Inicio Foros Formación cofrade Santoral 23/06/2019 Santa Agripina de Roma, virgen y mártir.

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    Santos: Juan, presbítero y mártir; Jacobo, obispo; Agripina, virgen y mártir; Zenón, Zenas, Félix, Gotilas, Ardames, Baraclas, Moisés, Eustoquio, Gayano, Proba, Lolia, Urbano, mártires; Aristocles, Demetriano, Atanasio, confesores; José Cafasso, presbítero; Editrudis, o Edeltrida, o Edeltrudis, abadesa; María de Oignies, virgen.

    Santa Agripina de Roma, virgen y mártir.

    Se tiene entendido que fue una doncella de noble cuna, a quien, por causa de su fe, se mandó cortar la cabeza, o bien fue azotada hasta morir, durante el reinado de Valeriano o en la persecución de Diocleciano. Después del martirio, tres mujeres cristianas, Bassa, Paula y Agatónice, recogieron el cuerpo de la doncella y lo llevaron hasta Mineo, en Sicilia, para sepultarlo ahí. Parece que en su tumba se obraron muchos milagros, incluso curaciones de males sin remedio y de personas endemoniadas.

    Se sabe que las reliquias de la santa fueron trasladadas de Sicilia a Constantinopla, supuestamente para evitar la profanación por parte de los infieles. Se invoca a Santa Agripina contra los espíritus malignos, la lepra y las tempestades violentas.

    Su nombre. es de ilustre memoria en la antigua onomástica romana, es una santa que veneran por igual cristianos católicos y ortodoxos, pero de la que realmente se sabe más bien poco.

    La tradición, nos habla de una mujer de noble abolengo que había consagrado su virginidad a Cristo y vivía recluida en su casa, pero realizando obras de caridad con todos los que llamaban a su puerta.

    Durante la persecución de Valeriano entre los años 257 y 260, escandalizada por las matanzas de cristianos, pidió una audiencia con el emperador y por ser de ilustre familia se la concedieron. Llevada ante Valeriano le recriminó duramente su proceder con la comunidad cristiana e instándole a convertirse si no quería ir al fuego eterno junto con sus dioses. Cuando el césar le impelió a sacrificar, ella se negó rotundamente, por lo que mandó castigarla. Fue severamente apaleada y le rompieron varios huesos, tras lo cual la encadenaron en la cárcel.

    Tras varias sesiones semejantes, acabó por morir, en la celda o en el tormento; y tres jóvenes piadosas, Paula, Basa y Agatónica, tomaron su cadáver y lo llevaron a la basílica de San Pablo, donde fue enterrada. Posteriormente un monje la desenterró y trasladó a Sicilia, donde fue recibida por San Gregorio de Agrigento, quien la trasladó a la ciudad de Mineo. En tiempos de Constantino, un al Severino, obispo de Catania, le levantó una iglesia. En el siglo XI sus reliquias fueron desenterradas y llevadas a Constantinopla para protegerlas de la profanación de la piratería turca.

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