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11 julio, 2011 a las 11:28 #12108
Anónimo
InactivoSegun esa teoria tu en es supuesto caso de que tuvieras un hijo o una hija y un dia te dice que se ha dado cuenta que cuando realmente es feliz es cuando se enamora de alguien de su mismo sexo… tu le diras, porque es el plan de Dios, que eso no puede ser por que Dios no nos hizo para eso si no para reproducirnos. Porlo tanto tu amor por tu hijo lo demostrarias indicandole el camino y no acompañandole en el suyo que le va a hacer feliz.
Mejor ser infeliz toda la vida por guardar las apariencias (porque si se ha dado cuenta de eso no lo va a cambiar nada) que vivir tu vida plenamente amando.
Sigo sin ver en la biblia nada referente a la union de los homosexuales. Y viendo lo del pasaje de la expulsion del templo de los mercaderes… me da que pensar si a Jesus hoy en dia le gustarian nuestros templos con los retablos dorados y caliz de oro.
11 julio, 2011 a las 11:28 #18161Anónimo
InactivoSegun esa teoria tu en es supuesto caso de que tuvieras un hijo o una hija y un dia te dice que se ha dado cuenta que cuando realmente es feliz es cuando se enamora de alguien de su mismo sexo… tu le diras, porque es el plan de Dios, que eso no puede ser por que Dios no nos hizo para eso si no para reproducirnos. Porlo tanto tu amor por tu hijo lo demostrarias indicandole el camino y no acompañandole en el suyo que le va a hacer feliz.
Mejor ser infeliz toda la vida por guardar las apariencias (porque si se ha dado cuenta de eso no lo va a cambiar nada) que vivir tu vida plenamente amando.
Sigo sin ver en la biblia nada referente a la union de los homosexuales. Y viendo lo del pasaje de la expulsion del templo de los mercaderes… me da que pensar si a Jesus hoy en dia le gustarian nuestros templos con los retablos dorados y caliz de oro.
12 julio, 2011 a las 9:32 #12109Anónimo
Inactivo[align=justify]Querido Cofrade logrotes y queridos todos.Es imposible ser infeliz toda la vida por guardar las apariencias. No estamos hechos para eso. Los recursos psicológicos, afectivos e intelectuales que Dios nos dio están orientados justo en sentido contrario, es decir,
Dios nos hizo para ser felices. ¿Que significa ser feliz?¿La ausencia total de normas morales y cívicas? ¿Procurar ser consecuente con aquellas leyes que enmarcan el comportamiento general del colectivo que integramos? ¿Dejarse arrastrar por el impulso del momento? ¿Marcarse objetivos en la búsqueda de los intereses personales y no cesar en el esfuerzo hasta lograrlos obviando el bien común o el de las personas que nos rodean? Por lo que yo he probado, la felicidad tiene que ver con nuestra capacidad de amar: amar a Dios, a la familia y los amigos, al prójimo…El amor que llena el corazón es el que se impone las renuncias necesarias antes que hacer daño al otro (no sólo materialmente – faltaba más – sino también afectiva y espiritualmente); se sujeta a las normas que velan para que eso no ocurra o se auto-impone otras con el mismo fin. Amar no es sólo renuncia, pero conlleva renuncia. El amor es el afán de llevar alegría y sonrisas a la vida de los que amamos, es empujarles discretamente a prosperar como personas. El amor se expresa mejor con pequeños gestos que con mil palabras; tiene que ver con dar sin esperar reciprocidad, con estar y escuchar, con lo que son y significan los otros más que con lo que aparentan.
Por lo que yo he probado de la ternura, es bastante escasa en ambientes donde el estrés campa a sus anchas, sin control ninguno, o donde se teoriza sobre la vida en lugar de vivirla.
El dicho que reza «quien no vive como piensa acaba pensado como vive» es absolutamente cierto. Obedece a los mecanismos antropológicos y psicológicos que mencionaba al principio y que nos guían en la búsqueda de la felicidad personal.
