Inicio Foros Formación cofrade Evangelio Dominical y Festividades Evangelio domingo 09/02/2020 5º de Tiempo Ordinario Ciclo A

  • Este debate está vacío.
Viendo 3 entradas - de la 1 a la 3 (de un total de 3)
  • Autor
    Entradas
  • #11277
    Anónimo
    Inactivo

    «Vosotros sois la luz del mundo.»

    Lectura del santo Evangelio según San Mateo

    En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

    «Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán?

    No sirve más que para tirarla fuera y que la pise la gente.

    Vosotros sois la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte.

    Tampoco se enciende una lámpara para meterla debajo del celemín, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de casa.

    Alumbre así vuestra luz a los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en el cielo».

    Palabra del Señor.

    #13000
    Anónimo
    Inactivo

    Os dejo los comentarios al Evangelio del domingo.

    LA LUZ DE LAS BUENAS OBRAS

    Los seres humanos tendemos a aparecer ante los demás como más inteligentes, más buenos, más nobles de lo que realmente somos. Nos pasamos la vida tratando de aparentar ante los demás y ante nosotros mismos una perfección que no poseemos.

    Los psicólogos dicen que esta tendencia se debe, sobre todo, al deseo de afirmarnos ante nosotros mismos y ante los otros, para defendernos así de su posible superioridad.

    Nos falta la verdad de «las buenas obras», y llenamos nuestra vida de palabrería y de toda clase de disquisiciones. No somos capaces de dar al hijo un ejemplo de vida digna, y nos pasamos los días exigiéndole lo que nosotros no vivimos.

    No somos coherentes con nuestra fe cristiana, y tratamos de justificarnos criticando a quienes han abandonado la práctica religiosa. No somos testigos del evangelio, y nos dedicamos a predicarlo a otros.

    Tal vez hayamos de comenzar por reconocer pacientemente nuestras incoherencias, para presentar a los demás solo la verdad de nuestra vida. Si tenemos el coraje de aceptar nuestra mediocridad, nos abriremos más fácilmente a la acción de ese Dios que puede transformar todavía nuestra vida.

    Jesús habla del peligro de que «la sal se vuelva sosa». San Juan de la Cruz lo dice de otra manera: «Dios os libre que se comience a envanecer la sal, que, aunque más parezca que hace algo por fuera, en sustancia no será nada, cuando está cierto que las buenas obras no se pueden hacer sino en virtud de Dios».

    Para ser «sal de la tierra», lo importante no es el activismo, la agitación, el protagonismo superficial, sino «las buenas obras» que nacen del amor y de la acción del Espíritu en nosotros.

    Con qué atención deberíamos escuchar hoy en la Iglesia estas palabras del mismo Juan de la Cruz: «Adviertan, pues, aquí los que son muy activos y piensan ceñir el mundo con sus predicaciones y obras exteriores, que mucho más provecho harían a la Iglesia y mucho más agradarían a Dios… si gastasen siquiera la mitad de ese tiempo en estarse con Dios en oración».

    De lo contrario, según el místico doctor, «todo es martillear y hacer poco más que nada, y a veces nada, y aún a veces daño». En medio de tanta actividad y agitación, ¿dónde están nuestras «buenas obras»? Jesús decía a sus discípulos: «Alumbre vuestra luz a los hombres para que vean vuestras buenas obras y den gloria al Padre».

    José Antonio Pagola

    También el de Kamiano.

    TENGAMOS LAS MANOS UNIDAS.

    Somos Iglesia, sal para el mundo, en manos de Dios. Tengamos las Manos Unidas, de generación en generación, para ser sal y luz del mundo, para cuidar el Planeta, nuestra Casa común.

    No seamos unos sosos. Para darle calor y sabor a este mundo frío y desabrido, el Padre pone en manos de la comunidad eclesial el salero de la Palabra, de la celebración de los sacramentos, del servicio y del testimonio.

    La sal que da más sabor es la de quienes transmiten el Evangelio de Jesús en su vida cotidiana. La de esos cristianos que, de una manera sencilla pero comprometida, saben que su existencia está conectada a que el Reinado de Dios se haga presente.

