Inicio Foros Formación cofrade Evangelio Dominical y Festividades Evangelio del domingo 25/11/2012

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  • #7996
    Anónimo
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    Tú lo dices: soy rey

    Lectura del santo evangelio según San Juan 18, 33b-37

    En aquel tiempo, dijo Pilato a Jesús:

    – «¿Eres tú el rey de los judíos?»

    Jesús le contestó:

    – «¿Dices eso por tu cuenta o te lo han dicho otros de mí? »

    Pilato replicó:

    -«¿Acaso soy yo judío? Tu gente y los sumos sacerdotes te han entregado a mí; ¿qué has hecho?»

    Jesús le contestó:

    – «Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, mi guardia habría luchado para que no cayera en manos de los judíos. Pero mi reino no es de aquí.»

    Pilato le dijo:

    – «Conque, ¿tú eres rey?»

    Jesús le contestó:

    – «Tú lo dices: soy rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo; para ser testigo de la verdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz.»

    Palabra del Señor.

    #12284
    Anónimo
    Inactivo

    [align=justify]Os adjunto los comentarios al Evangelio del último domingo del tiempo ordinario; el próximo día 2 de diciembre comienza el Adviento.

    CAMBIO IMPORTANTE

    No todos los que han abandonado la práctica religiosa tienen la misma postura ante Dios. Algunos rechazan todo contacto con lo religioso; Dios les resulta un ser incómodo y amenazador del que prefieren prescindir.

    Otros viven absolutamente despreocupados de estas cosas; les basta con ir resolviendo los problemas de cada día; Dios no tiene sitio en su vida. Hay, sin embargo, un número creciente de no practicantes en los que comienza a despertarse una inquietud religiosa.

    No es fácil expresar lo que sienten ni lo que buscan. Ciertamente no están pensando en volver al cristianismo que un día conocieron y que, por una razón o por otra, han abandonado. Su búsqueda se sitúa ahora a otro nivel diferente. Andan detrás de algo que ni ellos mismos aciertan a definir con precisión.

    Lo que conocen de la Iglesia les parece excesivamente complicado. El lenguaje eclesiástico les resulta difícil.

    Tampoco les convence mucho la vida de otros cristianos practicantes que conocen. Pero sienten la necesidad de algo que dé más coherencia y más sentido a su vida.

    En el fondo de todo está la cuestión de Dios. La mayoría no duda de que Dios existe. Pero, ¿cómo es ese Dios del que la Iglesia habla tanto? ¿Es un Dios terrible y peligroso del que uno no se puede fiar nunca del todo?

    ¿Es un Dios bueno que entiende nuestra debilidad y busca siempre solo nuestro bien?

    Pero, ¿con quién hablar de todo esto? Al que se ha alejado de la Iglesia no se le hace fácil acercarse a un sacerdote. Es normal. Si al menos pudiera hablar con toda confianza con algún amigo creyente. Porque es bueno escuchar la experiencia de alguien que vive gozosamente su fe para aclarar equívocos, deshacer prejuicios o exponer las propias dudas.

    En cualquier caso, lo importante son los pasos que uno mismo va dando por dentro. Hay preguntas que es bueno contestar: ¿Por qué he abandonado yo el contacto con lo religioso? ¿Me ha hecho bien alejarme de Dios? Ahora sé lo que es vivir de espaldas a la fe, ¿quiero terminar así mi vida? ¿No necesito encontrarme con un Dios Amigo?

    ¿Se puede rezar? Hay personas que se alejaron hace mucho de todo esto, pero tampoco tienen nada contra Dios. En este momento no sabrían cómo rezar; han olvidado las palabras del Padre Nuestro; no les sale ninguna oración. ¿Es difícil decir a Dios: «Tú me conoces y me entiendes. Ayúdame a vivir. Enséñame a creer»?

    Puede parecer algo trivial y, sin embargo, una invocación sincera a Dios puede significar un cambio interior importante. Las palabras de Jesús son alentadoras: «Todo el que es de la verdad, escucha mi voz.»

    INTRODUCIR VERDAD

    El juicio contra Jesús tuvo lugar probablemente en el palacio en el que residía Pilato cuando acudía a Jerusalén. Allí se encuentran una mañana de abril del año treinta un reo indefenso llamado Jesús y el representante del poderoso sistema imperial de Roma.

    El evangelio de Juan relata el dialogo entre ambos. En realidad, más que un interrogatorio, parece un discurso de Jesús para esclarecer algunos temas que interesan mucho al evangelista. En un determinado momento Jesús hace esta solemne proclamación: «Yo para esto he venido al mundo: para ser testigo de la verdad. Todo el que es de la verdad, escucha mi voz».

    Esta afirmación recoge un rasgo básico que define la trayectoria profética de Jesús: su voluntad de vivir en la verdad de Dios. Jesús no solo dice la verdad, sino que busca la verdad y solo la verdad de un Dios que quiere un mundo más humano para todos sus hijos e hijas.