Dios es una persona(y tres en una) genial que, lejos de anular mínimamente nuestra inteligencia o de coartar nuestra libertad, nos proporciona un aliciente adicional para vivir con intensidad nuestra condición de hombres, el momento que atravesamos, las relaciones humanas que frecuentamos y el proyecto de vida que nos hemos trazado.Con Jesús, aprendemos a ver a los otros hombres, no como potenciales enemigos o lobos dispuestos a comerse entre sí, (lucha de clases y poderes), sino como hermanos. Con Él aprendemos que la medida del éxito no es el dinero y todo lo que conlleva, sino la capacidad de amar y las obras en las que concretamos ese amor. En los sacramentos, y en particular en la Eucaristía, Jesús se hace especialmente presente para darnos algo hermoso y esencial. No es un intruso dictador que viene “repartiendo caña” con normas cuestionables y obsoletas. Por todo esto es importante cuidar los detalles. Por eso, pese a las sombras de la Iglesia, acercarnos a la doctrina con el corazón abierto, sin prejuicios, es condición indispensable para encontrarnos personalmente con El, fuente de felicidad personal.
Pero hasta ahí puedo decirle. Si usted, o cada uno de nosotros, no vive la experiencia de este encuentro personal, todo parecerá “teorías represivas” que nos impiden ser felices.
[/align] 12 julio, 2011 a las 9:32 #18162Anónimo
Inactivo[align=justify]Querido Cofrade logrotes y queridos todos.Es imposible ser infeliz toda la vida por guardar las apariencias. No estamos hechos para eso. Los recursos psicológicos, afectivos e intelectuales que Dios nos dio están orientados justo en sentido contrario, es decir,
Dios nos hizo para ser felices. ¿Que significa ser feliz?¿La ausencia total de normas morales y cívicas? ¿Procurar ser consecuente con aquellas leyes que enmarcan el comportamiento general del colectivo que integramos? ¿Dejarse arrastrar por el impulso del momento? ¿Marcarse objetivos en la búsqueda de los intereses personales y no cesar en el esfuerzo hasta lograrlos obviando el bien común o el de las personas que nos rodean? Por lo que yo he probado, la felicidad tiene que ver con nuestra capacidad de amar: amar a Dios, a la familia y los amigos, al prójimo…El amor que llena el corazón es el que se impone las renuncias necesarias antes que hacer daño al otro (no sólo materialmente – faltaba más – sino también afectiva y espiritualmente); se sujeta a las normas que velan para que eso no ocurra o se auto-impone otras con el mismo fin. Amar no es sólo renuncia, pero conlleva renuncia. El amor es el afán de llevar alegría y sonrisas a la vida de los que amamos, es empujarles discretamente a prosperar como personas. El amor se expresa mejor con pequeños gestos que con mil palabras; tiene que ver con dar sin esperar reciprocidad, con estar y escuchar, con lo que son y significan los otros más que con lo que aparentan.
Por lo que yo he probado de la ternura, es bastante escasa en ambientes donde el estrés campa a sus anchas, sin control ninguno, o donde se teoriza sobre la vida en lugar de vivirla.
El dicho que reza «quien no vive como piensa acaba pensado como vive» es absolutamente cierto. Obedece a los mecanismos antropológicos y psicológicos que mencionaba al principio y que nos guían en la búsqueda de la felicidad personal.
Dios es una persona(y tres en una) genial que, lejos de anular mínimamente nuestra inteligencia o de coartar nuestra libertad, nos proporciona un aliciente adicional para vivir con intensidad nuestra condición de hombres, el momento que atravesamos, las relaciones humanas que frecuentamos y el proyecto de vida que nos hemos trazado.Con Jesús, aprendemos a ver a los otros hombres, no como potenciales enemigos o lobos dispuestos a comerse entre sí, (lucha de clases y poderes), sino como hermanos. Con Él aprendemos que la medida del éxito no es el dinero y todo lo que conlleva, sino la capacidad de amar y las obras en las que concretamos ese amor. En los sacramentos, y en particular en la Eucaristía, Jesús se hace especialmente presente para darnos algo hermoso y esencial. No es un intruso dictador que viene “repartiendo caña” con normas cuestionables y obsoletas. Por todo esto es importante cuidar los detalles. Por eso, pese a las sombras de la Iglesia, acercarnos a la doctrina con el corazón abierto, sin prejuicios, es condición indispensable para encontrarnos personalmente con El, fuente de felicidad personal.
Pero hasta ahí puedo decirle. Si usted, o cada uno de nosotros, no vive la experiencia de este encuentro personal, todo parecerá “teorías represivas” que nos impiden ser felices.
