que yo voy a beber lo beberéis, y seréis bautizados con el bautismo con que yo me voy a bautizar, pero el sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo, sino que s para quienes está reservado».

    Los otros diez, al oír aquello, se indignaron contra Santiago y Juan.

    Jesús, llamándolos, les dijo:

    «Sabéis que los que son reconocidos como jefes de los pueblos los tiranizan, y que los grandes los oprimen. No será así entre vosotros: el que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor; y el que quiera ser primero, sea esclavo de todos. Porque el Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y dar su vida en rescate por muchos».

    Palabra del Señor

    #12948
    Anónimo
    Inactivo

    Os dejo los comentarios al Evangelio del día.

    ¿QUIEN DECIDE MI VIDA?

    [align=justify]No es fácil responder a esta pregunta. Y no solo porque hemos de contar con ese mundo de fuerzas inconscientes que influyen en nuestras decisiones o porque actuamos muy condicionados por el aprendizaje familiar o social, sino porque vivimos sutilmente programados desde fuera.

    Nuestra vida la quieren decidir hoy desde el mercado; la sociedad de consumo necesita saber, no quiénes somos, sino qué vamos a consumir, el dinero del que vamos a disponer, las nuevas necesidades que se han de despertar en nosotros. Desde una perspectiva mercantilista lo que importa es si yo seré un buen consumidor, no una persona digna.

    La publicidad, por su parte, pretende marcar qué intereses hemos de tener y hacia dónde hemos de dirigir nuestros gustos y apetencias. Y de la misma manera que la moda decide cómo hemos de vestir, las corrientes culturales nos dictan cómo hemos de pensar, qué hemos de sentir y amar o cómo hemos de valorar los diversos aspectos de la vida.

    Al mismo tiempo, cada uno se esfuerza por cumplir lo mejor posible su rol para funcionar ágilmente en esta sociedad. Y uno aprende a ser un buen vendedor, un empleado eficaz o un profesor estimado, aunque su verdadera personalidad se diluya detrás de una máscara.

    Es difícil no dejarse vivir desde fuera. Pero el camino de una maduración personal no es aceptar como criterio algo tan postmoderno como el «me apetece» o «me gusta»; ésa puede ser la manera más ingenua de abandonarse al zarandeo de cualquier moda cambiante. Lo más importante es plantearse desde dónde quiero vivir, a quién o a qué le doy poder para decidir mi vida.

    «Escoger mi vida» exige acertar con un hilo conductor que oriente de manera más o menos consciente mis decisiones y mi actuación. Y es aquí donde la fe cristiana puede tener un lugar decisivo para elegir un estilo acertado de vivir.

    La tarea, sin embargo, no es sencilla pues cuando Jesús explica cómo entiende y vive su vida y la ofrece como modelo a sus discípulos, dice estas sorprendentes palabras: «El Hijo del Hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate de muchos.» Según Jesús, la vida se entiende y se vive en su verdadero contenido humano cuando uno se entrega, no a competir, producir, ganar o dar imagen, sino a algo tan poco «normal» y «presentable» en nuestra sociedad como es servir, ayudar, compartir.

    Hay muchos estilos de vivir. Desde el que dice «mi vida es mía y solo mía» hasta el que decide darla de mil formas poniéndola al servicio de los demás. Para el cristiano solo ésta es la manera acertada de vivir.[/align]
    [align=right]José Antonio Pagola[/align]

    NADA DE ESO ENTRE NOSOTROS

    [align=justify]Mientras suben a Jerusalén, Jesús va anunciando a sus discípulos el destino doloroso que le espera en la capital. Los discípulos no le entienden. Andan disputando entre ellos por los primeros puestos. Santiago y Juan, discípulos de primera hora, se acercan a él para pedirle directamente sentarse un día «el uno a su derecha y el otro a su izquierda».

    A Jesús se le ve desalentado: «No sabéis lo que pedís». Nadie en el grupo parece entenderle que seguirle a él de cerca colaborando en su proyecto, siempre será un camino, no de poder y grandezas, sino de sacrificio y cruz.

