Inicio › Foros › Formación cofrade › Evangelio Dominical y Festividades › Evangelio del domingo 29/04/2018 5º de Pascua Ciclo B
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24 abril, 2018 a las 20:01 #10511
Anónimo
Inactivo«El que permanece en mí y yo en él, ese da fruto abundante»Lectura del santo Evangelio según San JuanEn aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Yo soy la verdadera vid, y mi Padre es el labrador. A todo sarmiento que no da fruto en mí lo arranca, y a todo el que da fruto lo poda, para que dé más fruto.
Vosotros ya estáis limpios por las palabras que os he hablado; permaneced en mí, y yo en vosotros.
Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí.
Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ese da fruto abundante; porque sin mí no podéis hacer nada. Al que no permanece en mí lo tiran fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen y los echan al fuego, y arden.
Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que deseáis, y se realizará.
Con esto recibe gloria mi Padre, con que deis fruto abundante; así seréis discípulos míos».
Palabra del Señor.27 abril, 2018 a las 16:12 #12938Anónimo
InactivoOs dejo los comentarios al Evangelio del domingo. NO QUEDARNOS SIN SAVIAEl que permanece en mí… da fruto abundante. [align=justify]La imagen es de una fuerza extraordinaria. Jesús es la «vid», los que creemos en él somos los «sarmientos». Toda la vitalidad de los cristianos nace de él. Si la savia de Jesús resucitado corre por nuestra vida, nos aporta alegría, luz, creatividad, coraje para vivir como vivía él. Si, por el contrario, no fluye en nosotros, somos sarmientos secos.Éste es el verdadero problema de una Iglesia que celebra a Jesús resucitado como «vid» llena de vida, pero que está formada, en buena parte, por sarmientos muertos. ¿Para qué seguir distrayéndonos en tantas cosas, si la vida de Jesús no corre por nuestras comunidades y nuestros corazones?
Nuestra primera tarea hoy y siempre es «permanecer» en la vid, no vivir desconectados de Jesús, no quedamos sin savia, no secamos más. ¿Cómo se hace esto? El evangelio lo dice con claridad: hemos de esforzamos para que sus «palabras» permanezcan en nosotros.
La vida cristiana no brota espontáneamente entre nosotros. El evangelio no siempre se puede deducir racionalmente. Es necesario meditar largas horas las palabras de Jesús. Sólo la familiaridad y afinidad con los evangelios nos hace ir aprendiendo poco a poco a vivir como él.
Este acercamiento frecuente a las páginas del evangelio nos va poniendo en sintonía con Jesús, nos contagia su amor al mundo, nos va apasionando con su proyecto, va infundiendo en nosotros su Espíritu. Casi sin darnos cuenta, nos vamos haciendo cristianos.
Esta meditación personal de las palabras de Jesús nos cambia más que todas las explicaciones, discursos y exhortaciones que nos llegan del exterior. Las personas cambiamos desde dentro. Tal vez, éste sea uno de los problemas más graves de nuestra religión: no cambiamos, porque sólo lo que pasa por nuestro corazón cambia nuestra vida; y, con frecuencia, por nuestro corazón no pasa la savia de Jesús.
La vida de la Iglesia se trasformaría si los creyentes, los matrimonios cristianos, los presbíteros, las religiosas, los obispos, los educadores tuviéramos como libro de cabecera los evangelios de Jesús.
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[align=right]José Antonio Pagola[/align] LA VOZ DEL EVANGELIO[align=justify]Hay personas que solo viven por fuera, su vida está cogida por una red de compromisos, relaciones, actividades, ocupaciones… No tienen tiempo ni calma para vivir la vida desde dentro, les falta vida interior. Hacen muchas cosas a lo largo del día, se mueven, se encuentran con muchas personas, pero sienten que les falta algo, su alma es como un desierto, son personas que interiormente viven solas.¿No te sucede a ti algo de esto?. Tu problema no es tener conflictos, preocupaciones, todo el mundo tiene problemas, tu problema es no tener fuerza interior para enfrentarte a ellos cada día. Y, cuando por dentro nos falta fuerza y nos falta vida, todo se complica más, todo nos asusta, la vida se nos seca, incluso la fe se puede apagar.
