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9 octubre, 2012 a las 16:36 #7937
Anónimo
InactivoVende lo que tienes y sígueme.Lectura del santo evangelio según San Marcos 10, 17-30En aquel tiempo, cuando salía Jesús al camino, se le acercó uno corriendo, se arrodilló y le preguntó:
«Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna?»
Jesús le contestó:
«¿Por qué me llamas bueno? No hay nadie bueno más que Dios.
Ya sabes los mandamientos: no matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, no estafarás, honra a tu padre y a tu madre.»
Él replicó:
«Maestro, todo eso lo he cumplido desde pequeño.»
Jesús se le quedó mirando con cariño y le dijo:
«Una cosa te falta: anda, vende lo que tienes, dale el dinero a los pobres, así tendrás un tesoro en el cielo, y luego sígueme.»
A estas palabras, él frunció el ceño y se marchó pesaroso, porque era muy rico.
Jesús, mirando alrededor, dijo a sus discípulos:
«¡Qué difícil les va a ser a los ricos entrar en el reino de Dios!»
Los discípulos se extrañaron de estas palabras.Jesús añadió:
«Hijos, ¡qué difícil les es entrar en el reino de Dios a los que ponen su confianza en el dinero! Más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el reino de Dios.»
Ellos se espantaron y comentaban:
«Entonces, ¿quién puede salvarse?»
Jesús se les quedó mirando. y les dijo:
«Es imposible para los hombres, no para Dios. Dios lo puede todo.»
Pedro se puso a decirle:
«Ya ves que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido.»
Jesús dijo:
«Os aseguro que quien deje casa, o hermanos o hermanas, o madre o padre, o hijos o tierras, por mí y por el Evangelio, recibirá ahora, en este tiempo, cien veces más casas y hermanos y hermanas y madres e hijos y tierras, con persecuciones, y en la edad futura, vida eterna.»
Palabra del Señor.12 octubre, 2012 a las 8:46 #12278Anónimo
InactivoOs adjunto los comentarios. UN VACÍO EXTRAÑO[align=justify]Vivimos en la «cultura del tener». Esto es lo que se afirma de diversas maneras en casi todos los estudios que analizan la sociedad occidental. Poco a poco el estilo de vida del hombre contemporáneo se va orientando hacia el tener, acaparar y poseer. Para muchos es la única tarea rentable y sensata. Todo lo demás viene después.Ciertamente ganar dinero, poder comprar cosas y poseer toda clase de bienes produce bienestar. La persona se siente más segura, más importante, con mayor poder y prestigio. Pero cuando la vida se orienta sólo en la dirección del acaparar siempre más y más, la persona puede terminar arruinando su ser.
El tener no basta, no sostiene al individuo, no le hace crecer. Sin darse cuenta, la persona va introduciendo cada vez más necesidades artificiales en su vida. Poco a poco va olvidando lo esencial. Se rodea de objetos, pero se incapacita para la relación viva con las personas. Se preocupa de muchas cosas pero no cuida lo importante. Pretende responder a sus deseos más hondos satisfaciendo necesidades periféricas. Vive en el bienestar pero no se siente bien.
Éste es precisamente uno de los fenómenos más paradójicos en la sociedad actual: el número de personas «satisfechas» que terminan cayendo en la frustración y el vacío existencial. Desde su amplia y reconocida labor psicoterapeuta, Viktor Frankl ha mostrado la razón última de este «vacío existencial». Cogidas por el bienestar, estas personas olvidan que, para desplegar su ser, el individuo necesita salir de sí mismo, servir a una causa, entregarse, amar a alguien, compartir. Sin esta «auto-trascendencia» no hay verdadera felicidad.
De este vacío no libera ni la religión cuando también ella se convierte en objeto de consumo. La persona «tiene» entonces una religión, pero su corazón está lejos de Dios; posee un catálogo de verdades que confiesa con los labios pero no se abre a la verdad de Dios. Trata de acumular méritos pero no crece en capacidad de amar.
