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20 diciembre, 2011 a las 10:12 #7456
Anónimo
Inactivo[align=center]CAMISA DE ONCE VARAS[/align] [align=justify]No hace mucho tiempo, cierta persona me hacía una consulta sobre el matrimonio entre católicos y musulmanes: si la Iglesia lo contempla, qué cautelas toma, en qué condiciones lo permite, etc. Ayer mismo, tras la ponencia impartida por una psicóloga clínica que versaba sobre la adolescencia, escuchaba cómo una madre preguntaba: “La normalidad con que muchos inmigrantes viven el matrimonio entre niñas adolescentes y hombres adultos o la precocidad en el inicio en las relaciones sexuales, ¿condiciona la percepción y las decisiones que toman nuestros hijos adolescentes en materia afectivo-sexual?”.Nuestra sociedad está cambiando, y
el impacto que tiene en ella la inmigración masivaprocedente de países más pobres, no es un factor irrelevanteen este cambio. Los políticamente correctos hablan de “multiculturalidad”. Habría que darles la razón si utilizaran el término queriendo resaltar el aspecto más positivo que entraña la globalización y la apertura de fronteras, o cuando defienden la pluralidad en igualdad de condiciones. Pero habría que llamarles hipócritas, con todas las letras, si lo que hacen en realidad es escurrir el bulto para no verse comprometidos con nadie en un tema candente.
Yo estoy convencida de los beneficios que entraña la pluralidad. También reconozco las dificultades que lleva consigo, especialmente si no somos capaces de vivirla en el contexto de un diálogo sin prejuicios, abierto a la verdad, a la justicia y al amor. No es fácil sobrellevar las diferencias. Por ello me molesta que bajo el lema de “haya paz para todos” se ignoren estas dificultades, de hecho, ignorarlas es de necios.
Toda familia tiene derecho a cambiar de residencia– incluso cruzando un continente –, si con ello asegura la integridad física, el alimento y la educación de alguno de sus miembros. Pero las familias del lugar de destino también tienen derecho a elegir si desean continuar con su estilo de vida, o si desean modificarlo en virtud de las nuevas circunstancias personales. El aglutinamiento de sectores de población inmigrante en determinadas zonas no ayuda a lo segundo, pues, sin comerlo ni beberlo, uno puede encontrarse siendo el único padre español que, de camino a casa, tras recoger a sus hijas en el colegio, cruza un concurridísimo paso de cebra rodeado por una marea de mujeres portadoras del chador o del hiyab: las madres de los compañeros de sus hijas. Aprovecho la coyuntura para decir que éste
no es un problema de la escuela (pública o privada),es un problema de integración con ramificaciones sociales y políticas. Quizás ese padre mantenga a sus hijas en ese colegio por elección personal, bien discernida, pero, ¿y si no fuera así? ¿Qué opciones tendría? Esta circunstancia plantea muchas preguntas urgentes en tanto que afectan a lo cotidiano y no se pueden eludir mucho tiempo. Los medios de comunicación formulan algunas: ¿Cómo afecta a la formación académica y a la educación cultural de las niñas el que la mayoría de sus compañeros y amigos sean extranjeros? ¿La dirección del centro hace hasta lo imposible por explicar nuestra cultura a los niños emigrantes, o cede a la colonización cultural extranjera? Los padres cristianos se hacen, además, estas otras: ¿Mis hijas tienen más posibilidades de acabar casadas con un musulmán? Si esto sucediera ¿cómo sería su boda? ¿Tendrán que renunciar a su fe católica? ¿Cómo serían educados mis nietos? ¿En qué manera condicionará esta circunstancia la elección que hagamos de una u otra la línea educativa fuera del ámbito escolar?
Esta realidad merece consideración aparte, aunque suponga meterse en camisa de once varas.
En sucesivos escritos quiero informales de lo que la Iglesia pide, da y aconseja en materia de matrimonios mixtos o con disparidad de culto,una circunstancia personal cada vez más común. Hoy, me despido citando un artículo tomado del Código de Derecho Canónico: “Es inválido el matrimonio entre dos personas, una de las cuales fue bautizada en la Iglesia católica o recibida en su seno y otra no bautizada” (c. 1086&1).
