Inicio › Foros › Formación cofrade › Evangelio Dominical y Festividades › Evangelio del domingo 27/01/2019 3º de T. Ordinario Ciclo C.
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23 enero, 2019 a las 20:52 #10828
Anónimo
Inactivo«Hoy se ha cumplido esta Escritura»Lectura del santo Evangelio según San LucasIlustre Teófilo:
Puesto que muchos han emprendido la tarea de componer un relato de los hechos que se han cumplido entre nosotros, como nos los transmitieron los que fueron desde el principio testigos oculares y servidores de la palabra, también yo he resuelto escribírtelos por su orden, después de investigarlo todo diligentemente desde el principio, para que conozcas la solidez de las enseñanzas que has recibido.
En aquel tiempo, Jesús volvió a Galilea con la fuerza del Espíritu; y su fama se extendió por toda la comarca. Enseñaba en las sinagogas, y todos lo alababan.
Fue a Nazaret, donde se había criado, entró en la sinagoga, como era su costumbre los sábados, y se puso en pie para hacer la lectura. Le entregaron el rollo del profeta Isaías y, desenrollándolo, encontró el pasaje donde estaba escrito:
«El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido. Me ha enviado a evangelizar a los pobres, a proclamar a los cautivos la libertad, y a los ciegos, la vista; a poner en libertad a los oprimidos; para proclamar el año de gracia del Señor».
Y, enrollando el rollo y devolviéndolo al que le ayudaba, se sentó. Toda la sinagoga tenía los ojos clavados en él.
Y él comenzó a decirles:
«Hoy se ha cumplido esta Escritura que acabáis de oír».
Palabra del Señor25 enero, 2019 a las 17:55 #12960Anónimo
InactivoOs dejo los comentarios al Evangelio del domingo. LA PRIMERA MIRADA[align=justify]La primera mirada de Jesús no se dirige al pecado de las personas, sino al sufrimiento que arruina sus vidas. Lo primero que toca su corazón no es el pecado, sino el dolor, la opresión y la humillación que padecen hombres y mujeres. El pecado consiste precisamente en cerrarse al sufrimiento de los demás para pensar sólo en el propio bienestar.La exégesis contemporánea atribuye una importancia decisiva al «relato programático» de la sinagoga de Nazaret (Lc 4, 16-22). Jesús se siente «ungido por el Espíritu» de un Dios que se preocupa de los que sufren, impregnado por su amor a los pobres y desvalidos. Es ese Espíritu el que lo empuja a entregar su existencia entera a liberar, aliviar, sanar, perdonar: «El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido. Me ha enviado para dar la Buena Noticia a los pobres, para anunciar a los cautivos la libertad y a los ciegos la vista, para dar libertad a los oprimidos, para anunciar el año de gracia del Señor» (Lc 4, 18-19).
Este programa de actuación propio de Cristo no ha sido siempre el de los cristianos. La teología cristiana ha dirigido más su atención al pecado de la criatura que a su sufrimiento.
«La doctrina cristiana de la salvación ha dramatizado demasiado el problema del pecado mientras ha relativizado el problema del sufrimiento». Es así. Muchas veces la preocupación por el dolor humano ha quedado atenuada por la atención a la redención del pecado.
En el interior del cristianismo hay una fe no en cualquier dios, sino en el Dios atento al dolor humano. Frente a la «mística de ojos cerrados» propia del budismo y de la espiritualidad del Oriente en general, volcados sobre todo en la atención a lo interior, el cristianismo ha de cultivar una «mística de ojos abiertos» y una espiritualidad de la obligación absoluta de atender al dolor de los otros.
Al cristiano verdaderamente espiritual -«ungido por el Espíritu»- se lo encuentra, lo mismo que a Cristo, junto a los más desvalidos y humillados. Lo que le caracteriza no es tanto la comunicación íntima con el Ser Supremo cuanto la apertura al amor de un Dios Padre que empuja y envía a sus fieles hacia los seres más pobres y abandonados.
Como recordó el cardenal Carlo Martini, en estos tiempos de globalización, el cristianismo ha de globalizar la atención al sufrimiento de los pobres de la Tierra.
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[align=right]José Antonio Pagola[/align] PROFETA[align=justify]En una aldea perdida de Galilea, llamada Nazaret, los vecinos del pueblo se reúnen en la sinagoga una mañana de sábado para escuchar la Palabra de Dios. Después de algunos años vividos buscando a Dios en el desierto, Jesús vuelve al pueblo en el que había crecido.La escena es de gran importancia para conocer a Jesús y entender bien su misión. Según el relato de Lucas, en esta aldea casi desconocida por todos, va a hacer Jesús su presentación como Profeta de Dios y va a exponer su programa aplicándose a sí mismo un texto del profeta Isaías.
