Inicio Foros Formación cofrade Evangelio Dominical y Festividades Evangelio del domingo 20/05/2012 La Ascensión del Señor

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  • #7745
    Anónimo
    Inactivo

    Subió al cielo y se sentó a la derecha de Dios.

    Conclusión del santo evangelio según san Marcos 16,15-20

    En aquel tiempo, se apareció Jesús a los Once y les dijo:

    – «ld al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación.

    El que crea y se bautice se salvará; el que se resista a creer será condenado.

    A los que crean, les acompañarán estos signos: echarán demonios en m¡ nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán serpientes en sus manos y, si beben un veneno mortal, no les hará daño. Impondrán las manos a los enfermos, y quedarán sanos.»

    Después de hablarles, el Señor Jesús subió al cielo y se sentó a la derecha de Dios.

    Ellos se fueron a pregonar el Evangelio por todas partes, y el Señor cooperaba confirmando la palabra con las señales que los acompañaban.

    Palabra del Señor.

    #12256
    Anónimo
    Inactivo

    Os adjunto los comentarios.

    ENTREGAR LA VIDA

    [align=justify]Hay muchas formas de vivir y también de morir. La muerte parece igual para todos pero no es así. Cada persona la vive a su manera. Cada uno se adentra en su misterio desde una actitud propia y personal. No es lo mismo morir entregando confiadamente la vida que morir rebelándose ante lo inevitable.

    Para quien se agarra a esta vida como un bien definitivo, la muerte es la máxima desgracia, el enemigo supremo que nos ataca desde fuera y nos arrebata lo más precioso que tenemos: ese aliento misterioso que nos hace existir. Pero, ¿es posible acercarse a la muerte desde otra actitud?

    Para un creyente, la vida es un regalo. El gran regalo que recibimos gratuitamente del Creador. No es una posesión. No es algo que hemos fabricado nosotros. Yo no hago nada para que la sangre corra por mis venas. No trabajo para hacer latir a mi corazón. Vivo sostenido misteriosamente por Dios.

    Quien vive desde esa actitud, sin sentirse dueño y señor exclusivo de su existencia, puede morir entregando confiadamente su vida al Creador. No es fácil. La muerte no pierde nunca su trágica seriedad. Pero morir se convierte en un acto de fe, el acto de fe más grande que podemos hacer los humanos: poner nuestra existencia definitiva en manos de Aquel que es la fuente misteriosa de nuestro ser.

    No es lo mismo morir «que entregar la vida». Para quien entrega la vida, la muerte no es algo que le sobreviene fatalmente desde fuera, sino el abandono confiado en Dios. Este «entregar la vida» no es necesariamente un acto puntual que se ha de hacer en el momento final. Es una orientación de toda la vida. La entrega final se prepara de muchas maneras y no es sino la culminación de todo un estilo de vivir.

    La muerte se anticipa en muchas pequeñas muertes. La entrega se anticipa en muchas pequeñas entregas. Es la renuncia al afán de preservar la vida en este mundo la que nos conduce a disfrutar para siempre de la vida eterna. A Jesús nadie le arrebató la vida, la entregó él confiadamente al Padre. Por eso, Dios lo resucitó.

    Éste es el núcleo de la fiesta cristiana de la Ascensión.

    LA MEJOR NOTICIA

    Hacia el año 9 a.C., los pueblos griegos de la provincia romana de Asia tomaron la decisión de cambiar el calendario. En adelante la historia de la Humanidad no se contaría a partir de la fundación de Roma, sino a partir del nacimiento de Augusto. La razón era de peso. Él había sido «Buena Noticia» (euangelion) para todos, pues había traído la paz introduciendo en el mundo un orden nuevo. Augusto era el gran «bienhechor» y «salvador».

    Los cristianos comenzaron a proclamar un mensaje muy diferente: «La Buena Noticia no es Augusto sino Jesús». Por eso, el evangelista Marcos tituló así su evangelio: «Buena Noticia de Jesús, el Mesías, Hijo de Dios». Y por eso, en su evangelio, el mandato final del resucitado es éste: «Id al mundo entero y proclamad la Buena Noticia a toda la creación».