[/align] 20 diciembre, 2011 a las 11:33 #12124Anónimo
Inactivo[align=center]MATRIMONIOS MIXTOS[/align] [align=justify]Cuando la gente habla de matrimonios mixtos, nunca tengo la certeza de a qué se refieren exactamente: si a los de españoles y extranjeros, si a los de personas de distinta religión o a los de personas de distinta raza.El Derecho canónico hace la siguiente precisión: “son
matrimonios mixtoslos que unen a dos personas bautizadas, por ejemplo católico y protestante; son matrimonios con disparidad de cultos, los que se han celebrado o se celebrarán entre dos personas, una de las cuales no está bautizada, por ejemplo, católico y musulmán. Esta forma de matrimonio, en principio, está prohibida para los católicos, pero cabe la dispensa si se cumplen ciertos requisitos. Los ateos militantes o los apóstatasque deseen “casarse por la Iglesia” deberán someterse al cumplimiento de los mismos requisitos que los no bautizados”.Decía Teresa de Calcuta que la fe es la fuerza más potente del mundo. Y, efectivamente, así lo viven quienes la profesan empeñados en su afán por encontrar la verdad y el bien. Sin embargo, son pocos los bautizados católicos que se plantean el asunto de la diferencia de cultos cuando inician una relación de noviazgo. Por ignorancia o por no recoger el “asunto de la fe” en su lista de prioridades, el “problema” sólo surge cuando se disponen a cumplimentar el expediente matrimonial. Regresará con fuerza – y esto es una advertencia – con la llegada de su primer hijo, cuando se planteen cómo educarle. Por otro lado, existen lugares donde los cristianos son minoría, o donde la emigración tiene presencia masiva. Pedirles a estos cristianos que no se casen si no es con otro católico parece desproporcionado.
En previsión de tales situaciones la Iglesia desea garantizar la libertad de conciencia y de culto para sus fieles, así como la de los hijos nacidos de estos matrimonios. Justamente por este motivo,
exige que la parte no católica firme unas garantíascomprometiéndose a ello. Sin este compromiso no se puede proceder al matrimonio canónico. Los contrayentes rellenarán su expediente en la parroquia donde se van a casar. En nuestra Diócesis se pide al no católico los siguientes documentos: partida de bautismo (para los cristianos no católicos), certificado de nacimiento, certificado de soltería expedido por el Ayuntamiento de su localidad o embajada (sólo en el caso de los no bautizados), rellenar y firmar ante el párroco las Cauciones, permiso de residencia en España y D.N.I. o Pasaporte.
Aclarados tanto el objeto de la norma eclesiástica como la parte administrativa del procedimiento, una se hace las siguientes preguntas: ¿Sabrá una española, antes de su boda, lo que dice o exige el Islam en esta misma materia? El español medio, ¿valora su libertad religiosa y de conciencia? ¿Es imposible cumplir simultáneamente las exigencias planteadas por dos religiones distintas? Si soy bautizado y me caso por el rito del Islam ¿estoy casado en realidad? ¿Anularía la Iglesia católica mi matrimonio católico si descubro que estando casada con un musulmán no puedo vivir mi fe?
[/align] 20 diciembre, 2011 a las 11:33 #18177Anónimo
Inactivo[align=center]MATRIMONIOS MIXTOS[/align] [align=justify]Cuando la gente habla de matrimonios mixtos, nunca tengo la certeza de a qué se refieren exactamente: si a los de españoles y extranjeros, si a los de personas de distinta religión o a los de personas de distinta raza.El Derecho canónico hace la siguiente precisión: “son
matrimonios mixtoslos que unen a dos personas bautizadas, por ejemplo católico y protestante; son matrimonios con disparidad de cultos, los que se han celebrado o se celebrarán entre dos personas, una de las cuales no está bautizada, por ejemplo, católico y musulmán. Esta forma de matrimonio, en principio, está prohibida para los católicos, pero cabe la dispensa si se cumplen ciertos requisitos. Los ateos militantes o los apóstatasque deseen “casarse por la Iglesia” deberán someterse al cumplimiento de los mismos requisitos que los no bautizados”.Decía Teresa de Calcuta que la fe es la fuerza más potente del mundo. Y, efectivamente, así lo viven quienes la profesan empeñados en su afán por encontrar la verdad y el bien. Sin embargo, son pocos los bautizados católicos que se plantean el asunto de la diferencia de cultos cuando inician una relación de noviazgo. Por ignorancia o por no recoger el “asunto de la fe” en su lista de prioridades, el “problema” sólo surge cuando se disponen a cumplimentar el expediente matrimonial. Regresará con fuerza – y esto es una advertencia – con la llegada de su primer hijo, cuando se planteen cómo educarle. Por otro lado, existen lugares donde los cristianos son minoría, o donde la emigración tiene presencia masiva. Pedirles a estos cristianos que no se casen si no es con otro católico parece desproporcionado.