Es significativa la escena evangélica. Un rico se acerca a Jesús. No le pregunta por esta vida pues la tiene asegurada. Lo que quiere es que la religión le asegure la vida eterna. Jesús le habla claro: «Una cosa te falta: liberarte de tus bienes y aprender a compartir con los necesitados».
EL CAMBIO FUNDAMENTALEl cambio fundamental al que nos llama Jesús es claro. Dejar de ser unos egoístas que ven a los demás en función de sus propios intereses para atrevemos a iniciar una vida más fraterna y solidaria. Por eso, a un hombre rico que observa fielmente todos los preceptos de la ley, pero que vive encerrado en su propia riqueza, le falta algo esencial para ser discípulo suyo: compartir lo que tiene con los necesitados.
Hay algo muy claro en el evangelio de Jesús. La vida no se nos ha dado para hacer dinero, para tener éxito o para lograr un bienestar personal, sino para hacernos hermanos. Si pudiéramos ver el proyecto de Dios con la transparencia con que lo ve Jesús y comprender con una sola mirada el fondo último de la existencia, nos daríamos cuenta de que lo único importante es crear fraternidad. El amor fraterno que nos lleva a compartir lo nuestro con los necesitados es «la única fuerza de crecimiento», lo único que hace avanzar decisivamente a la humanidad hacia su salvación.
El hombre más logrado no es, como a veces se piensa, aquel que consigue acumular más cantidad de dinero, sino quien sabe convivir mejor y de manera más fraterna. Por eso, cuando alguien renuncia poco a poco a la fraternidad y se va encerrando en sus propias riquezas e intereses, sin resolver el problema del amor, termina fracasando como hombre.
Aunque viva observando fielmente unas normas de conducta religiosa, al encontrarse con el evangelio descubrirá que en su vida no hay verdadera alegría, y se alejará del mensaje de Jesús con la misma tristeza que aquel hombre que «se marchó triste porque era muy rico».
Con frecuencia, los cristianos nos instalamos cómodamente en nuestra religión, sin reaccionar ante la llamada del evangelio y sin buscar ningún cambio decisivo en nuestra vida. Hemos «rebajado» el evangelio acomodándolo a nuestros intereses. Pero ya esa religión no puede ser fuente de alegría. Nos deja tristes y sin consuelo verdadero.
Ante el evangelio nos hemos de preguntar sinceramente si nuestra manera de ganar y de gastar el dinero es la propia de quien sabe compartir o la de quien busca solo acumular. Si no sabemos dar de lo nuestro al necesitado, algo esencial nos falta para vivir con alegría cristiana
[/align] También el de
Kamiano:[align=justify]El Papa Benedicto XVI abre el 11 de octubre el Año dela Fe, en la conmemoración del cincuentenario de la inauguración del Concilio Ecuménico Vaticano II. Una fecha importantísima, no solo para el recuerdo, sino para continuar ahondando enla Nueva Evangelización, al latido del Sínodo que se celebra durante este mes. Con su dibujo, Patxi nos invita a encontrar enla Palabra, que nos abre el propio Papa, el misterio del Amor dela Trinidad. Misterio de amor que ha de inspirar siempre nuestras vidas.Antes de comentar el Evangelio, queremos dar gracias a Dios en nuestro blog por Patxi V. Fano y Susana Salas Cobalea, que acaban de ser padres de su tercer hijo, en esta ocasión, una niña preciosa que recibirá en el sacramento del bautismo el nombre de Ángela. La pequeña nació el día 4 de octubre, festividad de san Francisco de Asís. Desde su concepción, los dibujos de Fano han aumentado en “maripositas” junto a su firma: ya hay cuatro, correspondientes a Susana y a sus tres hijos.