El próximo domingo, vamos a escuchar unas palabras de Jesús, que nos invitan a comunicarnos vitalmente con Él, nos dice así: «Yo soy la vid, vosotros los sarmientos. El que permanece en mí y yo en él, ese da fruto abundante, porque sin mí no podéis hacer nada»
Y, no lo olvides, «creer es encontrarse, por dentro, con alguien que te puede dar otra fuerza para vivir».
Y, no lo olvides, «creer es encontrarse, por dentro, con alguien que te puede dar otra fuerza para vivir».
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[align=right]José Antonio Pagola[/align] CREER[align=justify]La fe no es una impresión o emoción del corazón. Sin duda, el creyente siente su fe, la experimenta y la disfruta, pero sería un error reducirla a «sentimentalismo». La fe no es algo que depende de los sentimientos: «ya no siento nada… debo estar perdiendo la fe». Ser creyentes es una actitud responsable y razonada.La fe no es tampoco una opinión personal. El creyente se compromete personalmente a creer en Dios, pero la fe no puede ser reducida a «subjetivismo»: «yo tengo mis ideas y creo lo que a mí me parece». La realidad de Dios no depende de mí, ni el cristianismo es fabricación de cada uno.
La fe no es tampoco una costumbre o tradición recibida de los padres. Es bueno nacer en una familia creyente y recibir desde niño una orientación cristiana de la vida, pero sería muy pobre reducir la fe a «costumbre religiosa»: «en mi familia siempre hemos sido muy de Iglesia». La fe es una decisión personal de cada uno.
La fe no es tampoco una receta moral. Creer en Dios tiene sus exigencias, pero sería una equivocación reducirlo todo a «moralismo»: «yo respeto a todos y no hago mal a nadie». La fe es, además, amor a Dios, compromiso por un mundo más humano, esperanza de vida eterna, acción de gracias, celebración.
La fe no es tampoco un «tranquilizante». Creer en Dios es, sin duda, fuente de paz, consuelo y serenidad, pero la fe no es sólo un «agarradero» para los momentos críticos: «yo cuando me encuentro en apuros acudo a la Virgen». Creer es el mejor estímulo para luchar, trabajar y vivir de manera digna y responsable.
La fe comienza a desfigurarse cuando se olvida que, antes que nada, es un encuentro personal con Cristo. El cristiano es una persona que se encuentra con Cristo y en él va descubriendo a un Dios Amor que cada día le convence y atrae más. Lo dice muy bien Juan: «Nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en él. Dios es Amor» (1 Jn 4, 16).
Esta fe sólo da frutos cuando vivimos día a día unidos a Cristo, es decir, motivados y sostenidos por su Espíritu y su Palabra: «El que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante, porque sin mí no podéis hacer nada».
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[align=right]José Antonio Pagola[/align] También el de Kamiano.
DEJA QUE JESÚS RECARGUE TUVIDA [align=justify]La vid es una imagen que nos remite al vino, la alegría, la creatividad, el éxtasis, la inspiración. Para estar inspirados hemos de estar unidos a Jesús. Por eso, deja que Jesús recargue tu VIDa. Él nos concederá frutos abundantes para su Iglesia desde esta unión en la alegría. Los jóvenes y los niños -también los adultos- necesitan una Iglesia alegre y comprometida, hogar y taller de experiencias que desemboquen en el encuentro con el que es la verdadera vid. Nuevos lenguajes, nuevas plataformas y, sobre todo, compartir el tiempo con los jóvenes es una buena tarea que podemos extraer del vino nuevo del Evangelio, que termina por transformar nuestra caducidad y desgana. Estar unidos a la vid es garantía de una vida con sentido, una vida fructífera, una vida para derrochar el vino del amor. Él nos dice:“Yo soy tu fuente de alimentación, si te unes a mí, cargaré tus baterías, tendrás luz y energía, te llenaré… Si no te unes a mí vivirás apagado o fuera de cobertura…”.