[/align] 12 julio, 2011 a las 12:07 #18163Anónimo
InactivoLo primero es que una cosa es creer en dios y lo que dice la biblia y otra es no poder vivir tu vida como tu corazon te impulse. Si tu eres feliz amando a dios y autoimponiendote no se que tipo de normas (el amor tiene razones que la razon no entiende) esta la posibilidad de entrar en alguna congregacion de religiosas y casarte con dios. Para los demas que no sentimos ese amor profundo permiteme que dude que se pueda ser feliz en el amor con normas y reglas que impone alguien en nuestras vidas. Y lo del apoyo sicologico me hace gracia… seguramente que si tu amas a alguien pero por algun tipo de norma te dicene no puedes tienes que ir con otro que ni te va ni te viene, logicamente necesitaras apoyo sicologico para sobrellevarlo.
En cuanto a lo de normas morales y civicas no se a que te refieres. Las civicas esta claro que todos las cumplimos a no ser que seamos delincuentes o algo asi. Pero las morales en cuanto al amor ¿quien dice cuales son?
12 julio, 2011 a las 12:07 #12110Anónimo
InactivoLo primero es que una cosa es creer en dios y lo que dice la biblia y otra es no poder vivir tu vida como tu corazon te impulse. Si tu eres feliz amando a dios y autoimponiendote no se que tipo de normas (el amor tiene razones que la razon no entiende) esta la posibilidad de entrar en alguna congregacion de religiosas y casarte con dios. Para los demas que no sentimos ese amor profundo permiteme que dude que se pueda ser feliz en el amor con normas y reglas que impone alguien en nuestras vidas. Y lo del apoyo sicologico me hace gracia… seguramente que si tu amas a alguien pero por algun tipo de norma te dicene no puedes tienes que ir con otro que ni te va ni te viene, logicamente necesitaras apoyo sicologico para sobrellevarlo.
En cuanto a lo de normas morales y civicas no se a que te refieres. Las civicas esta claro que todos las cumplimos a no ser que seamos delincuentes o algo asi. Pero las morales en cuanto al amor ¿quien dice cuales son?
20 diciembre, 2011 a las 11:09 #18164Anónimo
Inactivo[align=center]MIL BESOS Y UN ARRULLO[/align] [align=justify]Estaba yo recabando material sobre el aborto para una colaboración que me habían pedido en un programa de radio: jurisprudencia, métodos, consecuencias en las madres que abortan, clínicas especializadas, porcentajes. Cada línea que leía sobre el tema me inquietaba más, pero hacía acopio de serenidad y procuraba mantener la objetividad.Encontré en Internet información exhaustiva sobre los métodos de aborto utilizados en clínicas de España y Estados Unidos, con detalles técnicos de cada procedimiento en palabras de los médicos que realizan estas intervenciones. Para concentrarme más en los datos opté por la versión sin fotografías. Ya revisaría las fotos al acabar la lectura. La angustia y el temor me golpeaban con cada palabra leída. Comencé removiéndome en la silla, luego tuve que retirar varias veces la vista de la pantalla. Cuando terminé con el texto y quise ver las fotografías, acabé levantándome para calmar la necesidad imperiosa que sentía de abrazar a mi hija de catorce meses, en parte para consolar mi dolor, en parte, porque necesitaba colmar de besos y arrullar, en ella, a todos los niños asesinados tan cruelmente con cada aborto despenalizado por alguno de los famosos supuestos.
No podía dejar de repetir inconscientemente: “que me los den a mí, pero que no los maten así”. Consciente del imposible que estaba planteando pensé que si esta circunstancia se hubiera dado en el siglo XIX, cuando la Iglesia iba dando respuesta en forma de Congregaciones Religiosas a las dramáticas pobrezas de la sociedad europea, seguro que habría algunas monjitas dedicadas exclusivamente a la atención de éstas madres y la recogida de sus hijos. En la actualidad existe el proyecto RED MADRE, aunque no tiene mucho respaldo gubernamental. “Que se pongan en contacto con Red Madre, pero que no los maten”.
¿Como es posible que estemos discutiendo sobre la permisividad, restricción o ampliación de los tres supuestos Y NADIE PLANTEE el debate sobre la crueldad de los métodos con los que se mata a esos niños? Porque no se engañen, con doce semanas son niños hechos y derechos.
