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22 octubre, 2012 a las 10:27 #7954
Anónimo
InactivoMaestro, haz que pueda verLectura del santo evangelio según san Marcos 10,46-52En aquel tiempo, al salir Jesús de Jericó con sus discípulos y bastante gente, el ciego Bartimeo, el hijo de Timeo, estaba sentado al borde del camino, pidiendo limosna. Al oír que era Jesús Nazareno, empezó a gritar:
– «Hijo de David, Jesús, ten compasión de mí.»
Muchos lo regañaban para que se callara. Pero él gritaba más:
– «Hijo de David, ten compasión de mí.»
Jesús se detuvo y dijo:
– «Llamadlo.»
Llamaron al ciego, diciéndole:
– «Ánimo, levántate, que te llama.»
Soltó el manto, dio un salto y se acercó a Jesús.
Jesús le dijo:
– «¿Qué quieres que haga por ti?»
El ciego le contestó:
– «Maestro, que pueda ver.»
Jesús le dijo:
– «Anda, tu fe te ha curado.»
Y al momento recobró la vista y lo seguía por el camino.
Palabra del Señor.25 octubre, 2012 a las 21:14 #12280Anónimo
InactivoOs adjunto los comentarios CURARNOS DE LA CEGUERA[align=justify]¿Qué podemos hacer cuando la fe se va apagando en nuestro corazón? ¿Es posible reaccionar? ¿Podemos salir de la indiferencia? Marcos narra la curación del ciego Bartimeo para animar a sus lectores a vivir un proceso que pueda cambiar sus vidas.No es difícil reconocernos en la figura de Bartimeo. Vivimos a veces como «ciegos», sin ojos para mirar la vida como la miraba Jesús. «Sentados», instalados en una religión convencional, sin fuerza para seguir sus pasos. Descaminados, «al borde del camino» que lleva Jesús, sin tenerle como guía de nuestras comunidades cristianas.
¿Qué podemos hacer? A pesar de su ceguera, Bartimeo «se entera» de que, por su vida, está pasando Jesús. No puede dejar escapar la ocasión y comienza a gritar una y otra vez: «ten compasión de mí». Esto es siempre lo primero: abrirse a cualquier llamada o experiencia que nos invita a curar nuestra vida.
El ciego no sabe recitar oraciones hechas por otros. Sólo sabe gritar y pedir compasión porque se siente mal. Este grito humilde y sincero, repetido desde el fondo del corazón, puede ser para nosotros el comienzo de una vida nueva. Jesús no pasará de largo.
El ciego sigue en el suelo, lejos de Jesús, pero escucha atentamente lo que le dicen sus enviados: «¡Ánimo! Levántate. Te está llamando». Primero, se deja animar abriendo un pequeño resquicio a la esperanza. Luego, escucha la llamada a levantarse y reaccionar. Por último, ya no se siente solo: Jesús lo está llamando. Esto lo cambia todo.
Bartimeo da tres pasos que van a cambiar su vida. «Arroja el manto» porque le estorba para encontrarse con Jesús. Luego, aunque todavía se mueve entre tinieblas, «da un salto» decidido. De esta manera «se acerca» a Jesús. Es lo que necesitamos muchos de nosotros: liberarnos de ataduras que ahogan nuestra fe; tomar, por fin, una decisión sin dejarla para más tarde; y ponernos ante Jesús con confianza sencilla y nueva.
Cuando Jesús le pregunta qué quiere de él, el ciego no duda. Sabe muy bien lo que necesita: «Maestro, que pueda ver». Es lo más importante. Cuando uno comienza a ver las cosas de manera nueva, su vida se transforma. Cuando una comunidad recibe luz de Jesús, se convierte.
[/align] Tambiénel de Kamiano
QUIERO VER DESDE LA FE !!!!!!“
[align=justify]¡Quiero ver desde la fe!”, bien podría ser el grito de Bartimeo. Necesitamos esas gotas que transformen nuestra mirada. Las gotas de la fe, que Jesús es el único que puede administrarnos. Nosotros tenemos que estar abiertos para que la fe impregne el “tarro” de nuestra vida.Miramos a veces de una manera desenfocada o distorsionada. La fe nos da una nueva oportunidad de afrontar la realidad sin cegueras ni miopías. Bartimeo tanto gritó y expresó su fe que el deseo le llevó a una mirada nueva. La fe nos conduce a una aventura que se estrena cada día, cuando pasamos de la ceguera de nuestro egoísmo y de nuestros intereses y dejamos que la vida se nos manifieste a través dela Palabrade Jesús.
