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21 enero, 2011 a las 14:50 #7350
Anónimo
InactivoOs dejo el comentario del Evangelio del próximo domingo. ENTRE EL RECHAZO Y LA NECESIDAD[align=justify]Vivimos tiempos de crisis religiosa. Parece que la fe va quedando como ahogada en la conciencia de no pocas personas, reprimida por la cultura moderna y por el estilo de vida del hombre de hoy. Pero, al mismo tiempo, es fácil observar que de nuevo se despierta en bastantes la búsqueda de sentido, el anhelo de una vida diferente, la necesidad de un Dios Amigo.Es cierto que se ha extendido entre nosotros un escepticismo generalizado ante los grandes proyectos y las grandes palabras. Ya no tienen eco los discursos religiosos que ofrecen «salvación» o «redención». Ha disminuido, hasta casi desaparecer, la esperanza misma de que pueda realmente oírse una Buena Noticia para la humanidad.
Pero, al mismo tiempo, crece en no pocos la sensación de que hemos perdido la dirección acertada. Algo se hunde bajo nuestros pies. Nos estamos quedando sin metas ni puntos de referencia. Nos damos cuenta de que podemos solucionar «problemas», pero que somos cada vez menos capaces de resolver «el problema» de la vida. ¿No estamos más necesitados que nunca de salvación?
Vivimos también «tiempos de fragmentación». La vida se ha atomizado. Cada uno vive en su compartimiento. Queda muy lejos aquel humanismo que buscaba la verdad y el sentido de totalidad. Hoy no se escucha al sabio humanista, sino al experto especialista que sabe mucho de una parcela, pero lo ignora todo sobre el sentido de la vida.
Pero, al mismo tiempo, no pocas personas comienzan a sentirse mal en este mundo vertiginoso de datos, informaciones y cifras. No pueden evitar los interrogantes eternos del hombre. ¿De dónde venimos? ¿A dónde vamos? ¿No hay dónde encontrar un sentido último a la vida?
Son también tiempos de pragmatismo científico. El hombre moderno ha decidido (no se sabe por qué) que sólo existe lo que puede comprobar la ciencia. No hay más. Lo que a ella se le escapa, sencillamente no existe.
Naturalmente, en este planteamiento tan simple como poco científico, Dios no tiene cabida y la fe religiosa queda relegada al mundo desfasado de los no progresistas.
Sin embargo, son muchos los que van tomando conciencia de que este planteamiento se queda muy corto, pues no responde a la realidad. La vida no es un «gran mecano», ni el hombre sólo «una pieza» de un mundo que pueda ser desentrañado por la ciencia. Por todas partes se presiente el misterio: en el interior del ser humano, en la inmensidad del cosmos, en la historia de la humanidad.
Por eso, surge de nuevo la sospecha: ¿No serán justamente las «cuestiones» sobre las que la ciencia guarda silencio, las que constituyen el sentido de la vida? ¿No será una grave equivocación perder la respuesta al misterio de la existencia? ¿No es una tragedia prescindir tan «ingenuamente» de Dios?
Mientras tanto, siguen ahí las palabras de Jesús: «Convertíos, porque está cerca el Reino de Dios.»
[/align] PUNTOS CLAVE[align=justify]Primero. La compasión ha de ser siempre el principio de actuación. Hay que introducir en el mundo compasión hacia los que sufren: «Sed compasivos como es vuestroPadre». Sobran las grandes palabras que hablan de justicia, igualdad o democracia. Sin compasión hacia los últimos no son nada. Sin ayuda práctica a los desgraciados de la tierra no hay progreso humano.
Segundo. La dignidad de los últimos ha de ser la primera meta. «Los últimos serán los primeros». Hay que imprimir a la historia una nueva dirección. Hay que poner a la cultura, a la economía, a las democracias y a las iglesias mirando hacia los que no pueden vivir de manera digna.
Tercero. Hay que impulsar un proceso de curación que libere a la humanidad de todo lo que la destruye y degrada. «Id y curad». Jesús no encontró un lenguaje mejor. Lo decisivo es curar, aliviar el sufrimiento, sanear la vida, construir una convivencia orientada hacia el máximo de felicidad para todos.
Esta es la herencia de Jesús. Nunca en ninguna parte se construirá la vida tal como la quiere Dios, si no es liberando a los últimos de su humillación y sufrimiento. Nunca será bendecida por Dios ninguna religión si no busca justicia para ellos.
Es fácil resumir el mensaje de Jesús: Dios no es un ser indiferente y lejano, que se mueve en su mundo desconocido, interesado sólo por su honor y sus derechos. Es alguien que busca para todos lo mejor. Su fuerza salvadora está actuando en lo más hondo de la vida. Sólo quiere la colaboración de sus criaturas para conducir el mundo a su plenitud: «El reino de Dios está cerca. Cambiad».
Pero, ¿qué es colaborar en el proyecto de Dios?, ¿en qué hay que cambiar? La llamada de Jesús no se dirige sólo a los «pecadores» para que abandonen su conducta y se parezcan un poco más a los que ya observan la Ley de Dios. No es lo que le preocupa. Jesús se dirige a todos, pues todos tienen que aprender a mirar la vida y a actuar de manera diferente. Su objetivo no es que en Israel se viva una religión más fiel a Dios, sino que sus seguidores introduzcan en el mundo una nueva dinámica: la que responde al proyecto de Dios. Señalaré los puntos clave.
[/align] Fraternalmente.-
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