Inicio Foros Formación cofrade Evangelio Dominical y Festividades Evangelio del domingo 03/06/2012 Santísima Trinidad

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    Anónimo
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    Bautizados en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo

    Lectura del santo evangelio según san Mateo 28, 16-20

    En aquel tiempo, los once discípulos se fueron a Galilea, al monte que Jesús les habla indicado.

    Al verlo, ellos se postraron, pero algunos vacilaban.

    Acercándose a ellos, Jesús les dijo:

    – «Se me ha dado pleno poder en el cielo y en la tierra.

    Id y haced discípulos de todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; y enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado.

    Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.»

    Palabra del Señor.

    #12261
    Anónimo
    Inactivo

    [align=justify]Os adjunto los comentarios al Evangelio.

    Ternura

    El misterio de Dios supera infinitamente lo que la mente humana puede captar. Pero Dios ha creado nuestro corazón con un deseo infinito de buscarle de tal manera que no encontrará descanso más que en él. Nuestro corazón con su deseo insaciable de amar y ser amado nos abre un resquicio para intuir el misterio inefable de Dios.

    En las páginas del delicioso relato de El Principito escrito por Antoine Saint-Exupéry se hace esta admirable afirmación: «Sólo con el corazón se puede ver bien; lo esencial es invisible a los ojos».

    Es una forma bella de exponer la intuición de los teólogos medievales que ya entonces decían en sus escritos: «Ubi amor, ibi est oculus»: «donde reina el amor, allí hay ojos que saben ver». San Agustín lo había dicho también de un modo más directo: «Si ves el amor, ves la Trinidad».

    Cuando el cristianismo habla de la Trinidad quiere decir que Dios, en su misterio más íntimo, es amor compartido.

    Fraternalmente.-

    Dios no es una idea oscura y abstracta; no es una energía oculta, una fuerza peligrosa; no es un ser solitario y sin rostro, apagado e indiferente; no es una sustancia fría e impenetrable. Dios es Ternura desbordante de amor.

    Ese Dios trinitario es fuente y cumbre de toda ternura. La ternura inscrita en el ser humano tiene su origen y su meta en la Ternura que constituye el misterio de Dios. Por eso, la ternura no es un sentimiento más; es signo de madurez y vitalidad interior; brota en un corazón libre, capaz de ofrecer y de recibir amor, un corazón «parecido» al de Dios.

    La ternura es sin duda la huella más clara de Dios en la creación; lo mejor que ha desarrollado la historia humana; lo que mide el grado de humanidad y comprensión de una persona. Esta ternura se opone a dos actitudes muy difundidas en nuestra cultura: la «dureza de corazón» entendida como barrera, como muro, como apatía e indiferencia ante el otro; el «repliegue sobre uno mismo», el egocentrismo, la soberbia, la ausencia de solicitud y cuidado del otro.

    El mundo se encuentra ante una grave alternativa entre una cultura de la ternura y, por tanto, del amor y de la vida, o una cultura del egoísmo, y por tanto, de la indiferencia, la violencia y la muerte. Quienes creen en la Trinidad saben qué han de promover.

    LA FIESTA DE DIOS

    ¿Cómo se comunicaba Jesús con Dios?, ¿qué sentimientos despertaba en su corazón?, ¿cómo le experimentaba día a día? Una cuidadosa investigación lleva a una doble conclusión: Jesús le sentía a Dios como Padre, y lo vivía todo impulsado por su Espíritu.

    Jesús se sentía «hijo querido» de Dios. Siempre que se comunica con él, lo llama Padre. No le sale otra palabra. Para él, Dios no es el «Santo» del que hablan todos, sino el «Compasivo». No habita en el Templo acogiendo sólo a los de corazón limpio y manos inocentes. Jesús lo ve llenando la creación entera, sin excluir a nadie de su amor compasivo. Cada mañana disfruta porque Dios hace salir su sol sobre buenos y malos.

    Ese Padre tiene un gran proyecto en su corazón: hacer de la tierra una casa habitable. Jesús no duda. Dios no descansará hasta ver a sus hijos e hijas disfrutando juntos de una fiesta final. Nadie lo podrá impedir: ni la crueldad de la muerte ni la injusticia de los hombres. Como nadie puede impedir que llegue la primavera y lo llene todo de vida.