    «Buena noticia» es algo que, en medio de tantas experiencias malas, trae a la vida de la gente una esperanza nueva. Las «buenas noticias» aportan luz, despiertan la alegría, dan un sentido nuevo a todo, animan a vivir de manera más abierta y fraterna. Todo esto y más es Jesús, pero ¿cómo proclamarlo hoy como Buena Noticia?

    Podemos explicar doctrinas sublimes acerca de Jesús: en él está la «salvación» de la humanidad, la «redención» del mundo, la «liberación» definitiva de nuestra esclavitud, la «divinización» del ser humano. Todo esto es cierto, pero no basta. No es lo mismo exponer verdades cuyo contenido es teóricamente bueno para el mundo, que hacer que la gente pueda experimentarle a Jesús como algo «nuevo» y «bueno» en su propia vida.

    No es difícil entender por qué la gente le sentía a Jesús como «Buena Noticia». Todo lo que él decía les hacía bien: les quitaba el miedo a Dios, les hacía sentir su misericordia, les ayudaba a vivir comprendidos y perdonados. Toda su manera de ser era algo bueno para todos: era compasivo y cercano, acogía a los más olvidados, abrazaba a los más pequeños, bendecía a los enfermos, se fijaba en los últimos. Toda su actuación introducía en la vida de las personas algo bueno: salud, perdón, verdad, fuerza interior, esperanza. ¡Era una suerte encontrarse con él![/align]

    También el de Kamiano:

    [align=justify]Con la fiesta de la Ascensión de Jesús, llega nuestro turno, el turno de todos sus amigos para ir anunciando por todo el mundo su Palabra, atravesada de tanto Amor. Dios tiene Corazón. Un Corazón enorme que quiere ser conocido y amado. Por eso en esta Jornada Mundial de las Comunicaciones sociales pedimos por todos los que se dedican al anuncio del Evangelio y por todos los comunicadores, periodistas, delegados de medios, catequistas, anunciadores dela Palabra. Por toda la gente que hace de su vida un testimonio sencillo y eficaz de cuánto nos quiere el Señor. Es tiempo de anunciar impulsados por Jesús Resucitado y por su Espíritu. El mundo está necesitado de esta noticia de vida y de transformación.

    La Ascensión es una fiesta que nos impulsa, un trampolín para que no tengamos miedo y transmitamos en nuestras vasijas de barro lo que gratis hemos recibido.

    Por último, un mensajito de Patxi al que me sumo, claro: “Felicidades y ánimo a todos los que os dedicáis a la comunicación”.[/align]

    Fraternalmente.-

    #18309
    Anónimo
    Inactivo

    Os adjunto los comentarios.

    ENTREGAR LA VIDA

    [align=justify]Hay muchas formas de vivir y también de morir. La muerte parece igual para todos pero no es así. Cada persona la vive a su manera. Cada uno se adentra en su misterio desde una actitud propia y personal. No es lo mismo morir entregando confiadamente la vida que morir rebelándose ante lo inevitable.

    Para quien se agarra a esta vida como un bien definitivo, la muerte es la máxima desgracia, el enemigo supremo que nos ataca desde fuera y nos arrebata lo más precioso que tenemos: ese aliento misterioso que nos hace existir. Pero, ¿es posible acercarse a la muerte desde otra actitud?

    Para un creyente, la vida es un regalo. El gran regalo que recibimos gratuitamente del Creador. No es una posesión. No es algo que hemos fabricado nosotros. Yo no hago nada para que la sangre corra por mis venas. No trabajo para hacer latir a mi corazón. Vivo sostenido misteriosamente por Dios.

    Quien vive desde esa actitud, sin sentirse dueño y señor exclusivo de su existencia, puede morir entregando confiadamente su vida al Creador. No es fácil. La muerte no pierde nunca su trágica seriedad. Pero morir se convierte en un acto de fe, el acto de fe más grande que podemos hacer los humanos: poner nuestra existencia definitiva en manos de Aquel que es la fuente misteriosa de nuestro ser.