En previsión de tales situaciones la Iglesia desea garantizar la libertad de conciencia y de culto para sus fieles, así como la de los hijos nacidos de estos matrimonios. Justamente por este motivo,
exige que la parte no católica firme unas garantíascomprometiéndose a ello. Sin este compromiso no se puede proceder al matrimonio canónico. Los contrayentes rellenarán su expediente en la parroquia donde se van a casar. En nuestra Diócesis se pide al no católico los siguientes documentos: partida de bautismo (para los cristianos no católicos), certificado de nacimiento, certificado de soltería expedido por el Ayuntamiento de su localidad o embajada (sólo en el caso de los no bautizados), rellenar y firmar ante el párroco las Cauciones, permiso de residencia en España y D.N.I. o Pasaporte.
Aclarados tanto el objeto de la norma eclesiástica como la parte administrativa del procedimiento, una se hace las siguientes preguntas: ¿Sabrá una española, antes de su boda, lo que dice o exige el Islam en esta misma materia? El español medio, ¿valora su libertad religiosa y de conciencia? ¿Es imposible cumplir simultáneamente las exigencias planteadas por dos religiones distintas? Si soy bautizado y me caso por el rito del Islam ¿estoy casado en realidad? ¿Anularía la Iglesia católica mi matrimonio católico si descubro que estando casada con un musulmán no puedo vivir mi fe?
[/align] 23 diciembre, 2011 a las 12:05 #12125Anónimo
Inactivo[align=center]COMO PARA PENSÁRSELO DOS VECES[/align] [align=justify]En un mundo laicista como el nuestro, muchos intelectuales, políticos y comunicadores desprecian el impacto de la religión en el desarrollo cotidiano de la vida de las personas. Lo consideran algo primitivo, poco racional y hasta propio de pardillos. Sin embargo, abrazar un credo u otro puede suponer diferencias notables.La mayoría de las diversas religiones gozan de buena salud en número de adeptos, y aunque hasta la fecha no existe una estadística fiable del número de seguidores de las religiones del mundo, puedo afirmar que la religiosidad es una dimensión de la persona cuya relevancia es incuestionable. La Iglesia católica va más allá: afirma que el mejor barómetro para medir la libertad que vive un país es, precisamente, el respeto a la libertad de culto. Desde el punto de vista estadístico tampoco se puede obviar este dato: casi la totalidad de los siete mil millones de personas que poblamos la tierra profesamos una religión.
Cristianismo, Islam, Budismo, Hinduismo, Religión tradicional china, Religiones indígenas, Religiones afroamericanas, Sijismo, Espiritismo, Judaísmo, Baha’i, Jainismo, Sintoísmo, Caodaísmo, Zoroastrismo, Tenrikyō, Neopaganismo, Unitarismo universalista y Rastafarianismo son, ordenadas por número de adeptos, las principales religiones del mundo.
En el caso de
los matrimonios con disparidad de cultoes poco probable que un católico español acabe casado con alguien que practique el Zoroastrismo. Tampoco es probable que surjan conflictos relacionados con la libertad de culto si ese español se casara con un/a budista. Pero la experiencia en diversos países de cultura occidental nos dice, que hay que desaconsejar, en general, promover los matrimonios entre católicos y musulmanes.Esta opinión es compartida por autoridades musulmanas de relevancia. Sin ánimo de ser exhaustiva, les diré también que conseguir la documentación requerida al cumplimentar el expediente matrimonial, en cualquiera de estos casos, puede resultar laborioso a causa de la procedencia del contrayente extranjero (huérfanos, nómadas) o de circunstancias como la desaparición de registros, consecuencia de guerras o expoliaciones.