En el evangelio dominical nos econtramos con el joven rico, tan modélico y cumplidor para algunas cuestiones. Sin embargo, tiene un punto débil un tanto problemático para alguien que admira a Jesús y que puede convertirse en posible seguidor suyo: le gusta más sumar que restar en aspectos como acumular mandamientos, méritos, prácticas religiosas y dinero. Era muy rico, luego había sumado grandes cantidades de dinero. Lo peor es que su posición económica le pudo con el deseo de seguir al Maestro bueno. En clave de acumular el joven quiere saber cómo conseguir “puntos” para heredar la vida eterna. Jesús trastoca sus planteamientos y el rico se marcha pesaroso y apesadumbrado. Su riqueza le puede, le ata, le carga, le imposibilita ser libre para acoger la valiosa invitación de Jesús en clave de resta, de desprendimiento, de quedarse con lo esencial que, paradójicamente, es el tesoro más preciado: el de la vida eterna. Revisar las claves de nuestra vida puede ser algo fundamental para situarnos adecuadamente para el seguimiento.
Desátanos, Señor, de lo que más nos cueste para seguirte con valentía, decisión y a fondo perdido. Que sintamos que nuestra vida es solo tuya para el servicio de tu Reino.
Fraternalmente.-
12 octubre, 2012 a las 8:46 #18331Anónimo
InactivoOs adjunto los comentarios. UN VACÍO EXTRAÑO[align=justify]Vivimos en la «cultura del tener». Esto es lo que se afirma de diversas maneras en casi todos los estudios que analizan la sociedad occidental. Poco a poco el estilo de vida del hombre contemporáneo se va orientando hacia el tener, acaparar y poseer. Para muchos es la única tarea rentable y sensata. Todo lo demás viene después.Ciertamente ganar dinero, poder comprar cosas y poseer toda clase de bienes produce bienestar. La persona se siente más segura, más importante, con mayor poder y prestigio. Pero cuando la vida se orienta sólo en la dirección del acaparar siempre más y más, la persona puede terminar arruinando su ser.
El tener no basta, no sostiene al individuo, no le hace crecer. Sin darse cuenta, la persona va introduciendo cada vez más necesidades artificiales en su vida. Poco a poco va olvidando lo esencial. Se rodea de objetos, pero se incapacita para la relación viva con las personas. Se preocupa de muchas cosas pero no cuida lo importante. Pretende responder a sus deseos más hondos satisfaciendo necesidades periféricas. Vive en el bienestar pero no se siente bien.
Éste es precisamente uno de los fenómenos más paradójicos en la sociedad actual: el número de personas «satisfechas» que terminan cayendo en la frustración y el vacío existencial. Desde su amplia y reconocida labor psicoterapeuta, Viktor Frankl ha mostrado la razón última de este «vacío existencial». Cogidas por el bienestar, estas personas olvidan que, para desplegar su ser, el individuo necesita salir de sí mismo, servir a una causa, entregarse, amar a alguien, compartir. Sin esta «auto-trascendencia» no hay verdadera felicidad.
De este vacío no libera ni la religión cuando también ella se convierte en objeto de consumo. La persona «tiene» entonces una religión, pero su corazón está lejos de Dios; posee un catálogo de verdades que confiesa con los labios pero no se abre a la verdad de Dios. Trata de acumular méritos pero no crece en capacidad de amar.
Es significativa la escena evangélica. Un rico se acerca a Jesús. No le pregunta por esta vida pues la tiene asegurada. Lo que quiere es que la religión le asegure la vida eterna. Jesús le habla claro: «Una cosa te falta: liberarte de tus bienes y aprender a compartir con los necesitados».
EL CAMBIO FUNDAMENTALEl cambio fundamental al que nos llama Jesús es claro. Dejar de ser unos egoístas que ven a los demás en función de sus propios intereses para atrevemos a iniciar una vida más fraterna y solidaria. Por eso, a un hombre rico que observa fielmente todos los preceptos de la ley, pero que vive encerrado en su propia riqueza, le falta algo esencial para ser discípulo suyo: compartir lo que tiene con los necesitados.