“¿Dónde venderán esas gotitas tan fenomenales que ha dibujado Patxi?”. No se venden. Son regalo. Están en cada uno. Desde el bautismo en adelante, hemos recibido litros y litros de gotas. Aprovechémoslas y contagiemos a otros la luz que brota de la fe y que nos aleja de la oscuridad.
[/align] Fraternalmnete
25 octubre, 2012 a las 21:14 #18333Anónimo
InactivoOs adjunto los comentarios CURARNOS DE LA CEGUERA[align=justify]¿Qué podemos hacer cuando la fe se va apagando en nuestro corazón? ¿Es posible reaccionar? ¿Podemos salir de la indiferencia? Marcos narra la curación del ciego Bartimeo para animar a sus lectores a vivir un proceso que pueda cambiar sus vidas.No es difícil reconocernos en la figura de Bartimeo. Vivimos a veces como «ciegos», sin ojos para mirar la vida como la miraba Jesús. «Sentados», instalados en una religión convencional, sin fuerza para seguir sus pasos. Descaminados, «al borde del camino» que lleva Jesús, sin tenerle como guía de nuestras comunidades cristianas.
¿Qué podemos hacer? A pesar de su ceguera, Bartimeo «se entera» de que, por su vida, está pasando Jesús. No puede dejar escapar la ocasión y comienza a gritar una y otra vez: «ten compasión de mí». Esto es siempre lo primero: abrirse a cualquier llamada o experiencia que nos invita a curar nuestra vida.
El ciego no sabe recitar oraciones hechas por otros. Sólo sabe gritar y pedir compasión porque se siente mal. Este grito humilde y sincero, repetido desde el fondo del corazón, puede ser para nosotros el comienzo de una vida nueva. Jesús no pasará de largo.
El ciego sigue en el suelo, lejos de Jesús, pero escucha atentamente lo que le dicen sus enviados: «¡Ánimo! Levántate. Te está llamando». Primero, se deja animar abriendo un pequeño resquicio a la esperanza. Luego, escucha la llamada a levantarse y reaccionar. Por último, ya no se siente solo: Jesús lo está llamando. Esto lo cambia todo.
Bartimeo da tres pasos que van a cambiar su vida. «Arroja el manto» porque le estorba para encontrarse con Jesús. Luego, aunque todavía se mueve entre tinieblas, «da un salto» decidido. De esta manera «se acerca» a Jesús. Es lo que necesitamos muchos de nosotros: liberarnos de ataduras que ahogan nuestra fe; tomar, por fin, una decisión sin dejarla para más tarde; y ponernos ante Jesús con confianza sencilla y nueva.
Cuando Jesús le pregunta qué quiere de él, el ciego no duda. Sabe muy bien lo que necesita: «Maestro, que pueda ver». Es lo más importante. Cuando uno comienza a ver las cosas de manera nueva, su vida se transforma. Cuando una comunidad recibe luz de Jesús, se convierte.
[/align] Tambiénel de Kamiano
QUIERO VER DESDE LA FE !!!!!!“
[align=justify]¡Quiero ver desde la fe!”, bien podría ser el grito de Bartimeo. Necesitamos esas gotas que transformen nuestra mirada. Las gotas de la fe, que Jesús es el único que puede administrarnos. Nosotros tenemos que estar abiertos para que la fe impregne el “tarro” de nuestra vida.Miramos a veces de una manera desenfocada o distorsionada. La fe nos da una nueva oportunidad de afrontar la realidad sin cegueras ni miopías. Bartimeo tanto gritó y expresó su fe que el deseo le llevó a una mirada nueva. La fe nos conduce a una aventura que se estrena cada día, cuando pasamos de la ceguera de nuestro egoísmo y de nuestros intereses y dejamos que la vida se nos manifieste a través dela Palabrade Jesús.
“¿Dónde venderán esas gotitas tan fenomenales que ha dibujado Patxi?”. No se venden. Son regalo. Están en cada uno. Desde el bautismo en adelante, hemos recibido litros y litros de gotas. Aprovechémoslas y contagiemos a otros la luz que brota de la fe y que nos aleja de la oscuridad.
[/align] Fraternalmnete
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