En los últimos 43 años, los matrimonios entre católicos y musulmanes han adquirido particular relevancia en España. Teniendo en cuenta esta circunstancia y el hecho de que en la mayoría de los casos el cónyuge musulmán era varón,
la Conferencia Episcopal Española, en 2008, redactó un documentocon la pretensión de paliar el desconocimiento de los contrayentes en lo referente a los compromisos recíprocos y a las dificultades específicas. Centrándome en los aspectos más graves o problemáticos, extraigo para ustedes algunos apuntes:1. Las enseñanzas coránicas exponen que los hombres están – en cuanto a dignidad – un grado por encima de las mujeres y tienen autoridad sobre ellas. El esposo puede infligir castigo físico a la esposa. Se escudan en el cumplimiento de esta norma, por ejemplo, quienes destrozan con ácido el rostro de sus novias o esposas.
2. El varón puede casarse con dos, tres, cuatro… mujeres y puede disolver el matrimonio unilateralmente mediante el repudio. Si la mujer es acusada de adulterio, y cuatro testigos sostienen la acusación, recibirá 100 latigazos y se le puede imponer un nuevo matrimonio con otro hombre adultero o pagano.
3. La mujer cristiana no hereda del marido musulmán, ni este de ella. Los hijos musulmanes tampoco pueden heredar de la madre cristiana.
4. Los padres toman todas las decisiones en la familia, célula elemental de la sociedad musulmana: ellos pueden casar a la hija virgen sin el consentimiento de esta. Circuncidar al niño es un uso general. Los hijos seguirán siempre la religión del padre, y no se tiene en cuenta el derecho de la madre no musulmana a educarles en su fe. Si se disuelve el matrimonio, la esposa sólo podrá beneficiarse del derecho a la guarda de sus hijos en la medida que no dañe la educación musulmana de éstos, y durante tiempo limitado. Los hijos son propiedad del padre y de su familia.
5. Aunque el esposo musulmán debe respetar la práctica de su religión en la esposa cristiana, lo cierto es que los musulmanes no entienden ni la libertad de conciencia ni la libertad de religión como lo entienden la Declaración Universal de los Derechos humanos y la Iglesia católica.
[/align] Quote:Para leer íntegramente el texto citado, búsquelo en la página web de la Conferencia Episcopal Española, donde se ofrecen, de forma libre y gratuita, todos los documentos oficiales publicados por esta desde el año de su creación, en 1966. El título completo del documento es el siguiente: “Orientaciones para la celebración del matrimonio entre católicos y musulmanes. Orientaciones pastorales”
23 diciembre, 2011 a las 12:05 #18178Anónimo
Inactivo[align=center]COMO PARA PENSÁRSELO DOS VECES[/align] [align=justify]En un mundo laicista como el nuestro, muchos intelectuales, políticos y comunicadores desprecian el impacto de la religión en el desarrollo cotidiano de la vida de las personas. Lo consideran algo primitivo, poco racional y hasta propio de pardillos. Sin embargo, abrazar un credo u otro puede suponer diferencias notables.La mayoría de las diversas religiones gozan de buena salud en número de adeptos, y aunque hasta la fecha no existe una estadística fiable del número de seguidores de las religiones del mundo, puedo afirmar que la religiosidad es una dimensión de la persona cuya relevancia es incuestionable. La Iglesia católica va más allá: afirma que el mejor barómetro para medir la libertad que vive un país es, precisamente, el respeto a la libertad de culto. Desde el punto de vista estadístico tampoco se puede obviar este dato: casi la totalidad de los siete mil millones de personas que poblamos la tierra profesamos una religión.
Cristianismo, Islam, Budismo, Hinduismo, Religión tradicional china, Religiones indígenas, Religiones afroamericanas, Sijismo, Espiritismo, Judaísmo, Baha’i, Jainismo, Sintoísmo, Caodaísmo, Zoroastrismo, Tenrikyō, Neopaganismo, Unitarismo universalista y Rastafarianismo son, ordenadas por número de adeptos, las principales religiones del mundo.