Quote:Por encontrarse cuidadosamente protegidos en el vientre de la madre, no es posible utilizar una simple inyección sin poner en peligro la vida de la mujer – ¡que cosas tiene la naturaleza! – y la legislación no establece método alguno, lo deja al criterio del “agente sanitario”. Es tremendamente paradójico que en los países con pena de muerte (horca, lapidación, fusilamiento, silla eléctrica o inyección letal) el ejercicio de la misma esté perfectamente delimitado. No se permite la muerte con o por tortura. Sin embargo, nosotros hablamos sobre aplicar o no la pena máxima a INOCENTES sin detenernos a pensar en cuánto se les hace sufrir hasta matarlos. ¿Se imaginan ustedes a un guardia americano tirando con un fórcep de la pierna, el brazo o la cabeza de un preso hasta arrancárselos para luego arrojar a una trituradora sus miembros? ¿O el revuelo que organizaría Amnistía Internacional si en Somalia mataran a una mujer adúltera a cuchilladas con una cureta y arrojaran su cuerpo desmembrado a un cubo de basura? ¿Pueden imaginarse el suplicio del reo que es colocado frente a un potente aspirador de la boca afilada y con cuchillas integradas, mientras al intentar pasar por el orificio del tubo fuera troceando? ¿O el de aquel que es sacado del calorcito de su lecho en la noche para encapucharlo y dejarlo con la cabeza atrapada en los barrotes de la celda mientras le clavan unas tijeras en la región occipital? Total, como no le vemos la cara, no sabemos si es hombre o maniquí. ¿Cómo es posible que una cosa tan horrible sea legal y lo consintamos sin tocarnos el corazón?
Veo la carita de mi hija durmiendo y pienso: ¿quien puede tener las entrañas tan negras como para hacer daño a un bebé? Acaricio su frente, y solo se me ocurre pensar que, probablemente, sea la cosita más inocente y tierna que tenga la ocasión de conocer y disfrutar, hasta que crezca y discutamos, ¡claro! Dejo que se aferre a mi mano y siento que las madres que abortan nunca sabrán cuánto habría curado su corazón arañado, el calor y la emoción que les hubieran transmitido sus bebes cuando durmieran junto a su pecho. Beso sus ojos, su nariz, sus mejillas calientes, beso su barbilla fresca y pienso en la mujer que será, las veces que tenderá su mano, las que consolará, lo que aportará con su esfuerzo a la familia y a la sociedad y no se me ocurre muestra de mayor prepotencia que la de quebrar su vida sin pensar en las consecuencias que esto entrañará. ¿No dicen que la historia es una cadena de acontecimientos? Juego con el él mientras le aseo o contemplo su expresión mientras duerme, profundo, y no puedo imaginar siquiera un motivo por el que renunciaría al gozo de compartir esos momento con ella. Aunque el resto del día haya sido un asco.
Dejémonos de teorías y formulemos nuestro juicio con el corazón: Acérquese a un bebé y mientras lo contempla a él, no a la idea de un bebé, pregúntese si se reconoce capaz de hacer las barbaridades que le he descrito arriba. ¿No? ¿Por qué no? Si le parece cruel ¿cómo es que está dispuesto/a a hacer la vista gorda para que otros – mercenarios – hagan el trabajo sucio? ¿Cómo no sale a la calle y pide la abolición del aborto?
¿Qué pasa con el “derecho de las madres”? ¿Qué pasa?, pregunto yo. Por dramáticas que sean determinadas situaciones, ustedes no verían bien el asesinato de un ser humano para resolver el problema de otro ¿o sí? Y desde ya mismo les digo que considero a las madres que abortan víctimas de sus hombres, sus familias y los prejuicios de la propia sociedad.
Que si un bebé no es tal hasta que cumple las doce semanas de gestación… ¿Quién puede afirmarlo con total rotundidad? Los descubrimientos médicos y las imágenes disponibles de la vida intrauterina cada vez nos hablan más alto de que el feto es claramente una vida humana y de su capacidad de sobrevivir.