    Jesús vive lleno de Dios, y movido por su Espíritu, sólo se dedica a una cosa : hacer un mundo más humano para todos. Todos han de conocer la Buena Noticia, sobre todo los que menos se lo esperan: los pecadores y los despreciados. Dios no da a nadie por perdido. A todos busca, a todos llama. No vive controlando a sus hijos, sino abriendo a cada uno caminos hacia una vida más humana. Quien escucha hasta el fondo su propio corazón, le está escuchando a él.

    Ese Espíritu le empuja a Jesús hacia los que más sufren. Es normal, pues ve grabados en el corazón de Dios los nombres de los más solos y desgraciados. Los que para nosotros no son nadie, ésos son precisamente los predilectos de Dios. Jesús sabía que a ese Dios no le entienden los grandes sino los pequeños. Su amor lo descubren quienes le buscan porque no tienen a nadie que enjugue sus lágrimas.

    La mejor manera de creer en el Dios trinitario no es tratar de entender las explicaciones de los teólogos, sino seguir los pasos de Jesús que vivió como Hijo querido de un Dios Padre y que, movido por su Espíritu, se dedicó a hacer un mundo más amable para todos. Es bueno recordarlo hoy que celebramos la fiesta de Dios.

    También el de Kamiano:

    Cada día del año, ya sea festivo o laborable, en otoño y en primavera, en invierno o en verano, en junio, septiembre o diciembre… Hoy y siempre está presente en nuestra vida la corriente que nos llega a través del Amor del Padre, del Hijo y del Espíritu. Ese Amor permanece en nosotros, se nos comunica, nos engancha y transforma.

    Dios, misterio de Amor, comunidad perfecta de donación y de entrega, se vuelca en sus criaturas, para que nosotros, imágenes a veces un tanto “descoloridas” nos animemos en parecernos al que es nuestra fuente, origen y meta.

    Jesús irrumpe en nuestro calendario vital para que, siguiendo sus huellas, atisbemos la relación de Amor más fuerte que la muerte y totalmente desbordante: el Amor de la Trinidad, Amor de tres en uno, de vida volcada sin fisuras de egoísmo ni de intereses que no sean los de amar, a fondo perdido, como las corrientes de los ríos que van al mar, al mar dela Vida.

    ¡Feliz fiesta dela Santísima Trinidad! ¡Feliz fiesta que nos revela el misterio y la grandeza de Dios! Gracias, Señor, por tu permanente compañía en este viaje de la vida.[/align]

    #18314
    Anónimo
    Inactivo

    [align=justify]Os adjunto los comentarios al Evangelio.

    Ternura

    El misterio de Dios supera infinitamente lo que la mente humana puede captar. Pero Dios ha creado nuestro corazón con un deseo infinito de buscarle de tal manera que no encontrará descanso más que en él. Nuestro corazón con su deseo insaciable de amar y ser amado nos abre un resquicio para intuir el misterio inefable de Dios.

    En las páginas del delicioso relato de El Principito escrito por Antoine Saint-Exupéry se hace esta admirable afirmación: «Sólo con el corazón se puede ver bien; lo esencial es invisible a los ojos».

    Es una forma bella de exponer la intuición de los teólogos medievales que ya entonces decían en sus escritos: «Ubi amor, ibi est oculus»: «donde reina el amor, allí hay ojos que saben ver». San Agustín lo había dicho también de un modo más directo: «Si ves el amor, ves la Trinidad».

    Cuando el cristianismo habla de la Trinidad quiere decir que Dios, en su misterio más íntimo, es amor compartido.

    Fraternalmente.-

    Dios no es una idea oscura y abstracta; no es una energía oculta, una fuerza peligrosa; no es un ser solitario y sin rostro, apagado e indiferente; no es una sustancia fría e impenetrable. Dios es Ternura desbordante de amor.

    Ese Dios trinitario es fuente y cumbre de toda ternura. La ternura inscrita en el ser humano tiene su origen y su meta en la Ternura que constituye el misterio de Dios. Por eso, la ternura no es un sentimiento más; es signo de madurez y vitalidad interior; brota en un corazón libre, capaz de ofrecer y de recibir amor, un corazón «parecido» al de Dios.

