Inicio › Foros › Formación cofrade › Santoral › 27/03/2020 San Mateo de Beauvais, mártir.
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27 marzo, 2020 a las 9:55 #11338
Anónimo
InactivoSantos: Ruperto, Pablo, Gelasio, Felipe, presbíteros; Augusta, Alejandro, Fileto, Lidia, Macedón, Teoprepio, Anfiloquio, Crónidas, Zanitas, Lázaro, Marotas, Nersetes (Narses), Mateo, mártires; Juan, eremita; Bercario y Rómulo, abades; Isaac, monje.San Mateo de Beauvais, mártir.El nombre de nuestro santo de hoy, Mateo, etimologicamente significa hombre de Dios, en hebreo. Era natural de Beauvais (Agnetz) en Francia
Su vida la escribió Gilbert, abad de Nogent-sous-Coussi, que fue amigo de la infancia de Mateo. Según esta biografía, nació en una noble y cristiana familia. Fue un niño resuelto y piadoso, y aunque le gustaba el saber y la oración, eligió como carreras las armas.
En 1095, cuando el papa Urbano II predicó la I Cruzada en Clermont para contener a los musulmanes y reconquistar el Santo Sepulcro, Mateo fue de los primeros en alistarse bajo el mando de Roger, obispo de Beauvais. Su valor, su disciplina y su fe eran admiradas por sus demás compañeros, que hallaban en él un ejemplo. Llegados a Constantinopla, allí también fue admirado Mateo en la corte del emperador Alejo. Mateo asistía al culto con gran devoción, jamás hablaba de botines ni recompensas y no permitía ni la más mínima blasfemia o desesperanza, tan comunes entre los soldados, aún los cristianos. En el campo de batalla era esforzado, valiente y nunca vacilaba en lanzarse contra los infieles. Siempre socorría a los soldados heridos y no descansaba hasta cuidar de todos. Tampoco permitía se vejase a los musulmanes prisioneros o muertos.
No hay certeza del momento en el cual fue capturado por los seguidores del Islam, pero se supone fue antes de la conquista de Jerusaléna, alrededor de año 1098. Los musulmanes, sabiendo de su arrojo, quisieron ganarlo para su causa y le prometieron que le perdonarían la vida y le rendirían honores, si renegaba de Cristo y se pasaba a la causa del Islam. Mateo prometió dar una respuesta el viernes siguiente, dejando contento con ello a los infieles. Cuando llegó el viernes, fue requerido a responder y con entereza respondió: «Os pedí que me concedierais este retraso, no porque tuviera ninguna duda sobre cuál sería mi decisión, sino para tener el honor y la felicidad de derramar mi sangre un viernes, el mismo día que mi Salvador Jesucristo dio su sangre por mí. ¡Venid, entonces, y golpeadme! Entrego mi vida a Aquel que entregó la suya por la humanidad”. Y dicho esto, inclinó el cuerpo, presentó su cabeza a la espada y fue decapitado en el acto.
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