La Cátedra de San Pedro Apóstol. Santos: Papías, Abilio, Pascasio, obispos; Eugenio y Macario, mártires; Margarita de Cortona, Aristión, discípulo del Señor; Limeño, Malasio, ascetas; Rainiero, Atanasio, confesores.
San Limeño de Siria, asceta.
Comenzó sus esfuerzos bajo la supervisión de Malasio de Siria y moró con él suficiente tiempo para adquirir las virtudes de su profesor: simplicidad de la manera, gentilidad y humildad.
Entonces San Limeño se unió con San Maron y en una colina, construyó un recinto de piedra pequeño sin una azotea, y a través de una abertura pequeña, él podía conversar con los que vinieron a verlo. Su corazón era lleno de compasión por la gente.
Deseando ayudar a todo el indigente, él construyó un hogar en la ladera con la ayuda de sus admiradores, de una vivienda para los pobres y del haber lisiado, y él los alimentó con lo que le trajo la piadosa gente. El santo asceta incluso sacrificó su propia tranquilidad y soledad para estos hermanos pobres, y tomó sobre si la responsabilidad de su alimento espiritual, induciéndoles a que rueguen y glorifiquen a señor.
Por su santa vida le concedieron el regalo de la maravilla funcionada. Él se curó una vez con oración.