Inicio Foros Formación cofrade Evangelio Dominical y Festividades Evangelio del domingo 04/11/2018 31º de T. Ordinario Ciclo B

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    Anónimo
    Inactivo

    «Amarás al Señor, tu Dios. Amaras a tu prójimo»

    Lectura del santo Evangelio según San Marcos

    En aquel tiempo, un escriba se acercó a Jesús y le preguntó:

    «¿Qué mandamiento es el primero de todos?»

    Respondió Jesús:

    «El primero es: «Escucha, Israel, el Señor, nuestro Dios, es el único Señor: amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todo tu ser.” El segundo es este: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo.” No hay mandamiento mayor que éstos».

    El escriba replicó:

    «Muy bien, Maestro, sin duda tienes razón cuando dices que el Señor es uno solo y no hay otro fuera de él; y que amarlo con todo el corazón, con todo el entendimiento y con todo el ser, y amar al prójimo como a uno mismo vale más que todos los holocaustos y sacrificios».

    Jesús, viendo que había respondido sensatamente, le dijo:

    «No estás lejos del reino de Dios».

    Y nadie se atrevió a hacerle más preguntas.

    Palabra del Señor.

    #12950
    Anónimo
    Inactivo

    Os dejo los comentarios al Evangelio.

    OLVIDAR LO ESENCIAL

    [align=justify]Se ha dicho que el hombre contemporáneo ha perdido la confianza en el amor. No quiere «sentimentalismos» ni compasiones baratas. Hay que ser eficaces y productivos. La cultura moderna ha optado por la racionalidad económica y el rendimiento material, y tiene miedo al corazón.

    Por eso, en la sociedad actual se teme a las personas enfermas, débiles o necesitadas. Se las encierra en las instituciones o se les encomienda a la Administración, pero nadie las quiere cerca.

    El rico tiene miedo del pobre. Los que tenemos trabajo no deseamos encontramos con quienes están en paro.

    Nos molestan todos aquellos que se nos acercan pidiendo ayuda en nombre de la justicia o del amor.

    Se levantan entre nosotros toda clase de barreras. No queremos cerca a los gitanos. Miramos con recelo a los africanos porque su presencia parece peligrosa. Cada grupo y cada persona se encierra en sí mismo para defenderse mejor.

    Queremos construir una sociedad progresista basándolo todo en la rentabilidad, el crecimiento económico, la competitividad. Recientemente, una inmobiliaria publicaba el siguiente anuncio: «Nuestra filosofía reposa sobre cuatro principios: rentabilidad inmediata, seguridad de emplazamiento, fiscalidad ventajosa y constitución de un patrimonio generador de plus valía».

    Naturalmente, en esta filosofía ya no tiene cabida «el amor al prójimo». Los mismos que se dicen creyentes, tal vez, hablan todavía de caridad cristiana pero terminan más de una vez instalándose en lo que Karl Rahner llamaba «un egoísmo que sabe comportarse decentemente».

    Pero lo importante no son las palabras, sino los hechos. Si queremos ser fieles al principal mandato del Evangelio, los cristianos hemos de ir descubriendo constantemente las nuevas exigencias y tareas del amor al prójimo en la sociedad moderna.

    Amar significa hoy afirmar los derechos de los parados antes que nuestro propio provecho. Renunciar a pequeñas y mezquinas ventajas para contribuir a una mejora social de los marginados. Arriesgar nuestra economía para solidarizarnos con causas que favorecen a los menos privilegiados. Dar con generosidad parte de nuestro tiempo libre al servicio de los más olvidados. Defender y promover la no-violencia como el camino más humano para resolver los conflictos.

