Inicio Foros Formación cofrade Evangelio Dominical y Festividades Evangelio del domingo 15/07/2012

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  • #7820
    Anónimo
    Inactivo

    Los fue enviando de dos en dos.

    Lectura del santo evangelio según San Marcos 6, 7-13

    En aquel tiempo, llamó Jesús a los Doce y los fue enviando de dos en dos, dándoles autoridad sobre los espíritus inmundos. Les encargó que llevaran para el camino un bastón y nada más, pero ni pan, ni alforja, ni dinero suelto en la faja; que llevasen sandalias, pero no una túnica de repuesto.

    Y añadió:

    – «Quedaos en la casa donde entréis, hasta que os vayáis de aquel sitio.

    Y si un lugar no os recibe ni os escucha, al marcharos sacudíos el polvo de los pies, para probar su culpa.»

    Ellos salieron a predicar la conversión, echaban muchos demonios, ungían con aceite a muchos enfermos y los curaban.

    Palabra del Señor.

    #12266
    Anónimo
    Inactivo

    Con retraso os dejo los comentarios.

    CON POCAS COSAS

    [align=justify]¿Qué ha podido pasar para distanciarnos tanto de aquel proyecto inicial de Jesús?

    ¿Dónde ha quedado el encargo del Maestro?

    ¿Quién sigue escuchando hoy su deseo?

    Pocos gestos nos descubren mejor la intención original de Jesús como éste que nos relata el pasaje evangélico de hoy.

    Jesús envía a sus discípulos de dos en dos, sin alforjas, dinero ni túnica de repuesto, con una única misión: «predicar la conversión».

    Basta un amigo, un bastón y unas sandalias, para adentrarse por los caminos de la vida anunciando a todos ese cambio que necesitamos para descubrir el secreto último de la vida y el camino hacia una verdadera liberación.

    No desvirtuemos el encargo de Jesús rápidamente. No pensemos que se trata de una utopía ingenua, propia quizás de una sociedad seminómada ya superada, pero imposible en un mundo como el nuestro.

    Aquí hay algo que no podemos eludir. El evangelio es anunciado por aquéllos que saben vivir con sencillez. Hombres y mujeres libres, que conocen el gozo de caminar por la vida sin sentirse esclavos de las cosas.

    No son los poderosos, los financieros, los tecnócratas, los grandes estrategas de la política, los que van a construir sin más un mundo más humano.

    No son las conferencias, las protestas y manifestaciones las que van a lograr una mejora profunda de nuestra sociedad.

    Esta sociedad necesita descubrir que hay que volver a las cosas sencillas de la vida. No basta con aumentar la producción y alcanzar un mayor nivel de vida. No es suficiente ganar siempre más, comprar más y más cosas, lograr siempre mejores comodidades.

    Puede uno poseer todo lo que se puede desear, y permanecer todavía insatisfecho. Si seguimos esclavos del reclamo propagandístico de la televisión, pronto no habrá nadie contento con lo que tiene.

    Esta sociedad necesita como nunca el impacto de hombres y mujeres que sepan vivir con pocas cosas. Creyentes capaces de demostrar que la felicidad no está en acumular bienes.

    Alguien que nos recuerde que no somos ricos cuando poseemos muchas cosas, sino cuando sabemos disfrutarlas con sencillez y compartirlas con generosidad. Alguien que nos grite con su vida que un hombre que no sabe amar es un cero colosal, un fracaso total, por muchos que sean sus bienes y sus éxitos.

    Quienes viven una vida sencilla y una solidaridad generosa son los que mejor predican hoy la conversión que más necesita nuestra sociedad.

    PARA UN EXAMEN COLECTIVO

    Jesús no envía a sus discípulos de cualquier manera. Para colaborar en su proyecto del reino de Dios y prolongar su misión es necesario cuidar un estilo de vida. Si no es así, podrán hacer muchas cosas, pero no introducirán en el mundo su espíritu. Marcos nos recuerda algunas recomendaciones de Jesús. Destacamos algunas.

    En primer lugar, ¿quiénes son ellos para actuar en nombre de Jesús? ¿Cuál es su autoridad? Según Marcos, al enviarlos, Jesús «les da autoridad sobre los espíritus inmundos». No les da poder sobre las personas que irán encontrando en su camino. Tampoco él ha utilizado su poder para gobernar sino para curar.