Con tantos niños y niñas que en estos días hacen su primera comunión, transmitamos la alegría de creer, de que Jesús se nos cuele en el corazón, hecho pan, hecho vino, hecho alegría y amor.
Transmitamos a todos la alegría de estar unidos a la Vid: la alegría de Caná, la alegría de María, la alegría de la Iglesia que es Comunidad del Resucitado. Que Él recarga nuestra VIDa.
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[align=right]Dibujo: Patxi Velasco FANOTexto: Fernando Cordero ss.cc.
[/align] 27 abril, 2018 a las 16:12 #18991Anónimo
InactivoOs dejo los comentarios al Evangelio del domingo. NO QUEDARNOS SIN SAVIAEl que permanece en mí… da fruto abundante. [align=justify]La imagen es de una fuerza extraordinaria. Jesús es la «vid», los que creemos en él somos los «sarmientos». Toda la vitalidad de los cristianos nace de él. Si la savia de Jesús resucitado corre por nuestra vida, nos aporta alegría, luz, creatividad, coraje para vivir como vivía él. Si, por el contrario, no fluye en nosotros, somos sarmientos secos.Éste es el verdadero problema de una Iglesia que celebra a Jesús resucitado como «vid» llena de vida, pero que está formada, en buena parte, por sarmientos muertos. ¿Para qué seguir distrayéndonos en tantas cosas, si la vida de Jesús no corre por nuestras comunidades y nuestros corazones?
Nuestra primera tarea hoy y siempre es «permanecer» en la vid, no vivir desconectados de Jesús, no quedamos sin savia, no secamos más. ¿Cómo se hace esto? El evangelio lo dice con claridad: hemos de esforzamos para que sus «palabras» permanezcan en nosotros.
La vida cristiana no brota espontáneamente entre nosotros. El evangelio no siempre se puede deducir racionalmente. Es necesario meditar largas horas las palabras de Jesús. Sólo la familiaridad y afinidad con los evangelios nos hace ir aprendiendo poco a poco a vivir como él.
Este acercamiento frecuente a las páginas del evangelio nos va poniendo en sintonía con Jesús, nos contagia su amor al mundo, nos va apasionando con su proyecto, va infundiendo en nosotros su Espíritu. Casi sin darnos cuenta, nos vamos haciendo cristianos.
Esta meditación personal de las palabras de Jesús nos cambia más que todas las explicaciones, discursos y exhortaciones que nos llegan del exterior. Las personas cambiamos desde dentro. Tal vez, éste sea uno de los problemas más graves de nuestra religión: no cambiamos, porque sólo lo que pasa por nuestro corazón cambia nuestra vida; y, con frecuencia, por nuestro corazón no pasa la savia de Jesús.
La vida de la Iglesia se trasformaría si los creyentes, los matrimonios cristianos, los presbíteros, las religiosas, los obispos, los educadores tuviéramos como libro de cabecera los evangelios de Jesús.
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[align=right]José Antonio Pagola[/align] LA VOZ DEL EVANGELIO[align=justify]Hay personas que solo viven por fuera, su vida está cogida por una red de compromisos, relaciones, actividades, ocupaciones… No tienen tiempo ni calma para vivir la vida desde dentro, les falta vida interior. Hacen muchas cosas a lo largo del día, se mueven, se encuentran con muchas personas, pero sienten que les falta algo, su alma es como un desierto, son personas que interiormente viven solas.¿No te sucede a ti algo de esto?. Tu problema no es tener conflictos, preocupaciones, todo el mundo tiene problemas, tu problema es no tener fuerza interior para enfrentarte a ellos cada día. Y, cuando por dentro nos falta fuerza y nos falta vida, todo se complica más, todo nos asusta, la vida se nos seca, incluso la fe se puede apagar.
El próximo domingo, vamos a escuchar unas palabras de Jesús, que nos invitan a comunicarnos vitalmente con Él, nos dice así: «Yo soy la vid, vosotros los sarmientos. El que permanece en mí y yo en él, ese da fruto abundante, porque sin mí no podéis hacer nada»
Y, no lo olvides, «creer es encontrarse, por dentro, con alguien que te puede dar otra fuerza para vivir».