    Mientras tanto, al enterarse del atrevimiento de Santiago y Juan, los otros diez se indignan. El grupo está más agitado que nunca. La ambición los está dividiendo. Jesús los reúne a todos para dejar claro su pensamiento.

    Antes que nada, les expone lo que sucede en los pueblos del imperio romano. Todos conocen los abusos de Antipas y las familias herodianas en Galilea. Jesús lo resume así: Los que son reconocidos como jefes utilizan su poder para «tiranizar» a los pueblos, y los grandes no hacen sino «oprimir» a sus súbditos. Jesús no puede ser más tajante: «Vosotros, nada de eso».

    No quiere ver entre los suyos nada parecido: «El que quiera ser grande, que sea vuestro servidor, y el que quiera ser primero, que sea esclavo de todos». En su comunidad no habrá lugar para el poder que oprime, solo para el servicio que ayuda. Jesús no quiere jefes sentados a su derecha e izquierda, sino servidores como él, que dan su vida por los demás.

    Jesús deja las cosas claras. Su Iglesia no se construye desde la imposición de los de arriba, sino desde el servicio de los que se colocan abajo. No cabe en ella jerarquía alguna en clave de honor o dominación. Tampoco métodos y estrategias de poder. Es el servicio el que construye la comunidad cristiana.

    Jesús da tanta importancia a lo que está diciendo que se pone a sí mismo como ejemplo, pues no ha venido al mundo para exigir que le sirvan, sino «para servir y dar su vida en rescate por muchos». Jesús no enseña a nadie a triunfar en la Iglesia, sino a servir al proyecto del reino de Dios desviviéndonos por los más débiles y necesitados.

    La enseñanza de Jesús no es solo para los dirigentes. Desde tareas y responsabilidades diferentes, hemos de comprometernos todos a vivir con más entrega al servicio de su proyecto. No necesitamos en la Iglesia imitadores de Santiago y Juan, sino seguidores fieles de Jesús. Los que quieran ser importantes, que se pongan a trabajar y colaborar.[/align]
    [align=right]José Antonio Pagola[/align]

    También el de Kamiano.

    UNA ESCALERA PARA RESCATAR Y SERVIR

    [align=justify]En el Domingo de la propagación de la Fe, el DOMUND, en el que recordamos a los misioneros y misioneras extendidos por todo el planeta, encontramos una de las mayores lecciones para nuestra vida: la cosa está en servir. Es lo que hacen estos hermanos nuestros en los países más pobres de la tierra y en la sociedad secularizada: servir.

    Fijaos lo que sucede en el Evangelio de este Domingo. Incluso los más cercanos a Jesús están próximos a la tentación del poder, de tener un nombre, un buen puesto, ser gente importante. No, no, no va por ahí el camino de Jesús. Lo nuestro, queridos amigos, es servir. La fe nos lleva al servicio y el servicio de los amigos de Jesús brota de la fe.

    Un amigo sacerdote, que me ha metido cierta prisa para que escribiera el comentario al Evangelio, me pedía alguna idea para la misa de niños. Pues yo colocaría delante del altar un globo del mundo y una palangana al lado. Invitaría a los niños a que se acercaran y dijeran situaciones de nuestro mundo que necesitan ser arregladas, “lavadas”, alentadas… ¿Conocen a personas que den su vida por otros, que ayuden al mundo a salir de su tristeza, de su pobreza, de su hambre?

    Por otro lado, siguiendo una idea que me gustó de Dolores Aleixandre rscj, hace unos años ella invitaba a colocar delante del altar una sillita bajita y un sillón. Quizá se pueda plantear a los niños y a los mayores dónde nos gusta situarnos, qué conlleva estar sentados en un sitio o en otro.

    En fin, como nos sugiere Patxi, agachémonos para lavar los pies y dejémonos de méritos, reconocimientos y “medallitas”. La Iglesia no es un “podium”. Es una escalera para rescatar y servir. Es importante cada peldaño, cada paso, cada ayuda.