En el caso de
los matrimonios con disparidad de cultoes poco probable que un católico español acabe casado con alguien que practique el Zoroastrismo. Tampoco es probable que surjan conflictos relacionados con la libertad de culto si ese español se casara con un/a budista. Pero la experiencia en diversos países de cultura occidental nos dice, que hay que desaconsejar, en general, promover los matrimonios entre católicos y musulmanes.Esta opinión es compartida por autoridades musulmanas de relevancia. Sin ánimo de ser exhaustiva, les diré también que conseguir la documentación requerida al cumplimentar el expediente matrimonial, en cualquiera de estos casos, puede resultar laborioso a causa de la procedencia del contrayente extranjero (huérfanos, nómadas) o de circunstancias como la desaparición de registros, consecuencia de guerras o expoliaciones.
En los últimos 43 años, los matrimonios entre católicos y musulmanes han adquirido particular relevancia en España. Teniendo en cuenta esta circunstancia y el hecho de que en la mayoría de los casos el cónyuge musulmán era varón,
la Conferencia Episcopal Española, en 2008, redactó un documentocon la pretensión de paliar el desconocimiento de los contrayentes en lo referente a los compromisos recíprocos y a las dificultades específicas. Centrándome en los aspectos más graves o problemáticos, extraigo para ustedes algunos apuntes:1. Las enseñanzas coránicas exponen que los hombres están – en cuanto a dignidad – un grado por encima de las mujeres y tienen autoridad sobre ellas. El esposo puede infligir castigo físico a la esposa. Se escudan en el cumplimiento de esta norma, por ejemplo, quienes destrozan con ácido el rostro de sus novias o esposas.
2. El varón puede casarse con dos, tres, cuatro… mujeres y puede disolver el matrimonio unilateralmente mediante el repudio. Si la mujer es acusada de adulterio, y cuatro testigos sostienen la acusación, recibirá 100 latigazos y se le puede imponer un nuevo matrimonio con otro hombre adultero o pagano.
3. La mujer cristiana no hereda del marido musulmán, ni este de ella. Los hijos musulmanes tampoco pueden heredar de la madre cristiana.
4. Los padres toman todas las decisiones en la familia, célula elemental de la sociedad musulmana: ellos pueden casar a la hija virgen sin el consentimiento de esta. Circuncidar al niño es un uso general. Los hijos seguirán siempre la religión del padre, y no se tiene en cuenta el derecho de la madre no musulmana a educarles en su fe. Si se disuelve el matrimonio, la esposa sólo podrá beneficiarse del derecho a la guarda de sus hijos en la medida que no dañe la educación musulmana de éstos, y durante tiempo limitado. Los hijos son propiedad del padre y de su familia.
5. Aunque el esposo musulmán debe respetar la práctica de su religión en la esposa cristiana, lo cierto es que los musulmanes no entienden ni la libertad de conciencia ni la libertad de religión como lo entienden la Declaración Universal de los Derechos humanos y la Iglesia católica.
[/align] Quote:Para leer íntegramente el texto citado, búsquelo en la página web de la Conferencia Episcopal Española, donde se ofrecen, de forma libre y gratuita, todos los documentos oficiales publicados por esta desde el año de su creación, en 1966. El título completo del documento es el siguiente: “Orientaciones para la celebración del matrimonio entre católicos y musulmanes. Orientaciones pastorales”
30 diciembre, 2011 a las 8:42 #12126Anónimo
Inactivo[align=center]DISOLUCIÓN DEL VÍNCULO MATRIMONIAL EN FAVOR DE LA FE [/align] [align=justify]Los matrimonios interreligiosos(con una parte no cristiana, atea o apóstata) tienen en la Iglesia consideración canónica y doctrinal aparte. Se desaconsejan con mayor intensidad que los matrimonios mixtos, pero como es un derecho natural del hombre contraer matrimonio y tener hijos, la solicitud pastoral de la Iglesia provee establecer las excepciones que hacen posible este tipo de uniones. Cada vez es más frecuente que hijos de familias cristianas acaben casados con hombres y mujeres no católicos. Es una decisión importante que puede resultar particularmente difícil de afrontar, pues
quien se casa con una persona que profesa otra religión deberá vivir su fe, en adelante, en solitario. Aunque se tratara de católicos que no vivan profundamente su fe, la mentalidad de ambos cónyuges y de sus respectivas familias será muy distinta. Esto es así porque -no importa lo “alejados” que estemos -la fe ha formado nuestra mentalidad e imperceptiblemente condiciona nuestro comportamiento cotidiano. Ambos esposos se encontrarán con las barreras culturales y rituales (la semana pasada mencionaba algunas especialmente graves). El católico que se casa, por ejemplo, con un musulmán deberá ir sólo/a a misa los domingos, el día de Navidad y en otras fechas señaladas. Se sentirá incomprendido si desea visitar el santuario de su Virgen favorita con los niños. No podrá celebrar el bautizo o la primera comunión de sus hijos, incluso puede que encuentre motivos de discrepancia en la dieta alimenticia o en la decoración de la casa por razones religiosas (nada de belenes y guirnaldas navideñas). Los hijos verán que no existe comunidad de vida en plenitud entre sus padres, que los padres no comparten la moral que se deriva de sus respectivas creencias religiosas, y que obtienen respuestas distintas a las mismas situaciones cotidianas según le pregunten a su padre o a su madre. Esta circunstancia hará que vivan el riesgo de crecer en la indiferencia religiosa y moral.