Que para la madre, mientras no conoce la carita del bebé tras el nacimiento, no deja de ser algo indefinido que no ama y que puede extirparse como quien elimina un tumor… Yo no me atrevería definir lo que sentimos todas de las madres por nuestros hijos durante la gestación, pero desde luego indiferencia no y desamor tampoco. Aprendemos a quererlos con cada constancia de su presencia que nos aporta ver crecer el volumen de nuestro abdomen. Es ilusión con la certeza de la noticia. Es afán de protección para que no le ocurra nada cuando más vulnerable es, en las primeras semanas. Es el intento por constatar cada cambio en su desarrollo. Es conocerle a través del velo opaco de una ecografía, es pensar un nombre que le defina bien y le vaya a gustar de mayor
Cuanto les planteo en estas líneas es de una atrocidad que desborda. ¿Creen ustedes que soy conservadora, sensiblera, cristiana recalcitrante, antifeminista, de mente cerrada, temerosa del progreso. Soy una mujer que no entiende la manía de considerar todo lo no tiene voz propia susceptible de ser obviado y borrado del mapa. Apelo a ustedes para remediar esta situación ¿por dónde empezaría usted?
En sucesivos escritos, quisiera aportar un rayito de luz sobre este escabroso tema, siempre partiendo de la circunstancia siguiente: para los cristianos, la defensa de la vida es un valor INCUESTIONABLE.
[/align] 20 diciembre, 2011 a las 11:09 #12111Anónimo
Inactivo[align=center]MIL BESOS Y UN ARRULLO[/align] [align=justify]Estaba yo recabando material sobre el aborto para una colaboración que me habían pedido en un programa de radio: jurisprudencia, métodos, consecuencias en las madres que abortan, clínicas especializadas, porcentajes. Cada línea que leía sobre el tema me inquietaba más, pero hacía acopio de serenidad y procuraba mantener la objetividad.Encontré en Internet información exhaustiva sobre los métodos de aborto utilizados en clínicas de España y Estados Unidos, con detalles técnicos de cada procedimiento en palabras de los médicos que realizan estas intervenciones. Para concentrarme más en los datos opté por la versión sin fotografías. Ya revisaría las fotos al acabar la lectura. La angustia y el temor me golpeaban con cada palabra leída. Comencé removiéndome en la silla, luego tuve que retirar varias veces la vista de la pantalla. Cuando terminé con el texto y quise ver las fotografías, acabé levantándome para calmar la necesidad imperiosa que sentía de abrazar a mi hija de catorce meses, en parte para consolar mi dolor, en parte, porque necesitaba colmar de besos y arrullar, en ella, a todos los niños asesinados tan cruelmente con cada aborto despenalizado por alguno de los famosos supuestos.
No podía dejar de repetir inconscientemente: “que me los den a mí, pero que no los maten así”. Consciente del imposible que estaba planteando pensé que si esta circunstancia se hubiera dado en el siglo XIX, cuando la Iglesia iba dando respuesta en forma de Congregaciones Religiosas a las dramáticas pobrezas de la sociedad europea, seguro que habría algunas monjitas dedicadas exclusivamente a la atención de éstas madres y la recogida de sus hijos. En la actualidad existe el proyecto RED MADRE, aunque no tiene mucho respaldo gubernamental. “Que se pongan en contacto con Red Madre, pero que no los maten”.
¿Como es posible que estemos discutiendo sobre la permisividad, restricción o ampliación de los tres supuestos Y NADIE PLANTEE el debate sobre la crueldad de los métodos con los que se mata a esos niños? Porque no se engañen, con doce semanas son niños hechos y derechos.
Quote:Por encontrarse cuidadosamente protegidos en el vientre de la madre, no es posible utilizar una simple inyección sin poner en peligro la vida de la mujer – ¡que cosas tiene la naturaleza! – y la legislación no establece método alguno, lo deja al criterio del “agente sanitario”. Es tremendamente paradójico que en los países con pena de muerte (horca, lapidación, fusilamiento, silla eléctrica o inyección letal) el ejercicio de la misma esté perfectamente delimitado. No se permite la muerte con o por tortura. Sin embargo, nosotros hablamos sobre aplicar o no la pena máxima a INOCENTES sin detenernos a pensar en cuánto se les hace sufrir hasta matarlos. ¿Se imaginan ustedes a un guardia americano tirando con un fórcep de la pierna, el brazo o la cabeza de un preso hasta arrancárselos para luego arrojar a una trituradora sus miembros? ¿O el revuelo que organizaría Amnistía Internacional si en Somalia mataran a una mujer adúltera a cuchilladas con una cureta y arrojaran su cuerpo desmembrado a un cubo de basura? ¿Pueden imaginarse el suplicio del reo que es colocado frente a un potente aspirador de la boca afilada y con cuchillas integradas, mientras al intentar pasar por el orificio del tubo fuera troceando? ¿O el de aquel que es sacado del calorcito de su lecho en la noche para encapucharlo y dejarlo con la cabeza atrapada en los barrotes de la celda mientras le clavan unas tijeras en la región occipital? Total, como no le vemos la cara, no sabemos si es hombre o maniquí. ¿Cómo es posible que una cosa tan horrible sea legal y lo consintamos sin tocarnos el corazón?