    La ternura es sin duda la huella más clara de Dios en la creación; lo mejor que ha desarrollado la historia humana; lo que mide el grado de humanidad y comprensión de una persona. Esta ternura se opone a dos actitudes muy difundidas en nuestra cultura: la «dureza de corazón» entendida como barrera, como muro, como apatía e indiferencia ante el otro; el «repliegue sobre uno mismo», el egocentrismo, la soberbia, la ausencia de solicitud y cuidado del otro.

    El mundo se encuentra ante una grave alternativa entre una cultura de la ternura y, por tanto, del amor y de la vida, o una cultura del egoísmo, y por tanto, de la indiferencia, la violencia y la muerte. Quienes creen en la Trinidad saben qué han de promover.

    LA FIESTA DE DIOS

    ¿Cómo se comunicaba Jesús con Dios?, ¿qué sentimientos despertaba en su corazón?, ¿cómo le experimentaba día a día? Una cuidadosa investigación lleva a una doble conclusión: Jesús le sentía a Dios como Padre, y lo vivía todo impulsado por su Espíritu.

    Jesús se sentía «hijo querido» de Dios. Siempre que se comunica con él, lo llama Padre. No le sale otra palabra. Para él, Dios no es el «Santo» del que hablan todos, sino el «Compasivo». No habita en el Templo acogiendo sólo a los de corazón limpio y manos inocentes. Jesús lo ve llenando la creación entera, sin excluir a nadie de su amor compasivo. Cada mañana disfruta porque Dios hace salir su sol sobre buenos y malos.

    Ese Padre tiene un gran proyecto en su corazón: hacer de la tierra una casa habitable. Jesús no duda. Dios no descansará hasta ver a sus hijos e hijas disfrutando juntos de una fiesta final. Nadie lo podrá impedir: ni la crueldad de la muerte ni la injusticia de los hombres. Como nadie puede impedir que llegue la primavera y lo llene todo de vida.

    Jesús vive lleno de Dios, y movido por su Espíritu, sólo se dedica a una cosa : hacer un mundo más humano para todos. Todos han de conocer la Buena Noticia, sobre todo los que menos se lo esperan: los pecadores y los despreciados. Dios no da a nadie por perdido. A todos busca, a todos llama. No vive controlando a sus hijos, sino abriendo a cada uno caminos hacia una vida más humana. Quien escucha hasta el fondo su propio corazón, le está escuchando a él.

    Ese Espíritu le empuja a Jesús hacia los que más sufren. Es normal, pues ve grabados en el corazón de Dios los nombres de los más solos y desgraciados. Los que para nosotros no son nadie, ésos son precisamente los predilectos de Dios. Jesús sabía que a ese Dios no le entienden los grandes sino los pequeños. Su amor lo descubren quienes le buscan porque no tienen a nadie que enjugue sus lágrimas.

    La mejor manera de creer en el Dios trinitario no es tratar de entender las explicaciones de los teólogos, sino seguir los pasos de Jesús que vivió como Hijo querido de un Dios Padre y que, movido por su Espíritu, se dedicó a hacer un mundo más amable para todos. Es bueno recordarlo hoy que celebramos la fiesta de Dios.

    También el de Kamiano:

    Cada día del año, ya sea festivo o laborable, en otoño y en primavera, en invierno o en verano, en junio, septiembre o diciembre… Hoy y siempre está presente en nuestra vida la corriente que nos llega a través del Amor del Padre, del Hijo y del Espíritu. Ese Amor permanece en nosotros, se nos comunica, nos engancha y transforma.

    Dios, misterio de Amor, comunidad perfecta de donación y de entrega, se vuelca en sus criaturas, para que nosotros, imágenes a veces un tanto “descoloridas” nos animemos en parecernos al que es nuestra fuente, origen y meta.

    Jesús irrumpe en nuestro calendario vital para que, siguiendo sus huellas, atisbemos la relación de Amor más fuerte que la muerte y totalmente desbordante: el Amor de la Trinidad, Amor de tres en uno, de vida volcada sin fisuras de egoísmo ni de intereses que no sean los de amar, a fondo perdido, como las corrientes de los ríos que van al mar, al mar dela Vida.

    ¡Feliz fiesta dela Santísima Trinidad! ¡Feliz fiesta que nos revela el misterio y la grandeza de Dios! Gracias, Señor, por tu permanente compañía en este viaje de la vida.[/align]

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