    Como siempre, Jesús está pensando en un mundo más sano, liberado de las fuerzas malignas que esclavizan y deshumanizan al ser humano. Sus discípulos introducirán entre las gentes su fuerza sanadora. Se abrirán paso en la sociedad, no utilizando un poder sobre las personas, sino humanizando la vida, aliviando el sufrimiento de las gentes, haciendo crecer la libertad y la fraternidad.

    Llevarán sólo «bastón» y «sandalias». Jesús los imagina como caminantes. Nunca instalados. Siempre de camino. No atados a nada ni a nadie. Sólo con lo imprescindible. Con esa agilidad que tenía Jesús para hacerse presente allí donde alguien lo necesitaba. El báculo de Jesús no es para mandar, sino para caminar.

    No llevarán «ni pan, ni alforja, ni dinero». No han de vivir obsesionados por su propia seguridad. Llevan consigo algo más importante: el Espíritu de Jesús, su Palabra y su Autoridad para humanizar la vida de las gentes. Curiosamente, Jesús no está pensando en lo que han de llevar para ser eficaces, sino en lo que no han de llevar. No sea que un día se olviden de los pobres y vivan encerrados en su propio bienestar.

    Tampoco llevarán «túnica de repuesto». Vestirán con la sencillez de los pobres. No llevarán vestiduras sagradas como los sacerdotes del Templo. Tampoco vestirán como el Bautista en la soledad del desierto. Serán profetas en medio de la gente. Su vida será signo de la cercanía de Dios a todos, sobre todo, a los más necesitados.

    ¿Nos atreveremos algún día a hacer en el seno de la Iglesia un examen colectivo para dejarnos iluminar por Jesús y ver cómo nos hemos ido alejando sin darnos casi cuenta de su espíritu?

    También el de Kamiano

    Jesús envía a los Doce ligeros de equipaje, con lo imprescindible. Se convierten en instrumentos de su Buena Noticia. Una Noticia que vale por sí misma, que no necesita de especiales infraestructuras para expandirse ni de los servicios de complicados estudios de marketing. Es una vida casi a la intemperie, aunque abierta a las muestras de hospitalidad y de acogida, que son regalos en medio del camino. Así también ha de ser la vida del seguidor de Jesús: más confiada en su continua compañía a nuestro lado que en nuestros propios medios, seguridades y habilidades. Un estilo de vida compartida con otros, de dos en dos, ya que la comunidad es el primer testimonio para la misión. Y, juntos, avanzar en el camino del desprendimiento, que hace creíble el testimonio y nos ahorra el peso de tantas cosas “de repuesto” que nos impiden la fácil movilidad para seguir anunciando el Evangelio.

    Ojalá, Señor, los cristianos confiemos cada vez más en la fuerza del Evangelio, sin necesidad de recurrir a complicados estilos de vida que en realidad nos alejan de Ti.

    Fraternalmente.-[/align]

    #18319
    Anónimo
    Inactivo

    Con retraso os dejo los comentarios.

    CON POCAS COSAS

    [align=justify]¿Qué ha podido pasar para distanciarnos tanto de aquel proyecto inicial de Jesús?

    ¿Dónde ha quedado el encargo del Maestro?

    ¿Quién sigue escuchando hoy su deseo?

    Pocos gestos nos descubren mejor la intención original de Jesús como éste que nos relata el pasaje evangélico de hoy.

    Jesús envía a sus discípulos de dos en dos, sin alforjas, dinero ni túnica de repuesto, con una única misión: «predicar la conversión».

    Basta un amigo, un bastón y unas sandalias, para adentrarse por los caminos de la vida anunciando a todos ese cambio que necesitamos para descubrir el secreto último de la vida y el camino hacia una verdadera liberación.

    No desvirtuemos el encargo de Jesús rápidamente. No pensemos que se trata de una utopía ingenua, propia quizás de una sociedad seminómada ya superada, pero imposible en un mundo como el nuestro.

    Aquí hay algo que no podemos eludir. El evangelio es anunciado por aquéllos que saben vivir con sencillez. Hombres y mujeres libres, que conocen el gozo de caminar por la vida sin sentirse esclavos de las cosas.

    No son los poderosos, los financieros, los tecnócratas, los grandes estrategas de la política, los que van a construir sin más un mundo más humano.

    No son las conferencias, las protestas y manifestaciones las que van a lograr una mejora profunda de nuestra sociedad.

    Esta sociedad necesita descubrir que hay que volver a las cosas sencillas de la vida. No basta con aumentar la producción y alcanzar un mayor nivel de vida. No es suficiente ganar siempre más, comprar más y más cosas, lograr siempre mejores comodidades.