    Por mucho que la cultura actual lo olvide, en lo más hondo del ser humano hay una necesidad de amar al necesitado, y de amarlo de manera desinteresada y gratuita. Por eso es bueno que se sigan escuchando las palabras de Jesús: «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón… Amarás a tu prójimo como a ti mismo».[/align]
    [align=right]José Antonio Pagola[/align]

    ATEÍSMO SUPERFICIAL

    [align=justify]Son bastantes los que, durante estos años, han ido pasando de una fe ligera y superficial en Dios a un ateísmo igualmente frívolo e irresponsable. Hay quienes han eliminado de sus vidas toda práctica religiosa y han liquidado cualquier relación con una comunidad creyente. Pero ¿basta con eso para resolver con seriedad la postura personal de uno ante el misterio último de la vida?

    Hay quienes dicen que no creen en la Iglesia ni en «los inventos de los curas», pero creen en Dios. Sin embargo, ¿qué significa creer en un Dios al que nunca se le recuerda, con quien jamás se dialoga, a quien no se le escucha, de quien no se espera nada con gozo?

    Otros proclaman que ya es hora de aprender a vivir sin Dios, enfrentándose a la vida con mayor dignidad y personalidad. Pero, cuando se observa de cerca su vida, no es fácil ver cómo les ha ayudado concretamente el abandono de Dios a vivir una vida más digna y responsable.

    Bastantes se han fabricado su propia religión y se han construido una moral propia a su medida. Nunca han buscado otra cosa que situarse con cierta comodidad en la vida, evitando todo interrogante que cuestionara seriamente su existencia.

    Algunos no sabrían decir si creen en Dios o no. En realidad, no entienden para qué puede servir tal cosa. Ellos viven tan ocupados en trabajar y disfrutar, tan distraídos por los problemas de cada día, los programas de televisión y las revistas del fin de semana que Dios no tiene sitio en sus vidas.

    Pero nos equivocaríamos los creyentes si pensáramos que este ateísmo frívolo se encuentra solamente en esas personas que se atreven a decir en voz alta que no creen en Dios. Este ateísmo puede estar penetrando también en los corazones de los que nos llamamos creyentes: a veces nosotros mismos sabemos que Dios no es el único Señor de nuestra vida, ni siquiera el más importante.

    Hagamos solo una prueba. ¿Qué sentimos en lo más íntimo de nuestra conciencia cuando escuchamos despacio, repetidas veces y con sinceridad estas palabras?: «Escucha: el Señor, nuestro Dios, es el único Señor. Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todas tus fuerzas». ¿Qué espacio ocupa Dios en mi corazón, en mi alma, en mi mente, en todo mi ser?[/align]
    [align=right]José Antonio Pagola[/align]

    También el de Kamiano.

    AMAR A TODOS Y A QUIÉN ES TODO

    [align=justify]Mejor no se puede dibujar ni expresar el significado del Evangelio de este Domingo. Dios y el hombre, el hombre y Dios, y la mujer, y el niño, y la abuela, y la madre que acaba de dar a luz… Dios con nosotros y nosotros con Dios para amar. Lo único realmente importante. Si hubiera que hablar de mandamiento: el del amor. Si hay que hacer algo: amar. Si queremos encontrar a Dios: amando. Como bien dice Fano, esta es la Ley: amor a todo y a quien es todo.

    “Siempre es nuevo el amor” resalta una canción. “Amar es darse a todos los hermanos” reza otro canto… “Nada nos separará…”. Miles de canciones, poemas y, sobre todo, muchísima gente que pone al Señor en el centro de su corazón y a los hermanos junto al Señor.

    El día 1 celebraremos la fiesta de Todos los Santos, los que han sido testigos y maestros en esto del Amor. Fijémonos en ellos. La escuela de la santidad nos da pistas y nos inspira en este Año dela Fe.Y el viernes, recordaremos a nuestros hermanos difuntos, que creyeron y amaron a Jesús Resucitado.

    Intensa semana. Una nueva oportunidad para AMAR.