    No es lo mismo morir «que entregar la vida». Para quien entrega la vida, la muerte no es algo que le sobreviene fatalmente desde fuera, sino el abandono confiado en Dios. Este «entregar la vida» no es necesariamente un acto puntual que se ha de hacer en el momento final. Es una orientación de toda la vida. La entrega final se prepara de muchas maneras y no es sino la culminación de todo un estilo de vivir.

    La muerte se anticipa en muchas pequeñas muertes. La entrega se anticipa en muchas pequeñas entregas. Es la renuncia al afán de preservar la vida en este mundo la que nos conduce a disfrutar para siempre de la vida eterna. A Jesús nadie le arrebató la vida, la entregó él confiadamente al Padre. Por eso, Dios lo resucitó.

    Éste es el núcleo de la fiesta cristiana de la Ascensión.

    LA MEJOR NOTICIA

    Hacia el año 9 a.C., los pueblos griegos de la provincia romana de Asia tomaron la decisión de cambiar el calendario. En adelante la historia de la Humanidad no se contaría a partir de la fundación de Roma, sino a partir del nacimiento de Augusto. La razón era de peso. Él había sido «Buena Noticia» (euangelion) para todos, pues había traído la paz introduciendo en el mundo un orden nuevo. Augusto era el gran «bienhechor» y «salvador».

    Los cristianos comenzaron a proclamar un mensaje muy diferente: «La Buena Noticia no es Augusto sino Jesús». Por eso, el evangelista Marcos tituló así su evangelio: «Buena Noticia de Jesús, el Mesías, Hijo de Dios». Y por eso, en su evangelio, el mandato final del resucitado es éste: «Id al mundo entero y proclamad la Buena Noticia a toda la creación».

    «Buena noticia» es algo que, en medio de tantas experiencias malas, trae a la vida de la gente una esperanza nueva. Las «buenas noticias» aportan luz, despiertan la alegría, dan un sentido nuevo a todo, animan a vivir de manera más abierta y fraterna. Todo esto y más es Jesús, pero ¿cómo proclamarlo hoy como Buena Noticia?

    Podemos explicar doctrinas sublimes acerca de Jesús: en él está la «salvación» de la humanidad, la «redención» del mundo, la «liberación» definitiva de nuestra esclavitud, la «divinización» del ser humano. Todo esto es cierto, pero no basta. No es lo mismo exponer verdades cuyo contenido es teóricamente bueno para el mundo, que hacer que la gente pueda experimentarle a Jesús como algo «nuevo» y «bueno» en su propia vida.

    No es difícil entender por qué la gente le sentía a Jesús como «Buena Noticia». Todo lo que él decía les hacía bien: les quitaba el miedo a Dios, les hacía sentir su misericordia, les ayudaba a vivir comprendidos y perdonados. Toda su manera de ser era algo bueno para todos: era compasivo y cercano, acogía a los más olvidados, abrazaba a los más pequeños, bendecía a los enfermos, se fijaba en los últimos. Toda su actuación introducía en la vida de las personas algo bueno: salud, perdón, verdad, fuerza interior, esperanza. ¡Era una suerte encontrarse con él![/align]

    También el de Kamiano:

    [align=justify]Con la fiesta de la Ascensión de Jesús, llega nuestro turno, el turno de todos sus amigos para ir anunciando por todo el mundo su Palabra, atravesada de tanto Amor. Dios tiene Corazón. Un Corazón enorme que quiere ser conocido y amado. Por eso en esta Jornada Mundial de las Comunicaciones sociales pedimos por todos los que se dedican al anuncio del Evangelio y por todos los comunicadores, periodistas, delegados de medios, catequistas, anunciadores dela Palabra. Por toda la gente que hace de su vida un testimonio sencillo y eficaz de cuánto nos quiere el Señor. Es tiempo de anunciar impulsados por Jesús Resucitado y por su Espíritu. El mundo está necesitado de esta noticia de vida y de transformación.

    La Ascensión es una fiesta que nos impulsa, un trampolín para que no tengamos miedo y transmitamos en nuestras vasijas de barro lo que gratis hemos recibido.

    Por último, un mensajito de Patxi al que me sumo, claro: “Felicidades y ánimo a todos los que os dedicáis a la comunicación”.[/align]

    Fraternalmente.-

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