Inicio › Foros › Formación cofrade › Santoral › 30/01/2012 San Lesmes, Santa Jacinta, San Columba, San David
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30 enero, 2012 a las 11:46 #7576
Anónimo
InactivoSantos: Martina, virgen; Matías, Armentario, Barsén, Barsés, obispos; Hipólito, presbítero; Feliciano, Filapiano, Alejandro, mártires; David Galván Bermudes, sacerdote y mártir; Sabina, Habrilia, vírgenes; Lesmes, Columba Marmión, abades; Aldegunda, Jacinta de Mariscotti, Tiadilde, abadesas; Gerardo, Adelelmo, confesores San Lesmes.Hoy se celebra en el santoral propio de la diócesis de Burgos a San Lesmes.
Este abad había nacido en Loudun (Francia) en el año 1035.
A petición de la reina Constanza, esposa de Alfonso VI de Castilla, se traslada a Burgos para habitar en el monasterio benedictino, que estaba situado junto a la iglesia de San Juan.
Allí pasó sus días atendiendo –de modo exquisito por la entrega sin límites a todos, sin distinguir entre pobres y ricos– la hospedería donde encontraban reposo seguro los numerosísimos peregrinos que hacían penitencia por el camino de Santiago, mientras se dirigían a visitar el sepulcro del Santo.
Por su caridad y servicio hacia todos –especialmente se señala en su vida la delicada atención material y espiritual hacia los enfermos– mereció ser considerado por Burgos como patrono.
Murió en el año 1097.
Su cuerpo está enterrado en la iglesia parroquial que lleva su nombre, donde es venerado por muchos devotos.
Santa Jacinta de Mariscotti.Puede ser un ejemplo para las niñas-bien. Bueno, es un ejemplo para todos; pero, dado que su vida pasó por unas situaciones peculiares de quienes proceden de buena cuna, tienen bienes materiales abundantes y hasta pueden predecir un futuro lleno de posibilidades que mucha gente llama «ideales»…, pues por eso escribí lo que escribí. Sobre todo, cuando esas previsiones de futuro probables se convierten en solo futuribles por las disposiciones de la Divina Providencia. Y si no, conozcamos algo de su vida.
Nació cerca de Viterbo, en Vignatello, en el año 1585, del matrimonio formado por Marcantonio Mariscotti y Octavia Orsini, condesa de Vignatallo. Top en la sociedad del tiempo. De sus hermanos hay algo que decir también. Ginebra, que se llamó luego Inocencia, vivió y murió santamente como Terciaria Franciscana de San Bernardino. Hortensia, joven virtuosa que casó con el marqués de Podio Catino, Paolo Capizucchi. Sforza se casó con Vittoria Ruspoli y heredó el título de la familia de los Mariscotti. Galeazo trabajó y murió en la Curia romana.
Se llamó Clarix como nombre bautismal. Sus padres quisieron darle la mejor educación y pensaron que el camino óptimo era ponerla junto a sor Inocencia, su hermana, para que creciera al calor de los buenos ejemplos y virtudes del monasterio. Su intención fue más buena que acertada. Todo lo de fuera le ilusiona, le atrae, le embelesa y encanta más que el aire religioso de dentro. Abandona el monasterio y como conoce su hermosura y la prosapia de su familia, se hace vanidosa, presumida y coqueta. Más, cuando su hermana encontró su buen partido y, enamorada, contrajo matrimonio; ahora se vuelve tan ligera, mundana y extraviada que está a las puertas de su definitiva ruina espiritual. El único camino viable es entrar de la peor gana en el monasterio; y, más por despecho que por vocación, toma el hábito de Terciaria franciscana con el nombre de Jacinta. Tiene veinte años.
Por diez años, que son bastantes, lleva en el convento una vida mundana. Su celda parece un bazar por los lujosos adornos; la piedad en ella es tibieza; la mortificación prescrita, un tedio; hasta recibe las amonestaciones con desprecio.