    Nota: Para la misa de niños proponemos hacer un “corro” delante del altar de personas de diferentes edades: niños, ancianos, padres, madres, etc. Ese corro girará -incluso podría cantar alguna canción alegre de nuestro repertorio parroquial o colegial, dentro del marco litúrgico, claro- y expresará la alegría y la unión. Dios es Comunidad, unión, comunión… Cuando estamos unidos en comunidad nos unimos aún más al Corazón de Dios. Dios nos lleva a amar a los hermanos y los hermanos nos llevan a Dios. Luego, el celebrante puede preguntar a los miembros del “corro” lo que han sentido.[/align]
    [align=right]Dibu: Patxi Velasco FANO

    Texto: Fernando Cordero ss.cc[/align]

    Fraternalmente.-

    #19003
    Anónimo
    Inactivo

    Os dejo los comentarios al Evangelio.

    OLVIDAR LO ESENCIAL

    [align=justify]Se ha dicho que el hombre contemporáneo ha perdido la confianza en el amor. No quiere «sentimentalismos» ni compasiones baratas. Hay que ser eficaces y productivos. La cultura moderna ha optado por la racionalidad económica y el rendimiento material, y tiene miedo al corazón.

    Por eso, en la sociedad actual se teme a las personas enfermas, débiles o necesitadas. Se las encierra en las instituciones o se les encomienda a la Administración, pero nadie las quiere cerca.

    El rico tiene miedo del pobre. Los que tenemos trabajo no deseamos encontramos con quienes están en paro.

    Nos molestan todos aquellos que se nos acercan pidiendo ayuda en nombre de la justicia o del amor.

    Se levantan entre nosotros toda clase de barreras. No queremos cerca a los gitanos. Miramos con recelo a los africanos porque su presencia parece peligrosa. Cada grupo y cada persona se encierra en sí mismo para defenderse mejor.

    Queremos construir una sociedad progresista basándolo todo en la rentabilidad, el crecimiento económico, la competitividad. Recientemente, una inmobiliaria publicaba el siguiente anuncio: «Nuestra filosofía reposa sobre cuatro principios: rentabilidad inmediata, seguridad de emplazamiento, fiscalidad ventajosa y constitución de un patrimonio generador de plus valía».

    Naturalmente, en esta filosofía ya no tiene cabida «el amor al prójimo». Los mismos que se dicen creyentes, tal vez, hablan todavía de caridad cristiana pero terminan más de una vez instalándose en lo que Karl Rahner llamaba «un egoísmo que sabe comportarse decentemente».

    Pero lo importante no son las palabras, sino los hechos. Si queremos ser fieles al principal mandato del Evangelio, los cristianos hemos de ir descubriendo constantemente las nuevas exigencias y tareas del amor al prójimo en la sociedad moderna.

    Amar significa hoy afirmar los derechos de los parados antes que nuestro propio provecho. Renunciar a pequeñas y mezquinas ventajas para contribuir a una mejora social de los marginados. Arriesgar nuestra economía para solidarizarnos con causas que favorecen a los menos privilegiados. Dar con generosidad parte de nuestro tiempo libre al servicio de los más olvidados. Defender y promover la no-violencia como el camino más humano para resolver los conflictos.

    Por mucho que la cultura actual lo olvide, en lo más hondo del ser humano hay una necesidad de amar al necesitado, y de amarlo de manera desinteresada y gratuita. Por eso es bueno que se sigan escuchando las palabras de Jesús: «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón… Amarás a tu prójimo como a ti mismo».[/align]
    [align=right]José Antonio Pagola[/align]

    ATEÍSMO SUPERFICIAL

    [align=justify]Son bastantes los que, durante estos años, han ido pasando de una fe ligera y superficial en Dios a un ateísmo igualmente frívolo e irresponsable. Hay quienes han eliminado de sus vidas toda práctica religiosa y han liquidado cualquier relación con una comunidad creyente. Pero ¿basta con eso para resolver con seriedad la postura personal de uno ante el misterio último de la vida?