Igual que reconozco este obstáculo, el cual se me antoja enorme, reconozco sin paliativos el justo mérito de las uniones conyugales mixtas o interreligiosas, sobre todo en países con minorías cristianas, donde los esposos se aman de forma ejemplar y logran vivir con alegría sus diferencias.
Ahora bien,
¿anularía la Iglesia mi matrimonio si descubro que estando casada con no católico no puedo vivir mi fe?Cabe distinguir dos situaciones:
a) El matrimonio mixto(entre dos bautizados, uno de los cuales no es católico) es desaconsejado en distintos grados de intensidad según la religión de cada cual, sin embargo, una vez celebrado según lo establecido, tiene completa validez. Si un católico sospecha que su matrimonio mixto pudiera ser nulo, deberá tener muy presentes los siguientes puntos: 1- nulidad y divorcio son conceptos esencialmente diferentes. 2- Ni siquiera el Papa puede declarar nulo un matrimonio válido. 3- Las causas subyacentes a la posible nulidad del matrimonio sólo pueden ser las mismas que si hubiera contraído un matrimonio “normal”. 4- Cuando se declara la nulidad de un matrimonio, sólo se está reconociendo que, pese a las apariencias, el vínculo matrimonial no surtió efecto porque al menos una de las partes no reunía los requisitos necesarios. b) En el caso de los matrimonios con disparidad de culto, la Iglesia concede la disolución del vínculo matrimonial a favor de la fe en tres supuestos. El que más se ajusta a la situación que podrían vivir nuestros hijos, es el mismo que explicaba San Pablo a los cristianos de Corinto, y que ha quedado recogido en los cc. 1143 al 1147 del CIC: “si un cristiano se casa con un no cristiano y este último abandona al primero o se separa de él, se considera disuelto su matrimonio en el momento que el hombre o mujer bautizado contrae nuevas nupcias.Se considera que la parte no bautizada se separa, si no quiere cohabitar con la parte bautizada o no cohabita pacíficamente sin ofensa del Creador”.
Quizás les asombre lo escrito hasta aquí. Sobre todo si me conocen, porque si es el caso, me habrán escuchado decir muchas veces que yo sí CREO en el matrimonio. Más aún, sostengo que los que se aman de verdad lo desean, no lo rehúyen, y que todos aspiramos al amor leal, cómplice, incondicional, tierno, cotidiano y para siempre, que representa el vínculo asumido el día de la boda. Por ellos, y para disipar cualquier duda al respecto, concluyo con esta afirmación: mis palabras no son un alegato a favor del divorcio.