    Por eso, Jesús habla con autoridad, pero sin falsos autoritarismos. Habla con sinceridad, pero sin dogmatismos. No habla como los fanáticos que tratan de imponer su verdad. Tampoco como los funcionarios que la defienden por obligación aunque no crean en ella. No se siente nunca guardián de la verdad sino testigo.

    Jesús no convierte la verdad de Dios en propaganda. No la utiliza en provecho propio sino en defensa de los pobres. No tolera la mentira o el encubrimiento de las injusticias. No soporta las manipulaciones. Jesús se convierte así en «voz de lossin voz, y voz contra los que tienen demasiada voz» (Jon Sobrino).

    Esta voz es más necesaria que nunca en esta sociedad atrapada en una grave crisis económica. La ocultación de la verdad es uno de los más firmes presupuestos de la actuación de los grandes poderes financieros y de la gestión política sometida a sus exigencias. Se nos quiere hacer vivir la crisis en la mentira.

    Se hace todo lo posible para ocultar la responsabilidad de los principales causantes de la crisis y se ignora de manera perversa el sufrimiento de las víctimas más débiles e indefensas. Es urgente humanizar la crisis poniendo en el centro de atención la verdad de los que sufren y la atención prioritaria a su situación cada vez más grave.

    Es la primera verdad exigible a todos si no queremos ser inhumanos. El primer dato previo a todo. No nos podemos

    acostumbrar a la exclusión social y la desesperanza en que están cayendo los más débiles. Quienes seguimos a Jesús hemos de escuchar su voz y salir instintivamente en su defensa y ayuda. Quien es de la verdad escucha su voz.

    Trabaja como testigo de la verdad. Pásalo

    También el de Kamiano.

    “Mi realeza no es de aquí”. Así responde Jesús a Pilato. Su manera de ser rey es la del servicio. Servir es reinar para Jesús. Servir y amar. Un rey con corona, pero una corona muy especial, que brilla más que el oro, porque su corona son los pobres. Ellos son los protagonistas de su reinado.

    Un rey con corona, que nos muestra con su cabeza dónde están sus preferidos y por dónde van las cosas del Reino. Escuchemos la voz de nuestro rey. Él nos conducirá a la Verdad. Verdad que nuestro mundo quiere ocultar y disfrazar, pero no es posible, porque la corona brilla en tantos pobres que nos rodean.

    Celebramos este domingo a nuestros hermanos “sin”. En esta ocasión las personas sin hogar. Ahí está parte de la corona de Jesús.

    Y, si me lo permitís, Jesús reina también en sus sacerdotes. En esta semana me gustaría, queridos amigos, que recéis por mi hermano Damiano que será ordenado sacerdote este domingo 25 de noviembre, Solemnidad de Cristo Rey, en la Parroquia del Buen Pastor, de San Fernando, que bien podría estar también en la corona del Maestro.

    Fraternalmente.-[/align]

    #18337
    Anónimo
    Inactivo

    [align=justify]Os adjunto los comentarios al Evangelio del último domingo del tiempo ordinario; el próximo día 2 de diciembre comienza el Adviento.

    CAMBIO IMPORTANTE

    No todos los que han abandonado la práctica religiosa tienen la misma postura ante Dios. Algunos rechazan todo contacto con lo religioso; Dios les resulta un ser incómodo y amenazador del que prefieren prescindir.

    Otros viven absolutamente despreocupados de estas cosas; les basta con ir resolviendo los problemas de cada día; Dios no tiene sitio en su vida. Hay, sin embargo, un número creciente de no practicantes en los que comienza a despertarse una inquietud religiosa.

    No es fácil expresar lo que sienten ni lo que buscan. Ciertamente no están pensando en volver al cristianismo que un día conocieron y que, por una razón o por otra, han abandonado. Su búsqueda se sitúa ahora a otro nivel diferente. Andan detrás de algo que ni ellos mismos aciertan a definir con precisión.

    Lo que conocen de la Iglesia les parece excesivamente complicado. El lenguaje eclesiástico les resulta difícil.

    Tampoco les convence mucho la vida de otros cristianos practicantes que conocen. Pero sienten la necesidad de algo que dé más coherencia y más sentido a su vida.

    En el fondo de todo está la cuestión de Dios. La mayoría no duda de que Dios existe. Pero, ¿cómo es ese Dios del que la Iglesia habla tanto? ¿Es un Dios terrible y peligroso del que uno no se puede fiar nunca del todo?

    ¿Es un Dios bueno que entiende nuestra debilidad y busca siempre solo nuestro bien?

    Pero, ¿con quién hablar de todo esto? Al que se ha alejado de la Iglesia no se le hace fácil acercarse a un sacerdote. Es normal. Si al menos pudiera hablar con toda confianza con algún amigo creyente. Porque es bueno escuchar la experiencia de alguien que vive gozosamente su fe para aclarar equívocos, deshacer prejuicios o exponer las propias dudas.

