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27 marzo, 2014 a las 12:41 #8719
Anónimo
Inactivo[align=center]¿LA IGLESIA CONTRA LOS HOMOSEXUALES? [/align] [align=justify]“Yo veo claramente qué es lo que más necesita la Iglesia hoy: la capacidad de curar las heridas y de calentar los corazones de los fieles, la cercanía y la proximidad. Yo veo a la Iglesia como un hospital de campo después de una batalla (…) Hay que curar sus heridas. Después, podremos hablar de lo demás.” (Papa Francisco a la revista Cività Cattolica).Comienzo citando al Papa porque sus palabras contextualizan perfectamente lo que escribiré sobre este tema: curar heridas, sí, siempre; buscar la mirada de Dios para juzgar las propias acciones (sobre todo en lo referente al impacto que tienen sobre otros) también; disfrutar haciendo daño con la ley en la mano, nunca; ceder al chantaje del sentimentalismo y las cifras manipuladas, tampoco.
Antes de que todos viviéramos el impacto del fenómeno de la globalización, la universalidad del cristianismo ya instaba de continuo al Magisterio de la Iglesia para que se pronunciase sobre situaciones complejas – casi tantas como personas – con claras implicaciones morales.
Cada resolución del Magisterio se venía encarnando en una norma o ley eclesiástica que – sin abandonar el sendero de la verdad conocida y la rectitud de conciencia – nacía con la pretensión de aclarar dudas y proteger o regular los derechos de los bautizados.
En la Iglesia, esta necesidad de legislar nunca ha sustituido o apocado la ternura hacia los pobres, los enfermos, los pateados por la injusticia y los pecadores: en el horizonte de todas las metas siempre han estado la caridad y el perdón de los pecados, la generosidad y la misericordia. Los homosexuales tampoco han sido excluidos de este abrazo fraternal.
Pese la existencia de canonistas, teólogos, moralistas, miembros de la jerarquía o funcionarios del Vaticano (los cristianos con aparente peor fama del mundo) hay más dispensarios, hospitales, escuelas o universidades cristianas que Facultades de Derecho Canónico y Dicasterios en la Curia Romana. Sin embargo, caridad y doctrina son necesarias simultáneamente.
Cuando el Papa nos urge a curar las heridas y calentar los corazones de los fieles no está derogando todas las leyes eclesiásticas en los temas más controvertidos del momento (homosexualidad, divorcio, técnicas de fecundación artificial, aborto, eutanasia, etc.), sino recordándonos que antes de parafrasear cualquier ley debemos interesarnos por el sufrimiento que pueden estar padeciendo quienes viven sometidos por el relativismo, la pobreza intelectual y/o espiritual, la injusticia del desamor, los feroces intereses económicos de terceros o la inmoralidad. Lo contrario podría interpretarse – como de hecho sucede – en clave imposición moral y fariseísmo.
Quizás para advertirnos contra este peligro, el Papa concretó su recomendación como sigue: “no podemos insistir sólo sobre las cuestiones relacionadas con el aborto, el matrimonio homosexual o el uso de métodos anticonceptivos.” (Ib.) No está diciendo que el aborto, la equiparación del matrimonio homosexual al heterosexual o los anticonceptivos sean cuestiones baladíes, ni que el riesgo de vivir en pecado mortal no sea palmario en tales circunstancias. Lo que dice, bajo mi punto de vista, es que no podemos presentar el mensaje del amor de Dios amenazando con ciertos postulados. Sobre todo cuando aprenderse un código de leyes y repetirlas como loros es más fácil que vivirlas.
Reconocerse pecador es un buen punto de partida para hablar con los hombres del siglo XXI desde la honestidad, sin complejo de superioridad, sin prejuicios teóricos, firmes en la verdad y comprometidos con la rectitud de conciencia.
[/align] Quote:No hay nada más perverso que un consejo seguido de un mal ejemplo. Si hablamos de honestidad hay que perseguir la corrupción, si hablamos de castidad hay que ser castos, si hablamos de pobreza hay que ser solidcarios, etc. (Cardenal Rodríguez Madariaga, auditorio municipal de Logroño, octubre 2013)
28 junio, 2017 a las 8:35 #12735Anónimo
InactivoCada año, con motivo del «día del orugullo» en Madrid, vuelve a la palestra de la opión pública el asunto de la homosexualidad desde la perspectiva más tribial: la fiesta, el consumo y la sensualidad desenfrenadas. Me parece genial que la gente disfrute y se lo pase bien. Es bueno y necesario fomentar la alegría, disfrutarla y compartirla. Lo que no me parece tan bien es que se reduzca el fenómeno de la homosexualidad a un argumento puramente comercial.
Ni es oro todo lo que reluce en el entorno gay, ni los que defienden con aparente incondicionalidad a este colectivo lo hacen por razones «humanistas», ni resulta aceptable la imposición brutal pretende su lobby en ámbitos tan sesibles como la escuela.
Es por eso que he decidido retomar la publicación de la serie de artículos que quería colgar en este foro sobre el tema. Espero aportar luz con ellos, no alguna guerra dialectica. MartaCM
28 junio, 2017 a las 8:35 #18788Anónimo
InactivoCada año, con motivo del «día del orugullo» en Madrid, vuelve a la palestra de la opión pública el asunto de la homosexualidad desde la perspectiva más tribial: la fiesta, el consumo y la sensualidad desenfrenadas. Me parece genial que la gente disfrute y se lo pase bien. Es bueno y necesario fomentar la alegría, disfrutarla y compartirla. Lo que no me parece tan bien es que se reduzca el fenómeno de la homosexualidad a un argumento puramente comercial.
Ni es oro todo lo que reluce en el entorno gay, ni los que defienden con aparente incondicionalidad a este colectivo lo hacen por razones «humanistas», ni resulta aceptable la imposición brutal pretende su lobby en ámbitos tan sesibles como la escuela.
Es por eso que he decidido retomar la publicación de la serie de artículos que quería colgar en este foro sobre el tema. Espero aportar luz con ellos, no alguna guerra dialectica. MartaCM
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