    Señor, haznos misioneros de tu amor y amantes del servicio generoso a los que nos rodean. Queremos ser, misioneros desde aquí, al estilo de san Francisco Javier, de la Madre Teresa y del Padre Damián.[/align]
    [align=right]Dibu: Patxi Velasco Fano

    Texto: Fernando Cordero ss.cc.[/align]

    Fraternalmente.

    #19001
    Anónimo
    Inactivo

    Os dejo los comentarios al Evangelio del día.

    ¿QUIEN DECIDE MI VIDA?

    [align=justify]No es fácil responder a esta pregunta. Y no solo porque hemos de contar con ese mundo de fuerzas inconscientes que influyen en nuestras decisiones o porque actuamos muy condicionados por el aprendizaje familiar o social, sino porque vivimos sutilmente programados desde fuera.

    Nuestra vida la quieren decidir hoy desde el mercado; la sociedad de consumo necesita saber, no quiénes somos, sino qué vamos a consumir, el dinero del que vamos a disponer, las nuevas necesidades que se han de despertar en nosotros. Desde una perspectiva mercantilista lo que importa es si yo seré un buen consumidor, no una persona digna.

    La publicidad, por su parte, pretende marcar qué intereses hemos de tener y hacia dónde hemos de dirigir nuestros gustos y apetencias. Y de la misma manera que la moda decide cómo hemos de vestir, las corrientes culturales nos dictan cómo hemos de pensar, qué hemos de sentir y amar o cómo hemos de valorar los diversos aspectos de la vida.

    Al mismo tiempo, cada uno se esfuerza por cumplir lo mejor posible su rol para funcionar ágilmente en esta sociedad. Y uno aprende a ser un buen vendedor, un empleado eficaz o un profesor estimado, aunque su verdadera personalidad se diluya detrás de una máscara.

    Es difícil no dejarse vivir desde fuera. Pero el camino de una maduración personal no es aceptar como criterio algo tan postmoderno como el «me apetece» o «me gusta»; ésa puede ser la manera más ingenua de abandonarse al zarandeo de cualquier moda cambiante. Lo más importante es plantearse desde dónde quiero vivir, a quién o a qué le doy poder para decidir mi vida.

    «Escoger mi vida» exige acertar con un hilo conductor que oriente de manera más o menos consciente mis decisiones y mi actuación. Y es aquí donde la fe cristiana puede tener un lugar decisivo para elegir un estilo acertado de vivir.

    La tarea, sin embargo, no es sencilla pues cuando Jesús explica cómo entiende y vive su vida y la ofrece como modelo a sus discípulos, dice estas sorprendentes palabras: «El Hijo del Hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate de muchos.» Según Jesús, la vida se entiende y se vive en su verdadero contenido humano cuando uno se entrega, no a competir, producir, ganar o dar imagen, sino a algo tan poco «normal» y «presentable» en nuestra sociedad como es servir, ayudar, compartir.

    Hay muchos estilos de vivir. Desde el que dice «mi vida es mía y solo mía» hasta el que decide darla de mil formas poniéndola al servicio de los demás. Para el cristiano solo ésta es la manera acertada de vivir.[/align]
    [align=right]José Antonio Pagola[/align]

    NADA DE ESO ENTRE NOSOTROS

    [align=justify]Mientras suben a Jerusalén, Jesús va anunciando a sus discípulos el destino doloroso que le espera en la capital. Los discípulos no le entienden. Andan disputando entre ellos por los primeros puestos. Santiago y Juan, discípulos de primera hora, se acercan a él para pedirle directamente sentarse un día «el uno a su derecha y el otro a su izquierda».

    A Jesús se le ve desalentado: «No sabéis lo que pedís». Nadie en el grupo parece entenderle que seguirle a él de cerca colaborando en su proyecto, siempre será un camino, no de poder y grandezas, sino de sacrificio y cruz.

    Mientras tanto, al enterarse del atrevimiento de Santiago y Juan, los otros diez se indignan. El grupo está más agitado que nunca. La ambición los está dividiendo. Jesús los reúne a todos para dejar claro su pensamiento.