    En cualquier caso, lo importante son los pasos que uno mismo va dando por dentro. Hay preguntas que es bueno contestar: ¿Por qué he abandonado yo el contacto con lo religioso? ¿Me ha hecho bien alejarme de Dios? Ahora sé lo que es vivir de espaldas a la fe, ¿quiero terminar así mi vida? ¿No necesito encontrarme con un Dios Amigo?

    ¿Se puede rezar? Hay personas que se alejaron hace mucho de todo esto, pero tampoco tienen nada contra Dios. En este momento no sabrían cómo rezar; han olvidado las palabras del Padre Nuestro; no les sale ninguna oración. ¿Es difícil decir a Dios: «Tú me conoces y me entiendes. Ayúdame a vivir. Enséñame a creer»?

    Puede parecer algo trivial y, sin embargo, una invocación sincera a Dios puede significar un cambio interior importante. Las palabras de Jesús son alentadoras: «Todo el que es de la verdad, escucha mi voz.»

    INTRODUCIR VERDAD

    El juicio contra Jesús tuvo lugar probablemente en el palacio en el que residía Pilato cuando acudía a Jerusalén. Allí se encuentran una mañana de abril del año treinta un reo indefenso llamado Jesús y el representante del poderoso sistema imperial de Roma.

    El evangelio de Juan relata el dialogo entre ambos. En realidad, más que un interrogatorio, parece un discurso de Jesús para esclarecer algunos temas que interesan mucho al evangelista. En un determinado momento Jesús hace esta solemne proclamación: «Yo para esto he venido al mundo: para ser testigo de la verdad. Todo el que es de la verdad, escucha mi voz».

    Esta afirmación recoge un rasgo básico que define la trayectoria profética de Jesús: su voluntad de vivir en la verdad de Dios. Jesús no solo dice la verdad, sino que busca la verdad y solo la verdad de un Dios que quiere un mundo más humano para todos sus hijos e hijas.

    Por eso, Jesús habla con autoridad, pero sin falsos autoritarismos. Habla con sinceridad, pero sin dogmatismos. No habla como los fanáticos que tratan de imponer su verdad. Tampoco como los funcionarios que la defienden por obligación aunque no crean en ella. No se siente nunca guardián de la verdad sino testigo.

    Jesús no convierte la verdad de Dios en propaganda. No la utiliza en provecho propio sino en defensa de los pobres. No tolera la mentira o el encubrimiento de las injusticias. No soporta las manipulaciones. Jesús se convierte así en «voz de lossin voz, y voz contra los que tienen demasiada voz» (Jon Sobrino).

    Esta voz es más necesaria que nunca en esta sociedad atrapada en una grave crisis económica. La ocultación de la verdad es uno de los más firmes presupuestos de la actuación de los grandes poderes financieros y de la gestión política sometida a sus exigencias. Se nos quiere hacer vivir la crisis en la mentira.

    Se hace todo lo posible para ocultar la responsabilidad de los principales causantes de la crisis y se ignora de manera perversa el sufrimiento de las víctimas más débiles e indefensas. Es urgente humanizar la crisis poniendo en el centro de atención la verdad de los que sufren y la atención prioritaria a su situación cada vez más grave.

    Es la primera verdad exigible a todos si no queremos ser inhumanos. El primer dato previo a todo. No nos podemos

    acostumbrar a la exclusión social y la desesperanza en que están cayendo los más débiles. Quienes seguimos a Jesús hemos de escuchar su voz y salir instintivamente en su defensa y ayuda. Quien es de la verdad escucha su voz.

    Trabaja como testigo de la verdad. Pásalo

    También el de Kamiano.

    “Mi realeza no es de aquí”. Así responde Jesús a Pilato. Su manera de ser rey es la del servicio. Servir es reinar para Jesús. Servir y amar. Un rey con corona, pero una corona muy especial, que brilla más que el oro, porque su corona son los pobres. Ellos son los protagonistas de su reinado.

    Un rey con corona, que nos muestra con su cabeza dónde están sus preferidos y por dónde van las cosas del Reino. Escuchemos la voz de nuestro rey. Él nos conducirá a la Verdad. Verdad que nuestro mundo quiere ocultar y disfrazar, pero no es posible, porque la corona brilla en tantos pobres que nos rodean.

    Celebramos este domingo a nuestros hermanos “sin”. En esta ocasión las personas sin hogar. Ahí está parte de la corona de Jesús.

    Y, si me lo permitís, Jesús reina también en sus sacerdotes. En esta semana me gustaría, queridos amigos, que recéis por mi hermano Damiano que será ordenado sacerdote este domingo 25 de noviembre, Solemnidad de Cristo Rey, en la Parroquia del Buen Pastor, de San Fernando, que bien podría estar también en la corona del Maestro.

    Fraternalmente.-[/align]

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