Después de leer el texto, Jesús lo comenta con una sola frase: «Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír». Según Lucas, la gente «tenía los ojos fijos en él». La atención de todos pasa del texto leído a la persona de Jesús. ¿Qué es lo que nosotros podemos descubrir hoy si fijamos nuestros ojos en él?
Movido por el Espíritu de Dios. La vida entera de Jesús está impulsada, conducida y orientada por el aliento, la fuerza y el amor de Dios. Creer en la divinidad de Jesús no es confesar teóricamente una fórmula dogmática elaborada por los concilios. Es ir descubriendo de manera concreta en sus palabras y sus gestos, su ternura y su fuego, el Misterio último de la vida que los creyentes llamamos «Dios».
Profeta de Dios. Jesús no ha sido ungido con aceite de oliva como se ungía a los reyes para transmitirles el poder de gobierno o a los sumos sacerdotes para investirlos de poder sacro. Ha sido «ungido» por el Espíritu de Dios. No viene a gobernar ni a regir. Es profeta de Dios dedicado a liberar la vida. Solo le podremos seguir si aprendemos a vivir con su espíritu profético.
Buena Noticia para los pobres. Su actuación es Buena Noticia para la clase social más marginada y desvalida: los más necesitados de oír algo bueno; los humillados y olvidados por todos. Nos empezamos a parecer a Jesús cuando nuestra vida, nuestra actuación y amor solidario puede ser captado por los pobres como algo bueno.
Dedicado a liberar. Vive entregado a liberar al ser humano de toda clase de esclavitudes. La gente lo siente como liberador de sufrimientos, opresiones y abusos; los ciegos lo ven como luz que libera del sinsentido y la desesperanza; los pecadores lo reciben como gracia y perdón. Seguimos a Jesús cuando nos va liberando de todo lo que nos esclaviza, empequeñece o deshumaniza. Entonces creemos en él como Salvador que nos encamina hacia la Vida definitiva.
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[align=right]José Antonio Pagola[/align] También el de Kamiano.
JESÚS, SIEMPRE EN LA MISMA DIRECCIÓN.[align=justify]Jesús, guiado por el Espíritu, siempre va en la misma dirección: hacia los que sufren para aliviar su dolor. Ya venga en avión, en barco, en tren, en coche, a caballo o en patinete…: la misma dirección. ¿Cuál es nuestra dirección? ¿Somos un poco veletas? ¿No lo tenemos claro?En la sinagoga todos tenían fijos los ojos en Jesús. Porque en Él veían no solo unas palabras, una proclamación sino la cercanía del Reino que emergía con su persona, con sus acciones, en definitiva, con su Amor.
Este domingo celebramos la Jornada de la Infancia misionera. Todos, desde los niños a los mayores, estamos invitados a realizar la acción liberadora de Jesús. Aprendamos de la “dirección” de Jesús.
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[align=right]Dibujo: Patxi Velasco FANOTexto: Fernando Cordero sscc
[/align] Fraternalmente.
25 enero, 2019 a las 17:55 #19013Anónimo
InactivoOs dejo los comentarios al Evangelio del domingo. LA PRIMERA MIRADA[align=justify]La primera mirada de Jesús no se dirige al pecado de las personas, sino al sufrimiento que arruina sus vidas. Lo primero que toca su corazón no es el pecado, sino el dolor, la opresión y la humillación que padecen hombres y mujeres. El pecado consiste precisamente en cerrarse al sufrimiento de los demás para pensar sólo en el propio bienestar.La exégesis contemporánea atribuye una importancia decisiva al «relato programático» de la sinagoga de Nazaret (Lc 4, 16-22). Jesús se siente «ungido por el Espíritu» de un Dios que se preocupa de los que sufren, impregnado por su amor a los pobres y desvalidos. Es ese Espíritu el que lo empuja a entregar su existencia entera a liberar, aliviar, sanar, perdonar: «El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido. Me ha enviado para dar la Buena Noticia a los pobres, para anunciar a los cautivos la libertad y a los ciegos la vista, para dar libertad a los oprimidos, para anunciar el año de gracia del Señor» (Lc 4, 18-19).
Este programa de actuación propio de Cristo no ha sido siempre el de los cristianos. La teología cristiana ha dirigido más su atención al pecado de la criatura que a su sufrimiento.
«La doctrina cristiana de la salvación ha dramatizado demasiado el problema del pecado mientras ha relativizado el problema del sufrimiento». Es así. Muchas veces la preocupación por el dolor humano ha quedado atenuada por la atención a la redención del pecado.