    Preguntas para la semana: ¿Dónde se nota que soy sal? ¿Realmente soy sal? ¿Por qué a veces adopto una postura “sosa” o descomprometida? ¿Siento realmente que el Padre Dios me llama a anunciar la Buena Noticia?

    Dibujo: Patxi Velasco FANO

    Texto: Fernando Cordero ss.cc.

    #19053
    Anónimo
    Inactivo

    Os dejo los comentarios al Evangelio del domingo.

    LA LUZ DE LAS BUENAS OBRAS

    Los seres humanos tendemos a aparecer ante los demás como más inteligentes, más buenos, más nobles de lo que realmente somos. Nos pasamos la vida tratando de aparentar ante los demás y ante nosotros mismos una perfección que no poseemos.

    Los psicólogos dicen que esta tendencia se debe, sobre todo, al deseo de afirmarnos ante nosotros mismos y ante los otros, para defendernos así de su posible superioridad.

    Nos falta la verdad de «las buenas obras», y llenamos nuestra vida de palabrería y de toda clase de disquisiciones. No somos capaces de dar al hijo un ejemplo de vida digna, y nos pasamos los días exigiéndole lo que nosotros no vivimos.

    No somos coherentes con nuestra fe cristiana, y tratamos de justificarnos criticando a quienes han abandonado la práctica religiosa. No somos testigos del evangelio, y nos dedicamos a predicarlo a otros.

    Tal vez hayamos de comenzar por reconocer pacientemente nuestras incoherencias, para presentar a los demás solo la verdad de nuestra vida. Si tenemos el coraje de aceptar nuestra mediocridad, nos abriremos más fácilmente a la acción de ese Dios que puede transformar todavía nuestra vida.

    Jesús habla del peligro de que «la sal se vuelva sosa». San Juan de la Cruz lo dice de otra manera: «Dios os libre que se comience a envanecer la sal, que, aunque más parezca que hace algo por fuera, en sustancia no será nada, cuando está cierto que las buenas obras no se pueden hacer sino en virtud de Dios».

    Para ser «sal de la tierra», lo importante no es el activismo, la agitación, el protagonismo superficial, sino «las buenas obras» que nacen del amor y de la acción del Espíritu en nosotros.

    Con qué atención deberíamos escuchar hoy en la Iglesia estas palabras del mismo Juan de la Cruz: «Adviertan, pues, aquí los que son muy activos y piensan ceñir el mundo con sus predicaciones y obras exteriores, que mucho más provecho harían a la Iglesia y mucho más agradarían a Dios… si gastasen siquiera la mitad de ese tiempo en estarse con Dios en oración».

    De lo contrario, según el místico doctor, «todo es martillear y hacer poco más que nada, y a veces nada, y aún a veces daño». En medio de tanta actividad y agitación, ¿dónde están nuestras «buenas obras»? Jesús decía a sus discípulos: «Alumbre vuestra luz a los hombres para que vean vuestras buenas obras y den gloria al Padre».

    José Antonio Pagola

    También el de Kamiano.

    TENGAMOS LAS MANOS UNIDAS.

    Somos Iglesia, sal para el mundo, en manos de Dios. Tengamos las Manos Unidas, de generación en generación, para ser sal y luz del mundo, para cuidar el Planeta, nuestra Casa común.

    No seamos unos sosos. Para darle calor y sabor a este mundo frío y desabrido, el Padre pone en manos de la comunidad eclesial el salero de la Palabra, de la celebración de los sacramentos, del servicio y del testimonio.

    La sal que da más sabor es la de quienes transmiten el Evangelio de Jesús en su vida cotidiana. La de esos cristianos que, de una manera sencilla pero comprometida, saben que su existencia está conectada a que el Reinado de Dios se haga presente.

    Preguntas para la semana: ¿Dónde se nota que soy sal? ¿Realmente soy sal? ¿Por qué a veces adopto una postura “sosa” o descomprometida? ¿Siento realmente que el Padre Dios me llama a anunciar la Buena Noticia?

    Dibujo: Patxi Velasco FANO

    Texto: Fernando Cordero ss.cc.

Viendo 3 entradas - de la 1 a la 3 (de un total de 3)
  • Debes estar registrado para responder a este debate.