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16 noviembre, 2010 a las 16:47 #13367
Anónimo
InactivoOs adjunto los comentarios al Evangelio del próximo domingo, Lc. 23, 35-43. Vivir para el reino de Dios[align=justify]Una pregunta brota en quien busca sintonizar con Jesús: ¿qué es para él lo más importante, el centro de su vida, la causa a la que se dedicó por entero, su preferencia absoluta? La respuesta no ofrece duda alguna: Jesús vive para el reino de Dios. Es su verdadera pasión. Por esa causa se desvive y lucha; por esa causa es perseguido y ejecutado. Para Jesús, «solo el reino de Dios es absoluto; todo lo demás es relativo».Lo central en su vida no es Dios simplemente, sino Dios con su proyecto sobre la historia humana. No habla de Dios sin más, sino de Dios y su reino de paz, compasión y justicia. No llama a la gente a hacer penitencia ante Dios, sino a «entrar» en su reino. No invita, sin más, a buscar a Dios, sino a «buscar el reino de Dios y su justicia».
Cuando pone en marcha un movimiento de seguidores que prolonguen su misión, no los envía a organizar una nueva religión, sino a anunciar y promover el reino de Dios.
¿Cómo sería la vida si todos nos pareciéramos un poco más a Dios? Este es el gran anhelo de Jesús: construir la vida tal como la quiere Dios. Habrá que hacer muchas cosas, pero hay tareas que Jesús subraya de manera preferente: introducir en el mundo la compasión de Dios; poner a la humanidad mirando hacia los últimos; construir un mundo más justo, empezando por los más olvidados; sembrar gestos de bondad para aliviar el sufrimiento; enseñar a vivir confiando en Dios Padre, que quiere una vida feliz para sus hijos e hijas.
Desgraciadamente, el reino de Dios es a veces una realidad olvidada por no pocos cristianos. Muchos no han oído hablar de ese proyecto de Dios; no saben que es la única tarea de la Iglesia y de los cristianos.
Ignoran que, para mirar la vida con los ojos de Jesús, hay que mirarla desde la perspectiva del reino de Dios; para vivir como él hay que vivir con su pasión por el reino de Dios.
¿Qué puede haber en estos momentos, para los seguidores de Jesús, más importante que comprometernos en una conversión real del cristianismo al reino de Dios? Ese proyecto de Dios es nuestro objetivo primero. Desde él se nos revela la fe cristiana en su verdad última: amar a Dios es tener hambre y sed de justicia como él; seguir a Jesús es vivir para el reino de Dios como él; pertenecer a la Iglesia es comprometerse por un mundo más justo.
¿BURLARSE O INVOCAR?Lucas describe con acentos trágicos la agonía de Jesús en medio de las burlas y bromas de quienes lo rodean. Nadie parece valorar su gesto. Nadie ha captado su amor a los últimos. Nadie ha visto en su rostro la mirada compasiva de Dios al ser humano.
Desde una cierta distancia, las «autoridades» religiosas y el «pueblo» se burlan de Jesús haciendo «muecas»: «A otros ha salvado; que se salve a sí mismo si es el Mesías». Los soldados de Pilato, al verlo sediento, le ofrecen un vino avinagrado muy popular entre ellos, mientras se ríen de él: «Si tú eres rey de los judíos, sálvate a ti mismo». Lo mismo le dice uno de los delincuentes, crucificado junto a él: «¿No eres el Mesías? Pues sálvate a ti mismo».
Hasta tres veces repite Lucas la burla: «Sálvate a ti mismo». ¿Qué «Mesías» puede ser éste si no tiene poder para salvarse a sí mismo? ¿Qué clase de «Rey» puede ser? ¿Cómo va a salvar a su pueblo de la opresión de Roma si no puede escapar de los cuatro soldados que vigilan su agonía? ¿Cómo va a estar Dios de su parte si no interviene para liberarlo?
De pronto, en medio de tanta burla, una invocación: «Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino». Es el otro delincuente que reconoce la inocencia de Jesús, confiesa su culpa y lleno de confianza en el perdón de Dios, sólo pide a Jesús que se acuerde él. Jesús le responde de inmediato: «Hoy estarás conmigo en el paraíso». Ahora están los dos agonizando, unidos en el desamparo y la impotencia. Pero hoy mismo estarán los dos juntos disfrutando de la vida del Padre.
¿Qué sería de nosotros si el Enviado de Dios buscara su propia salvación escapando de esa cruz que lo une para siempre a todos los crucificados de la historia? ¿Cómo podríamos creer en un Dios que nos dejara hundidos en nuestro pecado y nuestra impotencia ante la muerte?
Hay quienes también hoy se burlan de Jesús Crucificado. No saben lo que hacen. No lo harían con Che Guevara ni con Martin Luther King. Se están burlando del hombre más humano que ha dado la historia. ¿Cuál es la postura más digna ante ese Jesús Crucificado, revelación suprema de la cercanía de Dios al sufrimiento del mundo, burlarse de él o invocarlo?
[/align] Fraternalmente.- -
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