    Puede uno poseer todo lo que se puede desear, y permanecer todavía insatisfecho. Si seguimos esclavos del reclamo propagandístico de la televisión, pronto no habrá nadie contento con lo que tiene.

    Esta sociedad necesita como nunca el impacto de hombres y mujeres que sepan vivir con pocas cosas. Creyentes capaces de demostrar que la felicidad no está en acumular bienes.

    Alguien que nos recuerde que no somos ricos cuando poseemos muchas cosas, sino cuando sabemos disfrutarlas con sencillez y compartirlas con generosidad. Alguien que nos grite con su vida que un hombre que no sabe amar es un cero colosal, un fracaso total, por muchos que sean sus bienes y sus éxitos.

    Quienes viven una vida sencilla y una solidaridad generosa son los que mejor predican hoy la conversión que más necesita nuestra sociedad.

    PARA UN EXAMEN COLECTIVO

    Jesús no envía a sus discípulos de cualquier manera. Para colaborar en su proyecto del reino de Dios y prolongar su misión es necesario cuidar un estilo de vida. Si no es así, podrán hacer muchas cosas, pero no introducirán en el mundo su espíritu. Marcos nos recuerda algunas recomendaciones de Jesús. Destacamos algunas.

    En primer lugar, ¿quiénes son ellos para actuar en nombre de Jesús? ¿Cuál es su autoridad? Según Marcos, al enviarlos, Jesús «les da autoridad sobre los espíritus inmundos». No les da poder sobre las personas que irán encontrando en su camino. Tampoco él ha utilizado su poder para gobernar sino para curar.

    Como siempre, Jesús está pensando en un mundo más sano, liberado de las fuerzas malignas que esclavizan y deshumanizan al ser humano. Sus discípulos introducirán entre las gentes su fuerza sanadora. Se abrirán paso en la sociedad, no utilizando un poder sobre las personas, sino humanizando la vida, aliviando el sufrimiento de las gentes, haciendo crecer la libertad y la fraternidad.

    Llevarán sólo «bastón» y «sandalias». Jesús los imagina como caminantes. Nunca instalados. Siempre de camino. No atados a nada ni a nadie. Sólo con lo imprescindible. Con esa agilidad que tenía Jesús para hacerse presente allí donde alguien lo necesitaba. El báculo de Jesús no es para mandar, sino para caminar.

    No llevarán «ni pan, ni alforja, ni dinero». No han de vivir obsesionados por su propia seguridad. Llevan consigo algo más importante: el Espíritu de Jesús, su Palabra y su Autoridad para humanizar la vida de las gentes. Curiosamente, Jesús no está pensando en lo que han de llevar para ser eficaces, sino en lo que no han de llevar. No sea que un día se olviden de los pobres y vivan encerrados en su propio bienestar.

    Tampoco llevarán «túnica de repuesto». Vestirán con la sencillez de los pobres. No llevarán vestiduras sagradas como los sacerdotes del Templo. Tampoco vestirán como el Bautista en la soledad del desierto. Serán profetas en medio de la gente. Su vida será signo de la cercanía de Dios a todos, sobre todo, a los más necesitados.

    ¿Nos atreveremos algún día a hacer en el seno de la Iglesia un examen colectivo para dejarnos iluminar por Jesús y ver cómo nos hemos ido alejando sin darnos casi cuenta de su espíritu?

    También el de Kamiano

    Jesús envía a los Doce ligeros de equipaje, con lo imprescindible. Se convierten en instrumentos de su Buena Noticia. Una Noticia que vale por sí misma, que no necesita de especiales infraestructuras para expandirse ni de los servicios de complicados estudios de marketing. Es una vida casi a la intemperie, aunque abierta a las muestras de hospitalidad y de acogida, que son regalos en medio del camino. Así también ha de ser la vida del seguidor de Jesús: más confiada en su continua compañía a nuestro lado que en nuestros propios medios, seguridades y habilidades. Un estilo de vida compartida con otros, de dos en dos, ya que la comunidad es el primer testimonio para la misión. Y, juntos, avanzar en el camino del desprendimiento, que hace creíble el testimonio y nos ahorra el peso de tantas cosas “de repuesto” que nos impiden la fácil movilidad para seguir anunciando el Evangelio.

    Ojalá, Señor, los cristianos confiemos cada vez más en la fuerza del Evangelio, sin necesidad de recurrir a complicados estilos de vida que en realidad nos alejan de Ti.

    Fraternalmente.-[/align]

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