Pero con treinta años llega la hora de Dios y surge potente la casta noble y cristiana que lleva dentro. Una enfermedad grave la espabila del sueño. Una confesión general es el comienzo. Se suceden los actos de petición de perdón, de arrepentimiento, está horrorizada por el mal ejemplo… suenan las disciplinas en público, da besos en los pies de sus hermanas, obediencia rendida, aceptación de los sufrimientos. La conversa aparece en público alguna vez como animal, con la soga al cuello. Aunque claramente se tiene por la mujer más pecadora la nombran vicesuperiora y maestra de novicias pero ha de vencer su repugnancia a intentar educar a otras que son mejores. Ahora tiene su contento en la oración, es devota del Arcángel san Miguel, ama sin cansancio la contemplación de la Pasión de Jesucristo, la Misa le da lágrimas, las imágenes de la Virgen son su refugio. Le causan pena las almas que pasan por el extravío del pecado y por su recuperación para Dios funda dos cofradías: La Compagnia dei Sacconi para la atención material de los enfermos y ayudarlos a bien morir y La Congregación de los Oblatos de María para avivar la piedad, hacer obras de caridad y fomentar el apostolado de los seglares. Aquí ya quiso recompensar Dios a su sierva enamorada con dones extraordinarios como el de profecía, milagros, penetra los corazones, es instrumento de conversión y el éxtasis es frecuente en ella… Así hasta que murió el año 1640, cuando tenía cincuenta y cinco.
¿Es o no es una linda «esperanza» para quienes sus niñas-bien, están lejos?
También para padres «desconfiados» de los poderes del Cielo.
San Columba Marmión.El abad benedictino de Maredsous fue beatificado en la misma mañana soleada del domingo 3 de septiembre del 2000 en que se beatificó a los Papas que convocaron los concilios ecuménicos Vaticano I y II. En la misma ceremonia se subió también a los altares al arzobispo de Génova –Tomasso Reggio– de principios de siglo, y al sacerdote francés Chaminade.
Joseph Marmion nació en Irlanda, concretamente en Dublín, el 1 de abril de 1858. Sus padres, el irlandés Guillermo Marmión, y Erminia Cordier, que era francesa, formaron una familia piadosísima y con profundas raíces cristianas: tres de las hermanas de Joseph serán religiosas en las Hermanas de la Misericordia. Vivió la mayor parte de su vida en el monasterio belga de Maredsous.
Estudió con los jesuitas del Belvedere College; su inteligencia llama la atención del cardenal Cullen que le aconseja entrar en el seminario de Holy Cross Clonliffe.
En 1879, el arzobispo de Dublín, Mc Cabe, le envía a Roma para completar sus estudios teológicos en el Ateneo de Propaganda Fide donde estudia con el futuro cardenal Francesco Satoli, tomista de gran renombre, y con el célebre biblista Ubaldo Ubaldi.
Columba visita la abadía de Montecasino y siente por primera vez el tirón por la vida monástica. Es ordenado sacerdote en Roma, en la iglesia de Santa Águeda, el 18 de junio de 1881, y vuelto a su patria, nombrado vicario de Dundrun, profesor del seminario y capellán de un convento de Hermanas Redentoristas.
En 1886, clarifica su vocación al claustro. Abandona las posibilidades de hacer carrera eclesiástica que se veía prometedora, y entra por fin en la abadía benedictina de Maredsous, en Bélgica (no había en aquella época monasterios benedictinos en Irlanda), cuando era su primer abad Dom Placido Wolter y el lugar estaba aún en construcción. Fue entonces el momento para tomar el nombre de Columba, al profesar como monje benedictino el día 10 de febrero de 1891, como respetuoso homenaje al monje irlandés que en el siglo vi predicó el Evangelio en buena parte de Europa.
Su fama como predicador y director espiritual empieza a crecer dentro y fuera del monasterio, hasta el punto de que los contemporáneos de Columba son unánimes en afirmar la posesión de un carisma muy especial para comunicar el mensaje religioso. Y así debió de ser, en realidad, porque sus superiores le encargaron la fundación de la abadía de Mont-César, en Lovaina, donde será el responsable de la vida espiritual de todos los monjes jóvenes que se dedican a los estudios de filosofía y teología.
Columba adquiere fama de santidad; es confesor del obispo Mons. Joseph Mercier –futuro cardenal–, y se multiplican las peticiones para que predique ejercicios espirituales en Bélgica, Inglaterra, Francia e Irlanda.