El motivo que subyace en los procesos de disolución del vínculo matrimonial en favor de la fe católica, no es otro, una vez más, que el afán protector de nuestra madre la Iglesia sobre la parte católica y sobre los hijos nacidos de su matrimonio. [/align] 30 diciembre, 2011 a las 8:42 #18179Anónimo
Inactivo[align=center]DISOLUCIÓN DEL VÍNCULO MATRIMONIAL EN FAVOR DE LA FE [/align] [align=justify]Los matrimonios interreligiosos(con una parte no cristiana, atea o apóstata) tienen en la Iglesia consideración canónica y doctrinal aparte. Se desaconsejan con mayor intensidad que los matrimonios mixtos, pero como es un derecho natural del hombre contraer matrimonio y tener hijos, la solicitud pastoral de la Iglesia provee establecer las excepciones que hacen posible este tipo de uniones. Cada vez es más frecuente que hijos de familias cristianas acaben casados con hombres y mujeres no católicos. Es una decisión importante que puede resultar particularmente difícil de afrontar, pues
quien se casa con una persona que profesa otra religión deberá vivir su fe, en adelante, en solitario. Aunque se tratara de católicos que no vivan profundamente su fe, la mentalidad de ambos cónyuges y de sus respectivas familias será muy distinta. Esto es así porque -no importa lo “alejados” que estemos -la fe ha formado nuestra mentalidad e imperceptiblemente condiciona nuestro comportamiento cotidiano. Ambos esposos se encontrarán con las barreras culturales y rituales (la semana pasada mencionaba algunas especialmente graves). El católico que se casa, por ejemplo, con un musulmán deberá ir sólo/a a misa los domingos, el día de Navidad y en otras fechas señaladas. Se sentirá incomprendido si desea visitar el santuario de su Virgen favorita con los niños. No podrá celebrar el bautizo o la primera comunión de sus hijos, incluso puede que encuentre motivos de discrepancia en la dieta alimenticia o en la decoración de la casa por razones religiosas (nada de belenes y guirnaldas navideñas). Los hijos verán que no existe comunidad de vida en plenitud entre sus padres, que los padres no comparten la moral que se deriva de sus respectivas creencias religiosas, y que obtienen respuestas distintas a las mismas situaciones cotidianas según le pregunten a su padre o a su madre. Esta circunstancia hará que vivan el riesgo de crecer en la indiferencia religiosa y moral.
Igual que reconozco este obstáculo, el cual se me antoja enorme, reconozco sin paliativos el justo mérito de las uniones conyugales mixtas o interreligiosas, sobre todo en países con minorías cristianas, donde los esposos se aman de forma ejemplar y logran vivir con alegría sus diferencias.
Ahora bien,
¿anularía la Iglesia mi matrimonio si descubro que estando casada con no católico no puedo vivir mi fe?Cabe distinguir dos situaciones:
a) El matrimonio mixto(entre dos bautizados, uno de los cuales no es católico) es desaconsejado en distintos grados de intensidad según la religión de cada cual, sin embargo, una vez celebrado según lo establecido, tiene completa validez. Si un católico sospecha que su matrimonio mixto pudiera ser nulo, deberá tener muy presentes los siguientes puntos: 1- nulidad y divorcio son conceptos esencialmente diferentes. 2- Ni siquiera el Papa puede declarar nulo un matrimonio válido. 3- Las causas subyacentes a la posible nulidad del matrimonio sólo pueden ser las mismas que si hubiera contraído un matrimonio “normal”. 4- Cuando se declara la nulidad de un matrimonio, sólo se está reconociendo que, pese a las apariencias, el vínculo matrimonial no surtió efecto porque al menos una de las partes no reunía los requisitos necesarios. b) En el caso de los matrimonios con disparidad de culto, la Iglesia concede la disolución del vínculo matrimonial a favor de la fe en tres supuestos. El que más se ajusta a la situación que podrían vivir nuestros hijos, es el mismo que explicaba San Pablo a los cristianos de Corinto, y que ha quedado recogido en los cc. 1143 al 1147 del CIC: “si un cristiano se casa con un no cristiano y este último abandona al primero o se separa de él, se considera disuelto su matrimonio en el momento que el hombre o mujer bautizado contrae nuevas nupcias.Se considera que la parte no bautizada se separa, si no quiere cohabitar con la parte bautizada o no cohabita pacíficamente sin ofensa del Creador”.
Quizás les asombre lo escrito hasta aquí. Sobre todo si me conocen, porque si es el caso, me habrán escuchado decir muchas veces que yo sí CREO en el matrimonio. Más aún, sostengo que los que se aman de verdad lo desean, no lo rehúyen, y que todos aspiramos al amor leal, cómplice, incondicional, tierno, cotidiano y para siempre, que representa el vínculo asumido el día de la boda. Por ellos, y para disipar cualquier duda al respecto, concluyo con esta afirmación: mis palabras no son un alegato a favor del divorcio.
El motivo que subyace en los procesos de disolución del vínculo matrimonial en favor de la fe católica, no es otro, una vez más, que el afán protector de nuestra madre la Iglesia sobre la parte católica y sobre los hijos nacidos de su matrimonio. [/align] -
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