Y, no lo olvides, «creer es encontrarse, por dentro, con alguien que te puede dar otra fuerza para vivir».
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[align=right]José Antonio Pagola[/align] CREER[align=justify]La fe no es una impresión o emoción del corazón. Sin duda, el creyente siente su fe, la experimenta y la disfruta, pero sería un error reducirla a «sentimentalismo». La fe no es algo que depende de los sentimientos: «ya no siento nada… debo estar perdiendo la fe». Ser creyentes es una actitud responsable y razonada.La fe no es tampoco una opinión personal. El creyente se compromete personalmente a creer en Dios, pero la fe no puede ser reducida a «subjetivismo»: «yo tengo mis ideas y creo lo que a mí me parece». La realidad de Dios no depende de mí, ni el cristianismo es fabricación de cada uno.
La fe no es tampoco una costumbre o tradición recibida de los padres. Es bueno nacer en una familia creyente y recibir desde niño una orientación cristiana de la vida, pero sería muy pobre reducir la fe a «costumbre religiosa»: «en mi familia siempre hemos sido muy de Iglesia». La fe es una decisión personal de cada uno.
La fe no es tampoco una receta moral. Creer en Dios tiene sus exigencias, pero sería una equivocación reducirlo todo a «moralismo»: «yo respeto a todos y no hago mal a nadie». La fe es, además, amor a Dios, compromiso por un mundo más humano, esperanza de vida eterna, acción de gracias, celebración.
La fe no es tampoco un «tranquilizante». Creer en Dios es, sin duda, fuente de paz, consuelo y serenidad, pero la fe no es sólo un «agarradero» para los momentos críticos: «yo cuando me encuentro en apuros acudo a la Virgen». Creer es el mejor estímulo para luchar, trabajar y vivir de manera digna y responsable.
La fe comienza a desfigurarse cuando se olvida que, antes que nada, es un encuentro personal con Cristo. El cristiano es una persona que se encuentra con Cristo y en él va descubriendo a un Dios Amor que cada día le convence y atrae más. Lo dice muy bien Juan: «Nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en él. Dios es Amor» (1 Jn 4, 16).
Esta fe sólo da frutos cuando vivimos día a día unidos a Cristo, es decir, motivados y sostenidos por su Espíritu y su Palabra: «El que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante, porque sin mí no podéis hacer nada».
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[align=right]José Antonio Pagola[/align] También el de Kamiano.
DEJA QUE JESÚS RECARGUE TUVIDA [align=justify]La vid es una imagen que nos remite al vino, la alegría, la creatividad, el éxtasis, la inspiración. Para estar inspirados hemos de estar unidos a Jesús. Por eso, deja que Jesús recargue tu VIDa. Él nos concederá frutos abundantes para su Iglesia desde esta unión en la alegría. Los jóvenes y los niños -también los adultos- necesitan una Iglesia alegre y comprometida, hogar y taller de experiencias que desemboquen en el encuentro con el que es la verdadera vid. Nuevos lenguajes, nuevas plataformas y, sobre todo, compartir el tiempo con los jóvenes es una buena tarea que podemos extraer del vino nuevo del Evangelio, que termina por transformar nuestra caducidad y desgana. Estar unidos a la vid es garantía de una vida con sentido, una vida fructífera, una vida para derrochar el vino del amor. Él nos dice:“Yo soy tu fuente de alimentación, si te unes a mí, cargaré tus baterías, tendrás luz y energía, te llenaré… Si no te unes a mí vivirás apagado o fuera de cobertura…”.
Con tantos niños y niñas que en estos días hacen su primera comunión, transmitamos la alegría de creer, de que Jesús se nos cuele en el corazón, hecho pan, hecho vino, hecho alegría y amor.
Transmitamos a todos la alegría de estar unidos a la Vid: la alegría de Caná, la alegría de María, la alegría de la Iglesia que es Comunidad del Resucitado. Que Él recarga nuestra VIDa.
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[align=right]Dibujo: Patxi Velasco FANOTexto: Fernando Cordero ss.cc.
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