Desde el 3 de octubre de 1909 es elegido abad de Maredsous; el tercero, y después de Dom Hildebrand de Hemptine, quien debió fijar su residencia en Roma por ser el primer abad Primado, ya desde León XIII, de la confederación benedictina. El cuidado de su comunidad no impidió a Columba llevar adelante un intenso apostolado mediante la predicación de retiros y la numerosa y regular dirección espiritual de muchos.
En los últimos años de su vida escribe Columba la conocida trilogía –traducida en la actualidad a 16 idiomas– Cristo, vida del alma, Cristo en sus misterios y Cristo, ideal del monje, que le sitúa entre los grandes maestros de espiritualidad del siglo XX.
Muere con fama de santidad el 30 de enero de 1923, víctima de la terrible epidemia de gripe.
El obispo de Roma dijo de él en la ceremonia de beatificación que, con su vida y obras, enseñó un camino de santidad, sencillo pero exigente. De él se ha alimentado toda una generación de monjes, religiosas, sacerdotes y fieles católicos. Su secreto, según el papa, era el siguiente: Jesucristo, nuestro Redentor y manantial de toda gracia, es el centro de nuestra vida espiritual, nuestro modelo de santidad.
¡Que el amor a Dios y a los hermanos de este gran abad sirvan de punto de referencia para ayudar nuestro paso en esta aurora del tercer milenio!
San David Galván Bermudes.Nació en Guadalajara, Jalisco, el 29 de enero de 1881.
Su padre era zapatero; ese era el medio, tan honesto como sencillo, para alimentar la familia. El mismo David aprendió el oficio; desde bien joven se aplicó a colocarse el mandil para sentarse en la bajita mesa de faena y allí trabajar el cuero, atravesar las suelas con la lezna, arreglar rotos, parchear agujeros, meter en la horma el calzado que hacía callos, y encerar los cabos para que fortalecieran la puntada al pasar las agujas si se trataba de coser o pespuntar. Nadie podía decir que el muchacho había salido señorito; David no tenía miedo de que se le cayeran los anillos; arrimaba el hombro para que la economía de la familia mejorara y no sufriera quebranto; él sabía bien que su colaboración era un asunto importante porque los fondos no sobraban.
Atraído por la vocación al sacerdocio, cursó seriamente sus estudios, recibió el Orden Sacerdotal, y el obispo lo nombró profesor del Seminario de Guadalajara.
Su gran caridad para con los pobres y los trabajadores fue notable. Precisamente el deseo de hacerles mejorar social y económicamente dentro de su ámbito, le llevó a organizar el gremio de zapateros, que era de lo que él entendía, y entre quienes gozaba de la natural simpatía por haber salido un Sr. Cura de entre ellos.
Sin dejarse llevar de los respetos humanos, se comportó con la valentía que cabe esperarse en un ministro de Dios, defendiendo sin titubeos la santidad del matrimonio, al prestar ayuda a una jovencita perseguida por un militar, quien, ya casado, pretendía contraer matrimonio con ella. Esto acarreó al padre Galván la enemistad del teniente que, al final, se convirtió en su verdugo.
El 30 de enero de 1915, no dudó en auxiliar espiritualmente a los soldados heridos en un combate que hubo en Guadalajara; pero este servicio sacerdotal hizo que fuera hecho prisionero. En espera de la ejecución, su compañero de prisión le comentó que no había desayunado, y el padre Galván tranquilamente le dijo: «Hoy vamos a ir a comer con Dios». Frente a los encargados de ejecutarlo, se señaló serenamente el pecho para recibir las balas.
El papa Juan Pablo II lo canonizó en Roma, junto con otros mártires mexicanos, el día 21 de mayo del año 2000.
El cardenal Juan Sandoval Íñiguez, Arzobispo de la archidiócesis de Guadalajara, cuna de la mayoría de los mártires de la persecución religiosa mexicana (1915-1937), presidió la ceremonia de bendición de la primera piedra de lo que será el futuro «Santuario de los Mártires», el día 25 de octubre del año 2000. El rector, monseñor Óscar Sánchez Barba, afirma que la principal nave del nuevo templo tendrá capacidad suficiente para albergar a 20.000 personas. AMDG, ‘¡Para mayor gloria de Dios!’.
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