Santos: Clara, virgen; Agilberta, confesor; Sereno, Rufino, Taurino, Gauderico, obispos; Digna, Donaldo, Eliano, Filomena, Neófito, Gayo, Gayano, Zenón, Tiburcio, Marcio, Macario, mártires; Rustícula, Equicio, abades; Susana, Lelia, Digna, vírgenes; Gerardo, eremita.
San Tiburcio, mártir.
Nuestro santo de hoy, es famoso por el epitafio que le dedicó el Papa San Dámaso, pero desgraciadamente la inscripción no incluye ningún detalle biográfico. Según la tradición, Tiburcio era un subdiácono romano. Entregado a los perseguidores por un apóstata, compareció ante el prefecto Fabiano. Gracias a su fe, salió ileso de los carbones ardientes sobre los que le obligaron a caminar. Pero los perseguidores atribuyeron ese milagro a la magia y decapitaron al mártir en la Vía Labicana, a cinco kilómetros de Roma. Estos detalles se hallan en las «actas de San Sebastián», que no merecen crédito alguno, pero está fuera de duda que San Tiburcio fue realmente sepultado en la Vía Labicana, en un sitio que se llama «Los Dos Laureles», donde más tarde se construyó una iglesia.