Santos: Pedro Crisologo, presbítero y doctor de la Iglesia; Juan Damasceno, presbítero y doctor de la Iglesia; Clemente Alejandrino, confesor; Annón II, confesor; Bárbara, Emérita, Teófanes, Isa, Tecla, mártires; Sola, presbítero y eremita; Bernardo, Cristiano, Félix, Mauro, Melecio, Marutas, Osmundo, Annón, obispos; Wisinto, monje; Jerónimo de Ángelis y Simón Jempo, mártires en Japón.
San Sola (Sualo, Solas), presbítero y eremita.
Era nacido en Inglaterra.
Pasó con San Bonifacio a Alemania, donde fue discípulo del santo y recibió la ordenación sacerdotal de sus manos.
Al sentirse llamado por el Espíritu Santo a la vida solitaria, su maestro le aconsejó que se retirase a un sitio próximo a Fulda. Después, se trasladó a las riberas del Altmuhl, cerca de Eichstätt, donde vivió en una reducida celda, entregado a la penitencia y la oración. Después del martirio de San Bonifacio, los santos hermanos Wilibaldo, obispo, y Winebaldo, sacerdote, le exhortaron a convertir su celda en el centro religioso de la región. Para ello le regalaron unas tierras, en las que se erigió más tarde la abadía de Solnhofen, que dependía de la de Fulda.
Murió el 4 de diciembre de año 794, y se construyó una capilla en el sitio en que el santo había tenido su oratorio.
El pueblecito de Solnhofen, al oeste de Eichstätt, perpetúa la memoria del nombre de San Sola.