Veo la carita de mi hija durmiendo y pienso: ¿quien puede tener las entrañas tan negras como para hacer daño a un bebé? Acaricio su frente, y solo se me ocurre pensar que, probablemente, sea la cosita más inocente y tierna que tenga la ocasión de conocer y disfrutar, hasta que crezca y discutamos, ¡claro! Dejo que se aferre a mi mano y siento que las madres que abortan nunca sabrán cuánto habría curado su corazón arañado, el calor y la emoción que les hubieran transmitido sus bebes cuando durmieran junto a su pecho. Beso sus ojos, su nariz, sus mejillas calientes, beso su barbilla fresca y pienso en la mujer que será, las veces que tenderá su mano, las que consolará, lo que aportará con su esfuerzo a la familia y a la sociedad y no se me ocurre muestra de mayor prepotencia que la de quebrar su vida sin pensar en las consecuencias que esto entrañará. ¿No dicen que la historia es una cadena de acontecimientos? Juego con el él mientras le aseo o contemplo su expresión mientras duerme, profundo, y no puedo imaginar siquiera un motivo por el que renunciaría al gozo de compartir esos momento con ella. Aunque el resto del día haya sido un asco.
Dejémonos de teorías y formulemos nuestro juicio con el corazón: Acérquese a un bebé y mientras lo contempla a él, no a la idea de un bebé, pregúntese si se reconoce capaz de hacer las barbaridades que le he descrito arriba. ¿No? ¿Por qué no? Si le parece cruel ¿cómo es que está dispuesto/a a hacer la vista gorda para que otros – mercenarios – hagan el trabajo sucio? ¿Cómo no sale a la calle y pide la abolición del aborto?
¿Qué pasa con el “derecho de las madres”? ¿Qué pasa?, pregunto yo. Por dramáticas que sean determinadas situaciones, ustedes no verían bien el asesinato de un ser humano para resolver el problema de otro ¿o sí? Y desde ya mismo les digo que considero a las madres que abortan víctimas de sus hombres, sus familias y los prejuicios de la propia sociedad.
Que si un bebé no es tal hasta que cumple las doce semanas de gestación… ¿Quién puede afirmarlo con total rotundidad? Los descubrimientos médicos y las imágenes disponibles de la vida intrauterina cada vez nos hablan más alto de que el feto es claramente una vida humana y de su capacidad de sobrevivir.
Que para la madre, mientras no conoce la carita del bebé tras el nacimiento, no deja de ser algo indefinido que no ama y que puede extirparse como quien elimina un tumor… Yo no me atrevería definir lo que sentimos todas de las madres por nuestros hijos durante la gestación, pero desde luego indiferencia no y desamor tampoco. Aprendemos a quererlos con cada constancia de su presencia que nos aporta ver crecer el volumen de nuestro abdomen. Es ilusión con la certeza de la noticia. Es afán de protección para que no le ocurra nada cuando más vulnerable es, en las primeras semanas. Es el intento por constatar cada cambio en su desarrollo. Es conocerle a través del velo opaco de una ecografía, es pensar un nombre que le defina bien y le vaya a gustar de mayor
Cuanto les planteo en estas líneas es de una atrocidad que desborda. ¿Creen ustedes que soy conservadora, sensiblera, cristiana recalcitrante, antifeminista, de mente cerrada, temerosa del progreso. Soy una mujer que no entiende la manía de considerar todo lo no tiene voz propia susceptible de ser obviado y borrado del mapa. Apelo a ustedes para remediar esta situación ¿por dónde empezaría usted?
En sucesivos escritos, quisiera aportar un rayito de luz sobre este escabroso tema, siempre partiendo de la circunstancia siguiente: para los cristianos, la defensa de la vida es un valor INCUESTIONABLE.
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