En el interior del cristianismo hay una fe no en cualquier dios, sino en el Dios atento al dolor humano. Frente a la «mística de ojos cerrados» propia del budismo y de la espiritualidad del Oriente en general, volcados sobre todo en la atención a lo interior, el cristianismo ha de cultivar una «mística de ojos abiertos» y una espiritualidad de la obligación absoluta de atender al dolor de los otros.
Al cristiano verdaderamente espiritual -«ungido por el Espíritu»- se lo encuentra, lo mismo que a Cristo, junto a los más desvalidos y humillados. Lo que le caracteriza no es tanto la comunicación íntima con el Ser Supremo cuanto la apertura al amor de un Dios Padre que empuja y envía a sus fieles hacia los seres más pobres y abandonados.
Como recordó el cardenal Carlo Martini, en estos tiempos de globalización, el cristianismo ha de globalizar la atención al sufrimiento de los pobres de la Tierra.
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[align=right]José Antonio Pagola[/align] PROFETA[align=justify]En una aldea perdida de Galilea, llamada Nazaret, los vecinos del pueblo se reúnen en la sinagoga una mañana de sábado para escuchar la Palabra de Dios. Después de algunos años vividos buscando a Dios en el desierto, Jesús vuelve al pueblo en el que había crecido.La escena es de gran importancia para conocer a Jesús y entender bien su misión. Según el relato de Lucas, en esta aldea casi desconocida por todos, va a hacer Jesús su presentación como Profeta de Dios y va a exponer su programa aplicándose a sí mismo un texto del profeta Isaías.
Después de leer el texto, Jesús lo comenta con una sola frase: «Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír». Según Lucas, la gente «tenía los ojos fijos en él». La atención de todos pasa del texto leído a la persona de Jesús. ¿Qué es lo que nosotros podemos descubrir hoy si fijamos nuestros ojos en él?
Movido por el Espíritu de Dios. La vida entera de Jesús está impulsada, conducida y orientada por el aliento, la fuerza y el amor de Dios. Creer en la divinidad de Jesús no es confesar teóricamente una fórmula dogmática elaborada por los concilios. Es ir descubriendo de manera concreta en sus palabras y sus gestos, su ternura y su fuego, el Misterio último de la vida que los creyentes llamamos «Dios».
Profeta de Dios. Jesús no ha sido ungido con aceite de oliva como se ungía a los reyes para transmitirles el poder de gobierno o a los sumos sacerdotes para investirlos de poder sacro. Ha sido «ungido» por el Espíritu de Dios. No viene a gobernar ni a regir. Es profeta de Dios dedicado a liberar la vida. Solo le podremos seguir si aprendemos a vivir con su espíritu profético.
Buena Noticia para los pobres. Su actuación es Buena Noticia para la clase social más marginada y desvalida: los más necesitados de oír algo bueno; los humillados y olvidados por todos. Nos empezamos a parecer a Jesús cuando nuestra vida, nuestra actuación y amor solidario puede ser captado por los pobres como algo bueno.
Dedicado a liberar. Vive entregado a liberar al ser humano de toda clase de esclavitudes. La gente lo siente como liberador de sufrimientos, opresiones y abusos; los ciegos lo ven como luz que libera del sinsentido y la desesperanza; los pecadores lo reciben como gracia y perdón. Seguimos a Jesús cuando nos va liberando de todo lo que nos esclaviza, empequeñece o deshumaniza. Entonces creemos en él como Salvador que nos encamina hacia la Vida definitiva.
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[align=right]José Antonio Pagola[/align] También el de Kamiano.
JESÚS, SIEMPRE EN LA MISMA DIRECCIÓN.[align=justify]Jesús, guiado por el Espíritu, siempre va en la misma dirección: hacia los que sufren para aliviar su dolor. Ya venga en avión, en barco, en tren, en coche, a caballo o en patinete…: la misma dirección. ¿Cuál es nuestra dirección? ¿Somos un poco veletas? ¿No lo tenemos claro?En la sinagoga todos tenían fijos los ojos en Jesús. Porque en Él veían no solo unas palabras, una proclamación sino la cercanía del Reino que emergía con su persona, con sus acciones, en definitiva, con su Amor.
Este domingo celebramos la Jornada de la Infancia misionera. Todos, desde los niños a los mayores, estamos invitados a realizar la acción liberadora de Jesús. Aprendamos de la “dirección” de Jesús.
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[align=right]Dibujo: Patxi Velasco FANOTexto: Fernando Cordero sscc
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