    Hay quienes dicen que no creen en la Iglesia ni en «los inventos de los curas», pero creen en Dios. Sin embargo, ¿qué significa creer en un Dios al que nunca se le recuerda, con quien jamás se dialoga, a quien no se le escucha, de quien no se espera nada con gozo?

    Otros proclaman que ya es hora de aprender a vivir sin Dios, enfrentándose a la vida con mayor dignidad y personalidad. Pero, cuando se observa de cerca su vida, no es fácil ver cómo les ha ayudado concretamente el abandono de Dios a vivir una vida más digna y responsable.

    Bastantes se han fabricado su propia religión y se han construido una moral propia a su medida. Nunca han buscado otra cosa que situarse con cierta comodidad en la vida, evitando todo interrogante que cuestionara seriamente su existencia.

    Algunos no sabrían decir si creen en Dios o no. En realidad, no entienden para qué puede servir tal cosa. Ellos viven tan ocupados en trabajar y disfrutar, tan distraídos por los problemas de cada día, los programas de televisión y las revistas del fin de semana que Dios no tiene sitio en sus vidas.

    Pero nos equivocaríamos los creyentes si pensáramos que este ateísmo frívolo se encuentra solamente en esas personas que se atreven a decir en voz alta que no creen en Dios. Este ateísmo puede estar penetrando también en los corazones de los que nos llamamos creyentes: a veces nosotros mismos sabemos que Dios no es el único Señor de nuestra vida, ni siquiera el más importante.

    Hagamos solo una prueba. ¿Qué sentimos en lo más íntimo de nuestra conciencia cuando escuchamos despacio, repetidas veces y con sinceridad estas palabras?: «Escucha: el Señor, nuestro Dios, es el único Señor. Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todas tus fuerzas». ¿Qué espacio ocupa Dios en mi corazón, en mi alma, en mi mente, en todo mi ser?[/align]
    [align=right]José Antonio Pagola[/align]

    También el de Kamiano.

    AMAR A TODOS Y A QUIÉN ES TODO

    [align=justify]Mejor no se puede dibujar ni expresar el significado del Evangelio de este Domingo. Dios y el hombre, el hombre y Dios, y la mujer, y el niño, y la abuela, y la madre que acaba de dar a luz… Dios con nosotros y nosotros con Dios para amar. Lo único realmente importante. Si hubiera que hablar de mandamiento: el del amor. Si hay que hacer algo: amar. Si queremos encontrar a Dios: amando. Como bien dice Fano, esta es la Ley: amor a todo y a quien es todo.

    “Siempre es nuevo el amor” resalta una canción. “Amar es darse a todos los hermanos” reza otro canto… “Nada nos separará…”. Miles de canciones, poemas y, sobre todo, muchísima gente que pone al Señor en el centro de su corazón y a los hermanos junto al Señor.

    El día 1 celebraremos la fiesta de Todos los Santos, los que han sido testigos y maestros en esto del Amor. Fijémonos en ellos. La escuela de la santidad nos da pistas y nos inspira en este Año dela Fe.Y el viernes, recordaremos a nuestros hermanos difuntos, que creyeron y amaron a Jesús Resucitado.

    Intensa semana. Una nueva oportunidad para AMAR.

    Nota: Para la misa de niños proponemos hacer un “corro” delante del altar de personas de diferentes edades: niños, ancianos, padres, madres, etc. Ese corro girará -incluso podría cantar alguna canción alegre de nuestro repertorio parroquial o colegial, dentro del marco litúrgico, claro- y expresará la alegría y la unión. Dios es Comunidad, unión, comunión… Cuando estamos unidos en comunidad nos unimos aún más al Corazón de Dios. Dios nos lleva a amar a los hermanos y los hermanos nos llevan a Dios. Luego, el celebrante puede preguntar a los miembros del “corro” lo que han sentido.[/align]
    [align=right]Dibu: Patxi Velasco FANO

    Texto: Fernando Cordero ss.cc[/align]

    Fraternalmente.-

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