Hay algo muy claro en el evangelio de Jesús. La vida no se nos ha dado para hacer dinero, para tener éxito o para lograr un bienestar personal, sino para hacernos hermanos. Si pudiéramos ver el proyecto de Dios con la transparencia con que lo ve Jesús y comprender con una sola mirada el fondo último de la existencia, nos daríamos cuenta de que lo único importante es crear fraternidad. El amor fraterno que nos lleva a compartir lo nuestro con los necesitados es «la única fuerza de crecimiento», lo único que hace avanzar decisivamente a la humanidad hacia su salvación.
El hombre más logrado no es, como a veces se piensa, aquel que consigue acumular más cantidad de dinero, sino quien sabe convivir mejor y de manera más fraterna. Por eso, cuando alguien renuncia poco a poco a la fraternidad y se va encerrando en sus propias riquezas e intereses, sin resolver el problema del amor, termina fracasando como hombre.
Aunque viva observando fielmente unas normas de conducta religiosa, al encontrarse con el evangelio descubrirá que en su vida no hay verdadera alegría, y se alejará del mensaje de Jesús con la misma tristeza que aquel hombre que «se marchó triste porque era muy rico».
Con frecuencia, los cristianos nos instalamos cómodamente en nuestra religión, sin reaccionar ante la llamada del evangelio y sin buscar ningún cambio decisivo en nuestra vida. Hemos «rebajado» el evangelio acomodándolo a nuestros intereses. Pero ya esa religión no puede ser fuente de alegría. Nos deja tristes y sin consuelo verdadero.
Ante el evangelio nos hemos de preguntar sinceramente si nuestra manera de ganar y de gastar el dinero es la propia de quien sabe compartir o la de quien busca solo acumular. Si no sabemos dar de lo nuestro al necesitado, algo esencial nos falta para vivir con alegría cristiana
[/align] También el de
Kamiano:[align=justify]El Papa Benedicto XVI abre el 11 de octubre el Año dela Fe, en la conmemoración del cincuentenario de la inauguración del Concilio Ecuménico Vaticano II. Una fecha importantísima, no solo para el recuerdo, sino para continuar ahondando enla Nueva Evangelización, al latido del Sínodo que se celebra durante este mes. Con su dibujo, Patxi nos invita a encontrar enla Palabra, que nos abre el propio Papa, el misterio del Amor dela Trinidad. Misterio de amor que ha de inspirar siempre nuestras vidas.Antes de comentar el Evangelio, queremos dar gracias a Dios en nuestro blog por Patxi V. Fano y Susana Salas Cobalea, que acaban de ser padres de su tercer hijo, en esta ocasión, una niña preciosa que recibirá en el sacramento del bautismo el nombre de Ángela. La pequeña nació el día 4 de octubre, festividad de san Francisco de Asís. Desde su concepción, los dibujos de Fano han aumentado en “maripositas” junto a su firma: ya hay cuatro, correspondientes a Susana y a sus tres hijos.
En el evangelio dominical nos econtramos con el joven rico, tan modélico y cumplidor para algunas cuestiones. Sin embargo, tiene un punto débil un tanto problemático para alguien que admira a Jesús y que puede convertirse en posible seguidor suyo: le gusta más sumar que restar en aspectos como acumular mandamientos, méritos, prácticas religiosas y dinero. Era muy rico, luego había sumado grandes cantidades de dinero. Lo peor es que su posición económica le pudo con el deseo de seguir al Maestro bueno. En clave de acumular el joven quiere saber cómo conseguir “puntos” para heredar la vida eterna. Jesús trastoca sus planteamientos y el rico se marcha pesaroso y apesadumbrado. Su riqueza le puede, le ata, le carga, le imposibilita ser libre para acoger la valiosa invitación de Jesús en clave de resta, de desprendimiento, de quedarse con lo esencial que, paradójicamente, es el tesoro más preciado: el de la vida eterna. Revisar las claves de nuestra vida puede ser algo fundamental para situarnos adecuadamente para el seguimiento.
Desátanos, Señor, de lo que más nos cueste para seguirte con valentía, decisión y a fondo perdido. Que sintamos que nuestra vida es solo tuya para el servicio de tu Reino.
Fraternalmente.-
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