    Antes que nada, les expone lo que sucede en los pueblos del imperio romano. Todos conocen los abusos de Antipas y las familias herodianas en Galilea. Jesús lo resume así: Los que son reconocidos como jefes utilizan su poder para «tiranizar» a los pueblos, y los grandes no hacen sino «oprimir» a sus súbditos. Jesús no puede ser más tajante: «Vosotros, nada de eso».

    No quiere ver entre los suyos nada parecido: «El que quiera ser grande, que sea vuestro servidor, y el que quiera ser primero, que sea esclavo de todos». En su comunidad no habrá lugar para el poder que oprime, solo para el servicio que ayuda. Jesús no quiere jefes sentados a su derecha e izquierda, sino servidores como él, que dan su vida por los demás.

    Jesús deja las cosas claras. Su Iglesia no se construye desde la imposición de los de arriba, sino desde el servicio de los que se colocan abajo. No cabe en ella jerarquía alguna en clave de honor o dominación. Tampoco métodos y estrategias de poder. Es el servicio el que construye la comunidad cristiana.

    Jesús da tanta importancia a lo que está diciendo que se pone a sí mismo como ejemplo, pues no ha venido al mundo para exigir que le sirvan, sino «para servir y dar su vida en rescate por muchos». Jesús no enseña a nadie a triunfar en la Iglesia, sino a servir al proyecto del reino de Dios desviviéndonos por los más débiles y necesitados.

    La enseñanza de Jesús no es solo para los dirigentes. Desde tareas y responsabilidades diferentes, hemos de comprometernos todos a vivir con más entrega al servicio de su proyecto. No necesitamos en la Iglesia imitadores de Santiago y Juan, sino seguidores fieles de Jesús. Los que quieran ser importantes, que se pongan a trabajar y colaborar.[/align]
    [align=right]José Antonio Pagola[/align]

    También el de Kamiano.

    UNA ESCALERA PARA RESCATAR Y SERVIR

    [align=justify]En el Domingo de la propagación de la Fe, el DOMUND, en el que recordamos a los misioneros y misioneras extendidos por todo el planeta, encontramos una de las mayores lecciones para nuestra vida: la cosa está en servir. Es lo que hacen estos hermanos nuestros en los países más pobres de la tierra y en la sociedad secularizada: servir.

    Fijaos lo que sucede en el Evangelio de este Domingo. Incluso los más cercanos a Jesús están próximos a la tentación del poder, de tener un nombre, un buen puesto, ser gente importante. No, no, no va por ahí el camino de Jesús. Lo nuestro, queridos amigos, es servir. La fe nos lleva al servicio y el servicio de los amigos de Jesús brota de la fe.

    Un amigo sacerdote, que me ha metido cierta prisa para que escribiera el comentario al Evangelio, me pedía alguna idea para la misa de niños. Pues yo colocaría delante del altar un globo del mundo y una palangana al lado. Invitaría a los niños a que se acercaran y dijeran situaciones de nuestro mundo que necesitan ser arregladas, “lavadas”, alentadas… ¿Conocen a personas que den su vida por otros, que ayuden al mundo a salir de su tristeza, de su pobreza, de su hambre?

    Por otro lado, siguiendo una idea que me gustó de Dolores Aleixandre rscj, hace unos años ella invitaba a colocar delante del altar una sillita bajita y un sillón. Quizá se pueda plantear a los niños y a los mayores dónde nos gusta situarnos, qué conlleva estar sentados en un sitio o en otro.

    En fin, como nos sugiere Patxi, agachémonos para lavar los pies y dejémonos de méritos, reconocimientos y “medallitas”. La Iglesia no es un “podium”. Es una escalera para rescatar y servir. Es importante cada peldaño, cada paso, cada ayuda.

    Señor, haznos misioneros de tu amor y amantes del servicio generoso a los que nos rodean. Queremos ser, misioneros desde aquí, al estilo de san Francisco Javier, de la Madre Teresa y del Padre Damián.[/align]
    [align=right]Dibu: Patxi Velasco Fano

    Texto: Fernando Cordero ss.cc.[/align]

    Fraternalmente.

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